Planta solar de Abengoa en Sevilla

Planta solar de Abengoa en Sevilla Marcelo del Pozo Reuters

Mercados Crisis en el gigante sevillano

La excúpula de Abengoa aspira a llevarse hasta 20 millones por objetivos cumplidos

Accionistas minoritarios estudian emprender acciones legales contra la compañía y critican la creciente opacidad de la empresa.

28 noviembre, 2015 02:29
Cristina G. Bolinches Javier G. Jorrín

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El auge y caída de Abengoa durante los últimos años ha estado marcado por dos nombres propios, el de su expresidente hasta septiembre, Felipe Benjumea; y el de quien fuera su consejero delegado hasta mayo, cuando abandonó el barco para calmar los ánimos de los inversores y abrir la puerta a lo que iba a ser un nuevo modelo de gestión, Manuel Sánchez Ortega.

Ambos han salido de la empresa andaluza este año. Y no se han ido de vacío, y a pesar de que, teóricamente, la compañía sevillana no contaba con blindajes ni indemnizaciones previstas en caso de marcha de directivos. No se van con las manos vacías porque, al cierre del tercer trimestre del año, daban los objetivos financieros de la sociedad por cumplidos y, con ello, su la parte variable de su retribución.

En teoría, no había blindajes

En su último informe de gobierno corporativo del ejercicio 2014, la empresa debía explicar a la CNMV de “forma detallada, los acuerdos entre la sociedad y sus cargos de administración, dirección y empleados que dispusieran de indemnizaciones, cláusulas de garantía o blindaje, cuando éstos dimitan o sean despedidos de forma improcedente”. La respuesta de la compañía: el número de beneficiarios fue “cero”. No había beneficiarios.

Pero el informe de la compañía al cierre del tercer trimestre del año detalla una realidad bien distinta. La marcha de Manuel Sánchez Ortega conllevó, de partida, una indemnización de 4,484 millones de euros. La empresa sevillana explica que tenía comprometida una “contraprestación derivada de la obligación de no competencia postcontractual” por un importe “equivalente al 100% de la retribución percibida por cualquier concepto en el ejercicio inmediatamente anterior”: los citados 4,484 millones de euros. A ellos se sumaría, además, el variable.

“En relación con la retribución variable anual (bonus) correspondiente al presente ejercicio 2015, el consejo de administración de la sociedad, previo informe favorable de la comisión de nombramientos y retribuciones, a la vista del previsible cumplimiento de los objetivos del ejercicio 2015 a los que está sujeta la retribución variable del consejero delegado”, argumenta la compañía a la CNMV. Como referencia, en todo el año 2014, la retribución total del consejo de administración de Abengoa se situó en 15,8 millones de euros.

Los objetivos para 2015

En el momento de su salida de la empresa, a finales de mayo, Sánchez Ortega tenía reconocido un variable para este ejercicio de “3,304 millones de euros” que “sólo se devengará una vez formuladas y auditadas las cuentas anuales de la sociedad correspondientes al ejercicio 2015 y, por tanto, sólo se abonará si se verifica el cumplimiento de los objetivos anuales fijados para dicho ejercicio”, matiza.

Su objetivo, según señaló en agosto, era aumentar sus ingresos entre un 2% un 8% y alcanzar un máximo de 7.700 millones

A día de hoy, dada la situación en la que se encuentra Abengoa, hablar de previsión de ingresos al cierre del año casi parece una utopía ya que en cuatro meses puede verse abocada al concurso de acreedores.

Su objetivo, según señaló en agosto, era aumentar sus ingresos entre un 2% un 8% y alcanzar un máximo de 7.700 millones de euros. Mientras, preveía que su resultado bruto de explotación (Ebitda) preveían que se situara entre los 1.310 y los 1.360 millones de euros.

La indemnización del ya expresidente

Ya en septiembre, cuando la compañía ya había revisado sus objetivos anuales, Felipe Benjumea anunció su marcha de la presidencia. Su renuncia perseguía, de nuevo, recuperar la confianza de los inversores y afrontar así la ampliación de capital de 650 millones que la empresa sevillana debía cerrar lo antes posible.

Y, de nuevo, había blindaje. “la compañía ha reconocido (...) la indemnización por cese anticipado del anterior presidente ejecutivo Felipe Benjumea por un importe equivalente a 11,484 millones de euros”. Esta cifra, que asume como “indemnización por cese anticipado y obligación de no competencia postcontractual” es equivalente, explica la compañía al regulador bursátil, “al 100% de la retribución percibida por cualquier concepto en el ejercicio inmediatamente anterior, esto es, 4,484 millones”. Suma, además, una “bonificación por permanencia por importe de siete millones”.

