Image: Teresa Lanceta, el viaje vertical

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Exposiciones

Teresa Lanceta, el viaje vertical

El paso del Ebro

30 octubre, 2015 01:00

Detalle de uno de los tejidos de Lanceta

Galería Espacio Mínimo. Fourquet, 17. Madrid. Hasta el 7 de noviembre. De 1.500 a 75.000€

Es una de esas artistas discretas que parece vivir en un tempo propio, fundido en blanco y construido a medida. "Un tiempo efímero como el tiempo del goce, aquel en el que suceden las cosas", suele decir Teresa Lanceta (Barcelona, 1951). Habla del tejido y de la vida, de cosas donde no hay marcha atrás, su lenguaje artístico desde hace 40 años. Pronto se percataron las galerías de Rafael Ortiz y Magda Bellotti, que la ficharon en 1987, cuando Lanceta vivía en Sevilla junto a Luis Claramunt. Pronto llegaron los saltos: en 1990 a la mítica galería Buades de Madrid, y diez años más tarde, al Reina Sofía. El latente olvido desde entonces lo saldó Nuria Enguita el año pasado al incorporarla a su 31ª Bienal de São Paulo, y al preparar la exposición Rosas Blancas, que llegará en 2016 a La Casa Encendida. También la galería Espacio Mínimo, al incorporarla en su nómina de artistas, y donde presenta su primera individual.


Hoy, su apuesta por lo textil no puede ser más contemporánea y conecta con una más que latente vuelta a la artesanía, lo manual y lo folk. Lanceta trabaja con telas, hilos y bordados para unir tradición y contemporaneidad, reinterpretando los tejidos marroquíes tradicionales, como los que vemos aquí. Aunque también de otra historia, de El paso del Ebro. Recoge su viaje semanal desde 2013 de Alicante a Barcelona y viceversa, que le obliga a cruzar dos veces el río no muy lejos de donde lo hicieron los primeros soldados en aquella noche del 25 de julio de 1938 que comenzaba la batalla del Ebro. Lo vemos en tres vídeos y en una gran serie de fotos tomadas desde el tren, por los 115 días que duraron los combates. Los tejidos que cuelgan de las paredes aluden a los cinco meses que vieron la batalla y que rememoran aquél con el que su abuela envolvía el pan cuando lo traía del horno. Nos queda una cosa clara: el camino de ida no es el mismo que el de vuelta.

@bea_espejo