Image: Jorge Galindo

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Exposiciones

Jorge Galindo

"Pintar hoy es un acto de impertinencia"

10 julio, 2009 02:00

Jorge Galindo. Foto: Sergio Enríquez

Jorge Galindo llega mañana al MUSAC de León para inaugurar una de las exposiciones más sorprendentes de esta temporada estival. La traca final que el comisario, Rafael Doctor, propone a los espectadores. Será, como dice Galindo, "una borrachera de pintura". No se trata de una retrospectiva, pero sí recoge todo el imaginario del pintor madrileño, uno de los principales exponentes de su generación. Es un viaje al interior de su estudio y al alma de sus cuadros.

Hace diez años que cambió el centro de Madrid por las afueras, por Borox, el pueblo toledano donde Jorge Galindo y Felicidad Moreno trasladaron sus estudios y sus vidas. Ahora pretende llevar la antigua bodega en la que trabaja al MUSAC de León. La luz natural, las cubiertas altas, los papeles de suelo a techo... todo eso estará, pero inevitablemente faltarán cosas: ese característico olor a pintura, los pájaros, que campan a sus anchas entre las vigas del techo... "Voy a pintar algunos óleos in situ para acercar al espectador lo más posible a este ambiente de trabajo -nos cuenta-, pero tampoco quiero nada artificial ni fingido. El estudio es lo que es. Me encanta. Es como el establo de Pollock". Los nombres de pintores salpican la conversación: Rauschenberg, Schnabel y, por supuesto, Picasso. Con ellos entramos en faena, y en pintura.

-La pintura y la furia es el título de esta sorprendente exposición: ¿está enfadado con la pintura?
-La pintura y la furia es el poder de la pintura, una declaración de intenciones, una actitud vital y también la violencia de la emoción de la pintura como gran energía. Habla de pintar y vivir. El título alude a una cita de Shakespeare en Macbeth: "La vida es una sombra que pasa, es una historia contada por un idiota lleno de ruido y de furia, y que no significa nada". No es tanto cólera como exaltación.

-Pero pintar tiene algo de enfrentamiento...
-...de enfrentamiento con la realidad, de acto combativo, subversivo y radical.

Del estudio al museo
Galindo (Madrid, 1965) ha trasladado el ambiente de su estudio, el caos y la aglutinación de cuadros y collages, las paredes abarrotadas a las salas del centro de León. Aquí, en Borox, sobre la única mesa, pequeña frente a los dos metros de alto de los cuadros que visten las paredes, hay una maqueta del MUSAC y en ella, dispuesta con pulcritud de miniaturista, los papeles de las series roja, verde y negra que allí veremos, los fotomontajes, la cámara de los collages, la serie de los perros y, a modo de colofón, la de los payasos. "La idea de Rafael Doctor era trasladar toda la obra que hay en mi estudio, lo que he hecho en estos dos o tres últimos años, al museo". Una exposición que surgió hace año y medio, cuando el comisario vio estas paredes cubiertas por las series de los papeles.

-¿Qué destaca del montaje?
-Son cinco series que funcionan más como instalaciones de pintura que como cuadros autónomos. En total hay unas 400 obras, una instalación en la que la pintura ocupa todas las paredes de una manera teatral y caótica, como un gran muro de pintura y energía, en un juego de fuerzas. No hay respiro para el espectador, que tendrá difícil siquiera digerir una cuarta parte de todo lo expuesto. Todo el espíritu del estudio es lo que llevamos al MUSAC.

-Será difícil concentrarse en un cuadro concreto: ¿apuesta por el valor del conjunto?
-La exposición comienza con una instalación de 300 pinturas sobre papel colgadas juntas, desde el suelo al techo a seis metros de altura, como un gran mural. Hay también cuatro instalaciones de pinturas con otros cerca de100 cuadros más. Sí, se propone la totalidad. Estos cuadros están pintados como grupos, en un juego ecléctico de ideas, estilos y emociones. Y se van a mostrar así.

Nos interrumpe el teléfono, llaman del MUSAC. Hay dudas sobre el montaje. Para Galindo es importante que haya luz natural en la sala. En su estudio es un elemento esencial. "Nunca pinto con luz artificial", asegura. Y seguimos estudiando la maqueta. En el centro hay un pequeño cubo cerrado por todos sus lados, tan sólo con dos puertas que dan paso a dos de las salas de la exposición. "Para llegar a la última sala, a la de los payasos, es necesario atravesar ese cuarto. Es una especie de recreación de mi estudio de fotomontajes y collages pero multiplicado para adaptarme a las medidas del museo (seis metros de altura). Se titula Un mundo otro y es allí donde está concentrado el germen del imaginario iconográfico de mis cuadros. Una 'habitación collage' para la creación de imágenes extrañas y mágicas. Toda mi pintura de los últimos quince años parte de ese juego del collage fotográfico, de la imagen digamos de desecho, de fotografía, de cuadros antiguos, es una especie de canibalismo iconográfico, de ahí salen todos los cuadros y muchas veces de las maneras más extrañas y azarosas". Será como estar dentro de un cuadro de Rauschenberg.

