Exposiciones

Becas Endesa, de un tiempo a esta parte

Síntesis. 15 años de becas endesa

17 noviembre, 2005 01:00

Alexander Apóstol: República de Venezuela, 2005. DVD

Edificio Endesa. Ribera del Loira, 60. Madrid. Prorrogada hasta el 12 de febrero de 2006.

La Fundación Endesa celebra sus quince años de andadura en la promoción de artistas con una exposición titulada Síntesis. 15 años de becas Endesa que tiene lugar en la sede corporativa de la compañía en el madrileño Campo de las Naciones. Es una amplia exposición, integrada por los cuarenta artistas -cinco por cada convocatoria- que han sido apoyados desde 1989 por la Fundación en las sucesivas becas bianuales.

El Museo provincial de Teruel, con su vinculación tradicional con la compañía, ha sido el escenario habitual de las exposiciones que han mostrado el resultado creativo de las becas otorgadas (de 24.000 euros cada una) y también el depositario de la colección que estas becas han ido conformando a lo largo de estos quince años. Es hoy, por tanto, el principal prestador de obras para esta exposición que reúne ochenta trabajos seleccionados por los comisarios Alicia Fernández, Fernando Huici y Daniel Giralt-Miracle, miembros también del jurado.

La exposición, como era de esperar, es un compendio de técnicas y lenguajes distintos y tiene como escenario una suerte de almacén que se ha habilitado con paneles para generar un recorrido que no pretende contar historia alguna, algo extremadamente difícil en una muestra de estas características, ni establecer pautas cronológicas. La intención principal, y la que dota de interés al proyecto, es la de enfrentar las obras un día seleccionadas por el jurado, con otras realizadas con posterioridad para ver así cuál ha sido el efecto del paso del tiempo en la trayectoria de cada artista. Como es lógico, hay distancias temporales más grandes que otras; la evolución de un artista como Abi Lazkoz, por ejemplo, seleccionada en 2003, es menos visible que la de un Amondaráin, muy clara, por cierto, seleccionado en 1993.

Esta idea se manifiesta más claramente en los trabajos de Antoni Abad, con esas ya tan lejanas estructuras escultóricas de 1991 -un feliz reencuentro- y los grandes banquetes fotográficos, realizados el año pasado en el marco de su proyecto Taxi. O en el citado José Ramón Amondaráin, con sus incursiones en la abstracción de raíz postminimalista de hace diez años y las especulaciones conceptuales en torno a la pintura que realiza actualmente. También Miguel Galano ha variado notablemente su registro desde las pinturas monocromas de 1995, en la línea de las de ángeles San José, hasta ese reciente paisaje esquemático y nórdico que homenajea a Henri Rousseau, pintado en 2003.

Interesante resulta asimismo la presencia de tres artistas, Lara Almárcegui, Alexander Apóstol y Domènec, todos recientemente becados, con sus respectivas consideraciones del entorno urbano desde un prisma más o menos conceptual y más o menos utópico. Las tres aportaciones a la exposición son gratas experiencias. Almárcegui encuentra sentido a esos lugares transitorios, casi siempre al borde de la desaparición. La aragonesa se siente cómoda en esa posibilidad momentánea. Domènec plantea una estrategia en la senda de la crítica utópica a partir de la recontextualización de hitos de la arquitectura moderna siempre desde cierto clima de nostalgia, mientras el venezolano Alexander Apóstol habla de la transformación de la arquitectura pero también, y nunca en menor medida, de las gentes que la habitan.