La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca provocará importantes novedades en la política económica de EEUU. Son recetas bien conocidas, que ha desplegado una y otra vez en campaña y que señalan un giro fiscal (bajada de impuestos…), proteccionismo (aranceles, penalizaciones a la deslocalización del empleo), aumento del gasto público (infraestructuras, defensa y energía). Más gasto, menos ingresos.

La ecuación que ha planteado Donald Trump en campaña fue calificada por el semanario The Economist como una “afrenta a las estadísticas” y ha sido puesta en el foco de sus analistas por la agencia Fitch ante el impacto negativo para las finanzas públicas de EEUU. Más de 500.000 millones de dólares en inversión de infraestructuras y un paquete de recortes fiscales valorado en hasta 5 billones de dólares -equivalente al incremento en la deuda pública si se lleva a cabo, de 19 a 24 billones- son los principales titulares de la carta de presentación de Trump en materia económica.



Políticas de crecimiento



El próximo presidente, a partir del 20 de enero, recibirá de Obama una economía casi en pleno empleo (paro por debajo del 5%), con la creación de 160.000 puestos de trabajo en octubre y con un complejo escenario de alza de tipos de interés, que se encuentran en un rango del 0,25% al 0,5%. Sin embargo, Trump parece que quiere acelerar esa velocidad de la Reserva Federal con una política económica que busca el crecimiento y conduce a un alza de la inflación.

“A priori, Trump, si deja de lado todas las soflamas y eslóganes de corte populista, no tiene por qué ser peor para la economía estadounidense que Clinton. No olvidemos que las medidas económicas son ‘pro-growth’ (crecimiento) como la expansión fiscal, bajadas de impuestos, inversión en infraestructura mayor que Clinton…)”, señala José Ramón Iturriaga, gestor de Abante Asesores.

En este sentido, Trump ha prometido a sus electores una renovación del mapa de carreteras e infraestructuras de electricidad y telecomunicaciones a lo largo del país. Compañías como la española ACS, que cuenta con una importante presencia en el país en construcción y minería, se disparó en bolsa un 5%. “Creo que se va a producir un aumento de la inversión en defensa e infraestructuras. Las más beneficiadas van a ser las compañías tradicionales de Estados Unidos y las más perjudicadas van a ser las energías renovables, así como las compañías del sector tecnológico”, apunta Daniel Lacalle, columnista de EL ESPAÑOL. Las acciones de grupos de armamento y defensa como Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grumman o Boeing, entre otras, reaccionaron con fuertes subidas en Wall Street que oscilaron entre el 3% y 7%.

Ángel Agudo, gestor de la firma estadounidense Fidelity, confirma que el sesgo positivo para estos grupos empresariales tras la Administración Obama. “En unas elecciones marcadas por los fuertes contrastes en las políticas de los candidatos, hubo un ámbito de inusual acuerdo entre Clinton y Trump: el gasto público. Tanto Clinton como Trump han estado de acuerdo aumentar la inversión en infraestructuras y armamento, por lo que el mercado ya lo descuenta en parte, pero en las dos áreas existen oportunidades de inversión muy interesantes”, indica este experto. No será una oportunidad, sin embargo, el sector de energías renovables y solar: las acciones de los principales grupos como Sunpower, Solarcity o Sunedison se derrumbaron en bolsa entre el 14% y 17% por los planes de Trump para eliminar las primas que reciben.

Otro de los sectores más beneficiados por el ascenso de Trump es el biotecnológico y farmacéutico por las expectativas de que el nuevo presidente frene la legislación para contener los precios de los medicamentos -una de la promesas de Clinton- que ha presionado al sector en 2016. Grupos como Pfizer, Astrazeneca o Novartis subieron entre el 4% y 8% en Wall Street. Grifols, compañía española de este sector con amplia presencia en EEUU, se revalorizó un 4%, mientras que Almirall o Pharmamar se revalorizaron un 7%. Las grandes multinacionales españolas en EEUU tienen en juego hasta 30.000 millones de euros en ingresos en EEUU, como informó EL ESPAÑOL.

Estímulo fiscal, agujero público



En el plano fiscal, Trump planea abrir una ventana de repatriación de capitales para las multinacionales de EEUU, que guardan en el exterior inmensas posiciones de tesorería para evitar el peaje del 35% que deben pagar si trasladan ese dinero a EEUU. Es el caso de empresas como Apple, Google, Microsoft y, en general, todas las empresas del ámbito digital. Sin salir del ámbito corporativo, el futuro presidente ha planteado rebajar el Impuesto de Sociedades desde el 35% actual a poco más del 12%, en línea con países como Irlanda. “Seguro que lo hará, pero el tono del primer discurso de Trump ha sido mucho más moderado y el impacto en los mercados el menor a lo que realmente ha sucedido. Hay que tener en cuenta que el Partido Republicano va a controlar las cámaras del Senado y el Congreso. No son precisamente proTrump y yo creo que lo van a tener controlado”, añade Lacalle.



Pese a las bondades de un programa económico enfocado en el crecimiento, Trump se ha ganado a pulso la etiqueta de discurso populista debido a sus lances contra la importación de productos de China o México, y sus planes para levantar barreras arancelarias. “El mantra proteccionista del nuevo gobierno pondrá palos en las ruedas de algunos acuerdos comerciales clave que EEUU ya ha suscrito. La posibilidad de que suban los aranceles no será bien acogida en algunos países, especialmente de los mercados emergentes, que tienen en el comercio mundial su mayor fuente de crecimiento”, apunta Dierk Brandenburg, analista de renta fija de Fidelity.

La sombra del proteccionismo y los tipos



En este sentido, los analistas de Bankinter consideran que habrá que dejar pasar unos días a que los mercados se estabilicen para comprobar la verdadera consistencia de este discurso, aunque advierten el impacto que puede tener para los sectores exportadores de México y China, dos de los principales socios comerciales de EEUU. “Los emergentes son los grandes perjudicados debido a la probable política aislacionista de Trump”, apuntan. El castigo al peso mexicano no se hizo esperar y la divisa se desplomó hasta un 10%, provocando una reunión de urgencia del Gobierno de Peña Nieto y el banco central que dirige Agustín Cartens. Las principales empresas españolas en la región tienen una exposición de negocio de hasta 15.000 millones de euros.



Pero entre las grandes preocupaciones de los inversores se encuentra el impacto que estas políticas tendrán sobre la estabilidad de precios y, por consiguiente, sobre la velocidad de subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) de EEUU. “De particular relevancia para los mercados financieros es también la postura crítica que Donald Trump ha mantenido contra las actuales políticas de la Reserva Federal de EE.UU. y, específicamente, contra Janet Yellen. Esto ha generado previsiones de que Yellen podría ser reemplazada cuando su mandato expire en 2018 (o incluso en una fecha anterior si decide renunciar) con un candidato de línea más ‘hawkish’ [halcón]”, explican desde el banco suizo Lombard Odier.



No obstante, los estrategas de esta firma consideran que este extremo es todavía “una incógnita”, ya que una política monetaria restrictiva iría en contra del objetivo declarado de duplicar el crecimiento de EEUU. También lo haría el despliegue del proteccionismo económico y una menor presencia estadounidense en el comercio global. La Reserva Federal de Yellen tendrá la oportunidad de demostrar el grado de independencia del banco central a partir del mes que viene cuando, hasta hoy, el mercado daba por descontada una subida de los tipos de interés que la volatilidad financiera de las elecciones ha puesto en peligro.

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