La libertad del payaso
-Y al final, los payasos. Una sala entera con 50 retratos del mismo arlequín.
-La exposición va a ser muy barroca en general, pero esta sala será excesiva. Son 50 cuadros de 2 x 1,60 cm. del mismo payaso pintado en diferentes estilos y técnicas. Además hay otros 10 payasos realizados por pintores de la Gran Vía, profesionales que se encargaban de realizar aquellos carteles de los cines que yo siempre he considerado alta pintura. Encajaban a la perfección con el tema del espectáculo, la máscara, la pintura de la cara... Encarnan el grado de libertad máxima. No es un homenaje a Picasso pero tiene algo de picassiano: lo último que hizo Picasso el día que murió fue pintar su cara de payaso. Pero en realidad el tema me da igual. Es una excusa para ponerse a pintar. Para el espectador pueden ser muchos payasos: yo veo pintura.

-No es una exposición fácil ni convencional. ¿Por qué no una retrospectiva al uso?
-No estoy interesado en hacer retrospectivas. Como dice Picabia: "Cuando termino de fumar, no estoy interesado en las colillas". Además, en las series de papeles están recogidos todos los temas que he tocado durante estos veinte años, contienen la esencia y, en ese sentido, son mejor que una retrospectiva. La idea era coger todo el estudio y llevarlo a León. Vamos a intentar hacer una transferencia de esa energía y que se pierda lo menos posible en el camino. El montaje es muy importante. No puede haber medias tintas: no se puede hacer lo radical que es aquí, pero tampoco es posible llevar el estudio allí, así que he preferido pasarme. Va a ser una borrachera de pintura.

-Dice el texto de la exposición que esto es una declaración de principios. ¿Cuál es para usted la posición del pintor hoy?
-Pintar hoy es un acto de impertinencia.

-¿Dónde busca referencias?
-Veo toda mi obra como un conjunto, el estilo, el tema no importan, lo importante es la pintura. Cada vez me siento más unido a ella. Es increíble y fantástico que cada vez me pueda gustar más. El poder de la pintura es que trata de lo físico, lo palpable y lo inmediato. Es pintarlo todo y de todas las maneras posibles y no poder parar de pintar. Pienso de nuevo en Picabia: "Para salvar tu vida es necesario sacrificar tu reputación". En cuanto a dónde busco mis referencias le diré que ese canibalismo iconográfico, me hace comer de todo, referencias que simplemente aparecen, normalmente en sitios muy raros. Me interesa la imaginería popular de deshechos, chamarilerías y rastros. Lo bueno es no tener ni idea de qué cuadros vas a pintar dentro de unos meses.

Apuesta por la pintura
-Y con respecto a su generación, parece que se ha mantenido un tanto al margen de lo que ocurría a su alrededor...
-No me he mantenido al margen, simplemente yo he apostado por la pintura y sí, es cierto que en mi generación hay pocos pintores. Aquí se han organizado estos años pocas exposiciones donde invitaban a participar a pintores. A una parte de la gente nueva que mueve el arte en este país, le ha producido urticaria acercarse a la pintura por no saber verla de una manera contemporánea. Pero esto es algo que nos ha pasado a muchos pintores y de diferentes generaciones, porque ser pintor, español y vivir aquí, son tres grados de marginalidad.

-Excesivo, barroco, caótico... ¿aciertan estos adjetivos al describir su pintura? ¿Cuál añadiría?
-Sí, supongo que habría muchos y de todos los gustos, pero prefiero no ponerlos yo.

-¿Y cuál es la relación de las nuevas generaciones de artistas con la pintura?
-Afortunadamente se han solucionado los problemas de hace unos años, cuando todavía veías pintores jóvenes llenos de complejos por pintar, observabas sus primeras exposiciones y parecía que estaban pidiendo perdón. Ahora hay nuevos artistas pintando sin prejuicios y en todo tipo de soportes. El campo de acción y de contenido de la pintura se ha ampliado, es más insolente e insulta a lo que antes celebraba como sagrado.

-El trabajo de estos jóvenes prueba desde luego que la pintura no ha muerto.
-Lo único que puede matar, ya no sólo a la pintura, sino al arte en general, es el aburrimiento y esta pelota está ahora en otro tejado, por ejemplo, en el de la fotografía.

-Al margen de este montaje, ¿en qué está trabajando?
-Preparo una nueva exposición para Soledad Lorenzo, será el próximo invierno. Estoy metido de lleno en un proyecto muy diferente. Será una sorpresa. Nada que ver con lo que he hecho hasta ahora. Ya llevo cinco meses trabajando en ello.

-¿Otra vuelta de tuerca a la pintura?
-En el desarrollo de las nuevas series me interesa aprender a solucionar. En cuanto resuelvo el cómo, lo demás es una repetición que ya no me interesa y empiezo otra cosa. Este proceso de trabajo es una sorpresa continua porque nunca sabes los cuadros que vas a pintar dentro de cuatro meses, te sorprendes a ti mismo.

Antes de irnos, Felicidad Moreno nos abre su estudio: la casa entera es una celebración de la pintura.