Image: Lothar Baumgarten, el antropólogo invisible

Image: Lothar Baumgarten, el antropólogo invisible

Exposiciones

Lothar Baumgarten, el antropólogo invisible

Lothar Baumgarten

18 junio, 2010 02:00

, 1969

Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 31 de julio. De 22.000 a 380.000 euros.

Lothar Baumgarten (Rheinsberg, 1944), como Walter de Maria, Robert Smithson, Joseph Kosuth o Joseph Beuys -con el que estudió un año en Düsseldorf-, es uno de los fundadores y protagonistas del arte conceptual desde los setenta del siglo XX. Hasta la fecha, en nuestro país, sólo hemos tenido acceso directo a su obra en la exposición que le dedicó el MACBA, de Barcelona, hace ahora dos años. De ahí pues, la importancia de esta primera individual en una galería, con la que Elba Benítez cierra la temporada en que celebra el vigésimo aniversario de la apertura de su espacio madrileño. Una cita especial que va más allá de una simple reunión de piezas y que, como es habitual en el hacer del alemán, responde a un proyecto específico. En este caso, un repaso actualizado, con alguna pieza inédita y un site-speficic, de sus obras de los años sesenta y setenta.

Hijo de un antropólogo, Baumgarten se interesó, desde su primera hora artística, por el simbolismo, los rituales y las estructuras culturales descritas en los libros de Claude Lévi Strauss y otros colegas de su padre, y por sus vínculos con la cultura occidental y sus codificaciones. De hecho, entre 1978 y 1980, vivió junto a los indios Yanomami, en las selvas de la Amazonía venezolana. Aunque su interés no tiene un objetivo etnográfico, sino artístico. Por más que Baumgarten comparta, empáticamente, los riesgos que acechan a las tribus que allí habitan, su meta no es ni la denuncia ni la propaganda, sino la puesta en cuestión de los convencionalismos perceptivos occidentales y, más allá de eso, la configuración de un discurso contemporáneo con materiales que proceden de una memoria milenaria. La crítica norteamericana Kaira M. Cabañas lo ha definido de otro modo: "Baumgarten desafía constantemente los principios de ordenación que condicionan la forma en que se piensa, se percibe y se representa la diferencia cultural". El primer grupo importante de sus obras, de las que en la exposición encontramos casi una decena con la serie fotográfica Culture-Nature, Manipulated Reality (1968-1972), establecía nítidamente esos conceptos. Realizadas casi una década antes de su primer viaje, se sirven de sus conocimientos antropológicos para internarse en una especie de tránsito mágico por un país salvaje y desconocido en el que un calcetín verde puede transformarse en una planta de exótico nombre, Swan; unos pies teñidos de un rojo amarillento responden al nombre de una semilla mágica, el Urucu o Bixa orellana; o un personaje ataviado con bata blanca, pantalones, zapatillas de deportes y una caja con plumas en la cabeza, adopta el nombre de Makunaíma como vemos en El dueño de los peces. Son, como el artista declara: "el alfabeto" con el que ha escrito toda su obra posterior.

La gran instalación central, Watershed, La Gran Sabana (1977), realizada específicamente para el espacio de la galería, traza un laberinto hecho de chinchorros o hamacas tejidas por nativos, mientras que en los muros -pintadas directamente por Baumgarten y con los colores propios de Mondrian- se despliegan los nombres que dan a los ríos del sur de Venezuela. Por último, en otra sala, tres proyectores presentan algunas de las diapositivas que el artista tomó durante su estancia con los Yanomami. Dos de ellos, resumen su periplo y presentan a Baumgarten invisible entre los indios, como si fuese uno más de ellos o como si éstos no fuesen conscientes de su escrutadora presencia, mientras exhiben su voluntad documental. La tercera selección de diapositivas proyecta fragmentos de rocas cubiertas de líquenes y el suelo de la montaña Kukenan-Tepui, sumergida hace 5,4 billones de años bajo el mar. La piel enriquecida de la memoria de la Tierra.