Image: Tamara Arroyo, memoria recobrada

Image: Tamara Arroyo, memoria recobrada

Exposiciones

Tamara Arroyo, memoria recobrada

De La Casa Encendida a La Casa de Empeño

10 abril, 2008 02:00

Intervención de Tamara Arroyo en La Casa Encendida

La Casa Encendida. Ronda de Valencia, 2. Madrid. Hasta el 12 de marzo.

Los mejores trabajos de Tamara Arroyo (Madrid, 1972) fueron aquéllos en los que la artista regresaba a sus lugares. Premiados y expuestos en La Casa Encendida de Madrid con motivo de la Generación 2003, representaban la recuperación de la memoria de las casas en las que vivió durante su infancia. En las sucesivas estancias, Tamara Arroyo utilizaba la cinta adhesiva para recrear nuevos espacios que más tarde fotografiaba. Describiendo un trazo muy esquemático, los dibujos planteaban una variante a los contornos reales de los íntimos espacios de la casa. Muchos recordarán aquella vista a través del cristal de la ventana en la que se proyectaba un skyline alternativo al ya existente. Y, aunque podría parecer que la artista imponía una ficción paralela a la realidad del lugar, la razón de ser verdadera de estos dibujos con cinta no era sino la yuxtaposición en un mismo plano de dos experiencias temporales distintas, haciendo de la memoria una material cuasi táctil y provocando el rebrotar de la experiencia.

Tamara Arroyo llevaba tiempo sin exponer individualmente en Madrid aunque participó no hace mucho en una colectiva en la que mostraba sus incursiones en la ficción narrativa. En su proyecto para el segundo piso de La Casa Encendida, interviene un espacio para ser vivido, una escenografía que el visitante puede transitar y en el que se funden en un mismo tiempo la realidad del lugar que fue, una casa de empeño, con la experiencia inmediata. Recupera así la artista su mejor perfil mientras resignifica el contexto en su vertiente histórica. Mediante un panelado sobre el que sugiere con cinta adhesiva negra puertas, ventanas y molduras, y de un suelo en damero, Arroyo recupera el carácter de aquella casa de empeño. Al final del pasillo se apilan los enseres que custodia celosamente la institución en un espacio al que la artista ha dotado de un aire festivo quizá insinuando las estrategias de seducción de bancos y cajas para atraer al ciudadano.