Image: Miguel Ángel Blanco, libros de espejo que leen estatuas

Image: Miguel Ángel Blanco, libros de espejo que leen estatuas

Exposiciones

Miguel Ángel Blanco, libros de espejo que leen estatuas

Lapis specularis. La luz bajo tierra

19 abril, 2019 02:00

Vista de la intervención en la sala del Foro Romano. Foto: Pablo Lines

Museo Arqueológico Nacional. Serrano, 13. Madrid. Hasta el 23 de junio

Miguel Ángel Blanco puso en marcha, en 1985, uno de los proyectos artísticos más singulares de nuestro país: componer la Biblioteca del Bosque. Un conjunto de libros-caja que ha superado ya el millar de volúmenes, y cuyo contenido no son textos sino algo así como escritura con objetos. Elementos naturales elegidos cuidadosamente por su apariencia formal y su significado, acompañados de algunas hojas de papel especial, con dibujos o grabados acordes al contenido. Aunque la biblioteca tenga algo de enciclopedia, de archivo del mundo ordenado según una lógica analógica, pronto se convence uno de que se trata de una biblioteca de poesía. Arena, plumas, algas secas, un hueso, una piedra mojada en sangre... el artista utiliza un vocabulario extenso, polisémico y plagado de localismos. La sintaxis la proporciona la historia natural, la historia a secas o las variables reglas de la imaginación deslumbrada por el conocimiento.

Con la propuesta de Blanco los emperadores y dioses recuperan por un momento su antigua vida

En este caso, Blanco (Madrid, 1958), ha realizado un trabajo monográfico sobre un material concreto, un material de propiedades sorprendentes y con ilustres usos en el pasado. Se trata del lapis specularis o yeso selenítico, que recibe una variedad de nombres, todos sugerentes: espejuelo, piedra especular, piedra del lobo, espejillo de asno, piedra de la luna, selenita, lapis lunaris, sapienza, aljez o reluz. Su misma geología es evocadora: se trata de una roca sedimentaria, formada por la precipitación de agua salada en mares cerrados y lagos. Diáfana como el hielo y dura como el mármol, su configuración en estratos permite exfoliarla en grandes láminas delgadas. Fue un mineral muy valorado en la Roma Imperial, que hizo posible aumentar notablemente la luminosidad en las casas y las termas. Pero se utilizaba también tanto en las ventanillas de las literas como para fabricar invernaderos. Triturado es de un blanco destellante y según Plinio el Viejo, se empleaba para cubrir el pavimento del Circo Máximo durante los juegos. Aunque hay algunos yacimientos en Europa, el lapis specularis de Hispania era el de mayor calidad. En concreto, hay minas en Cuenca y espectaculares, en Pulpí, Almería. Además de su utilidad práctica tenía virtudes alquímicas y se utilizaba en rituales, como el de grabar en láminas deseos o maldiciones que se arrojaban a pozos.

La propuesta de Blanco en la sala del Foro Romano del Museo Arqueológico se compone de 23 libros-caja y 3 intervenciones específicas. Con todo ello los emperadores y dioses recuperan por un momento su antigua vida. Bustos de piedra que se asoman, por virtud de otras piedras, a un atisbo de su mundo. En los libros se han reunido cristales turbios como la niebla y cristales estriados como el perfil de las montañas donde se hallaron. Cuchillos de cristal, piedras rectangulares de selenita, raíces de pino. Espejuelo y corteza de ciprés. En un fragmento de El espectro del Mar de Cristal, dice Blanco que se guarda la imagen de Velázquez, pues estuvo colocado en el Salón de Reinos, al lado del estudio del pintor.

Ya ven, una exposición fascinante. Pero para su mejor disfrute, no dejen de leer el hermoso texto del artista en el catálogo. Es algo así como la traducción al español del idioma secreto en que está escrita su biblioteca.