¿Cuál es el verdadero problema?

La situación de Abengoa se precipitó cuando Gonvarri (Gestamp) dio marcha atrás al preacuerdo que había alcanzado con la compañía de entrar en su capital con una aportación que podía llegar hasta los 650 millones de euros. La banca se negó entonces a refinanciar su deuda bruta, que asciende a 8.900 millones de euros. La oposición que estuvo liderada por las entidades acreedoras extranjeras, principalmente EKN y HSBC, que tienen más de 600 millones de euros de deuda de la compañía cada una.

“El problema es que los bancos no se fían de los actuales administradores”, afirma una fuente cercana a la compañía. En otras palabras, quieren un socio de referencia que retire a la familia Benjumea del control de la empresa. En septiembre ya forzaron la dimisión de Felipe Benjumea para sacar adelante la ampliación de capital que ahora ha fracasado.

El problema es que los bancos no se fían de los actuales propietarios de Abengoa, la familia Benjumea

Mientras tanto, la familia propietaria hace oídos sordos a las demandas de los bancos y el viernes dio más poderes a su mano derecha en la compañía, José Domínguez Abascal, tras la dimisión del consejero delegado Santiago Seage. De este modo, Abascal, que hasta ahora era presidente del consejo de administración, aglutina la mayor parte de los poderes ejecutivos de la compañía.

La falta de confianza llegó hasta su auditora, Deloitte que, incluso, dudaba sobre su viabilidad, al existir “una incertidumbre que puede generar dudas significativas sobre la capacidad de la sociedad para continuar como empresa en funcionamiento”. Las dudas se centraban en “la evolución de las operaciones del grupo en el trimestre terminado el 30 de septiembre y sus estimaciones sobre las necesidades de financiación”. El problema, de nuevo, la incertidumbre sobre cómo refinanciar su pasivo.

“Los resultados negativos de las operaciones al 30 de septiembre, la evolución negativa de la cotización en el trimestre tanto de las acciones de la sociedad dominante como de la dependiente Abengoa Yield, los problemas para acceder a los mercados de deuda como a las renovaciones de algunas líneas de financiación” eran las causas de la incertidumbre sobre su continuidad”.

Los inversores desprotegidos

La caída de Abengoa está arrastrando consigo a muchos accionistas minoritarios que tenían sus ahorros en títulos la firma sevillana. Los inversores se sienten indefensos ante la opacidad de la compañía, por lo que ya están estudiando medidas legales para defender sus derechos. La Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (Aemec) ha creado la primera agrupación de accionistas de Abengoa y estudia interponer acciones legales ante la situación que están viviendo por la pérdida de valor de sus títulos y la información oculta.

“Estamos colapsados”, indican desde la Asociación, “ya ha llegado a nosotros un centenar de inversores que se sienten indefensos”. Muchos de estos accionistas habían destinado una buena parte de sus ahorros a comprar los títulos de esta empresa por ser “un buque insignia de Andalucía”, explican desde Aemec. Y ahora, cuando más necesitan información sobre la situación de la empresa y su futuro, aseguran que “Abengoa está siendo más opaca que nunca”. Ahora sus acciones casi no valen nada después de que se hayan desplomado un 90% en los últimos seis meses y no saben si es el momento de vender.

Los bancos acreedores, los inversores profesionales y ahora, los accionistas minoritarios. Todos ellos sienten que Abengoa les ocultó información relevante con su ingeniería financiera. Mientras tanto, la CNMV apenas ha intervenido en la crisis que ha vivido la firma sevillana a lo largo de la semana. Los problemas empezaron el miércoles 25 cuando la compañía anunció a través de un comunicado que Gonvarri (filial de Gestamp) rompía su acuerdo para entrar en el capital de la compañía con una inversión de 300 millones de euros.

Desde entonces, sólo se han publicado tres comunicados en la CNMV, de los cuales, uno es para informar de la suspensión de cotización de sus acciones en la apertura de la sesión de ese día 25. El segundo confirmaba que la empresa había solicitado el preconcurso de acreedores y el tercero, del viernes al mediodía, informaba de los cambios en su consejo de administración. Durante todo este tiempo, las acciones de Abengoa se desplomaban en bolsa y los inversores protestan que no tenían información suficiente para tomar decisiones. Sus acciones seguirán fluctuando en bolsa: Abengoa asegura que no tiene previsto solicitar la suspensión de cotización de sus acciones.