Image: Topografía y antropología: Laguillo y Sanz Lobato

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Exposiciones

Topografía y antropología: Laguillo y Sanz Lobato

Manolo Laguillo / Rafael San Lobato

26 julio, 2013 02:00

Manolo Laguillo: Bilbao, 1983

Museo ICO. Zorrilla, 3. Madrid. Hasta el 15 de septiembre / Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Alcalá, 13. Madrid. Hasta el 8 de septiembre.


En 1975, William Jenkins comisarió New Topographics: Photographs of a Man Altered Landscape. La exposición presentaba el trabajo de ocho fotógrafos norteamericanos (Robert Adams, Lewis Baltz, Joe Deal, Frank Gohlke, Nicholas Nixon, John Schott, Stephen Shore, y Henry Wessel, jr.) y una pareja de alemanes (los Becher) para mostrar cómo había surgido un nuevo documentalismo que se alejaba del de carácter humanista dominante en las décadas anteriores y de la fotografía de una naturaleza sublime de pioneros como Anselm Adams. Estos nuevos topógrafos retrataban los paisajes suburbiales e industriales de Estados Unidos (en el caso de los Becher, casi siempre eran europeos) con un estilo intencionadamente despersonalizado que se vinculaba a las estrategias del arte conceptual: Ed Ruscha era el referente más claro. El subtítulo de la muestra insistía en cuáles eran sus intereses, fotografiar esos lugares que se encontraban "entre", liminares, que podía parecer que carecían de importancia, pero que en su presunta banalidad escondían el cambio que estaba viviendo la sociedad en esa época: la "alteración" no era sólo la del paisaje.

Lo que esconde o, mejor, lo que queda detrás o afuera en el paisaje urbano, y también lo que se sitúa en el cruce, han atraído a Manolo Laguillo (Madrid, 1953) desde que comenzó a tomar fotografías a finales de los 70, tal y como puede comprobarse en las dos exposiciones que coinciden ahora en Madrid, la retrospectiva del Museo ICO y la de la galería Casa sin fin. Significativas de esta atención son sus imágenes de la Alhambra, que se alejan del estereotipo para concentrarse en los pasillos y los lugares de tránsito. Es esta forma de mirar, que se fija en lo que pasaría desapercibido, la que caracteriza toda la producción de este fotógrafo que en un momento de su carrera, no hace mucho, decidió reaprender a fotografiar. A Laguillo le interesan las fallas y fracturas en el espacio urbano, las zonas en las que está sucediendo algo, a pesar de que todavía no se vea, o no del todo, como ocurre en ese proyecto en el que participó por encargo de los arquitectos Abalos y Herreros sobre la periferia de Madrid, el que documentaba el nacimiento embarrado de la Diagonal o el que se centraba en el encuentro entre barrios en Barcelona, ciudad en la que vive y es catedrático en la Facultad de Bellas Artes. Sus fotografías se convierten en testimonios de las mutaciones del urbanismo, dejan constancia de esas modificaciones que van más allá de lo que se percibe al echar un vistazo, y lo inscriben en el grupo de los nuevos topógrafos.

Sin embargo, huyendo de la ciudad, porque siempre había algo que le molestaba en el encuadre, es como nacieron las series más conocidas de Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932) que pueden verse en la exposición que le dedica la Academia Bellas Artes de San Fernando. Premio Nacional de Fotografía en 2011, Sanz Lobato se reveló contra las tendencias imperantes en la fotografía de los años 50 y 60 y se concentró en recorrer algunos pueblos de España para captar durante décadas sus costumbres y fiestas (el Viernes Santo de Bercianos o la Rapa das Bestas de Morgadanes), adelantando así los presupuestos de la que se ha llamado fotografía antropológica. Sanz Lobato, que fue miembro contestatario de la Real Sociedad Fotográfica, ruralizó ese documentalismo humanista de instantes decisivos de Henri Cartier Bresson y dejó constancia de aquello que estaba a punto de desaparecer o iba a ser sin duda alterado.

Topografía de Laguillo y antropología de Sanz Lobato que son distintas pero quizás no tan distantes.