Image: Amauta, la voz de los nuevos tiempos

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Exposiciones

Amauta, la voz de los nuevos tiempos

Redes de Vanguardia: Amauta y América Latina 1926-1930

15 marzo, 2019 01:00

Vista de sala

Museo Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. Comisarios: Comisarios: Beverly Adams y Natalia Majluf. Hasta el 27 mayo

La década de 1920 fue decisiva en lo que se refiere a la modernización del arte latinoamericano. En ella coincidieron tres iniciativas de gran calado. Una es la celebración en 1922, en São Paulo, de la llamada "Semana de Arte Moderno", promovida por un grupo de artistas y escritores entre los que destacaba Oswald de Andrade, autor del famoso Manifiesto Antropófago (que explicaba el proceso de síntesis de la cultura brasileña). El segundo elemento modernizador será la creación, en 1924, en Buenos Aires, de la revista Martín Fierro. Aunque sobre todo literaria, a ella estuvieron ligados pintores como Xul Solar y Pettoruti. Destacó por su enfrentamiento a los valores culturales consagrados y a la influencia de la cultural española (aun así, fue la tribuna americana de Gómez de la Serna).

Por último, pero sólo cronológicamente, está Amauta, fundada en 1926 en Lima por José Carlos Mariátegui (1894-1930). El término significa en quechua "sabio o maestro" y ya desde el título podemos intuir el peso otorgado al indigenismo en esta propuesta de renovación estética. Siendo como fue resultado de un empeño personal, conviene presentar a su creador, actualmente una de las personalidades con mayor presencia en los denominados "estudios post coloniales". Y ello precisamente por darse en su trayectoria personal una conjunción de intenso activismo político y cultural, tan revolucionario uno como el otro. A esto podríamos añadir algunos rasgos de su biografía: hijo de una familia humilde, lisiado desde la infancia, autodidacta, gran estudioso del marxismo, viajero por Europa, fundador del Partido Socialista Peruano, autor de uno de los mejores análisis de la sociedad de su país, encarcelado por su actividad política y muerto a los 36 años.

Una aportación de 'Amauta' fue presentar el indigenismo como vanguardia

Amauta podría haber contado como subtítulo con el nombre de un intento editorial precedente que no llegó a buen puerto: "Vanguardia. Revista semanal de renovación ideológica. Voz de los nuevos tiempos". Y señalo así el carácter de crisol no sólo artístico sino también literario e ideológico que tuvo la revista. Otro rasgo fundamental, que da idea del tipo de intelectual que fue su fundador, fue la apertura de la revista a toda clase de propuestas estéticas, no sólo variadas y heterogéneas, sino antidogmáticas. Como escribió Mariátegui: "Sobre la mesa de trabajo del crítico revolucionario, independientemente de toda consideración jerárquica, un libro de Joyce será en todo instante un documento más valioso que el de cualquier neo-Zola". Esa apertura de miras es tan sorprendente como que en la remota Lima de hace casi un siglo, se imprimieran entre 3.500 y 4.000 ejemplares por número de una revista de vanguardia. Su duración, cuatro años y 32 números publicados, la convierten también en un caso de pervivencia excepcional para este tipo de iniciativas.

Julia Codesido: Mercado inígena, 1931

La exposición comienza, precisamente, con una proyección de las 32 portadas de Amauta, la mayoría de ellas obra de José Sabogal, artista y ensayista cuya influencia fue decisiva tanto para el programa estético de la revista como para determinar su orientación indigenista. Nos encontraremos luego con una sala que presenta el tipo de arte con el que estuvo en contacto Mariátegui en su viaje por Europa entre 1920 y 1923. Allí conoció la obra de Picabia y Grosz, el futurismo y el cubismo. También conoció allí al pintor argentino Emilo Pettoruti, que lo retrató en 1921. En otro espacio vamos a encontrar muestras del diálogo entre tradición y modernidad, o lo que es lo mismo, entre estéticas populares propias del continente y vanguardismo europeo. En este contexto surgen tentativas de modernidad autóctona muy ligadas a modelos internacionales, como es el caso del Estridentismo mexicano, que aquí está representado por Germán Cueto, Ramón Alba del Canal y Tina Modotti. Del otro lado veremos obras del grupo de grabadores, escultores y pintores argentinos conocidos como Artistas del pueblo, marcados por el compromiso político. En esta misma línea se encuentra el muralismo mexicano y, destacadamente, la figura de Diego Rivera, que Mariátegui reconoció como un verdadero artista revolucionario. A pesar de la marcada ideología de Amauta, su director nunca encontró contradicción entre las convicciones políticas y el pluralismo estético.

Lo que creo que fue una aportación de Amauta y nos revela esta exposición, es presentar el indigenismo como vanguardia, a diferencia de la visión habitual, que lo considera como una rémora tradicionalista. Las obras del propio Sabogal, de Julia Codesido, de Camilio de Blas o del propio Martín Chambi, el legendario fotógrafo, son ejemplos de esa posición que denuncia las condiciones de vida del indio y reivindica su cultura (aunque no siempre con un lenguaje tan moderno como sus ideales). Finalmente, llama la atención la intensa imbricación de artes visuales y literatura que encontramos en Amauta, pero que era un fenómeno cultural generalizado. La obra de Oquendo de Amat (veremos un ejemplar de sus 5 metros de poemas) o Vicente Huidobro, está a la altura de la más vanguardista poesía europea.

Cuando Mariátegui volvió de Europa, en 1923, traía la llave de la modernidad. Abierta esa puerta, pudo pasar a través suyo todo un continente de creadores. La creación de una tupida red de corresponsales y colaboradores, que conectaba las mentes más avanzadas del continente europeo y el suramericano, fue un logro unipersonal y perdurable. Parafraseando el elogio a los caídos en una batalla decisiva, podríamos decir también aquí que "nunca tantos debieron tanto a tan pocos".