I wanna go where the people go” Ginger

Uno de los grandes problemas con los que se encuentra la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ante su reunión de este miércoles en Viena es la alternativa del diablo. Aquella por la cual una decisión tiene más que probables consecuencias negativas o muy negativas.

Y es que, si la OPEP decide llegar a un acuerdo de congelar la producción, el principal beneficiario será el fracking en EEUU, que inmediatamente aprovechará para aumentar volúmenes. Adicionalmente, ante la imagen de que el grupo de países actúa para hacer daño a los consumidores, se aceleraría el proceso de sustitución -vehículos eléctricos, políticas de descarbonización-. Pero es que, si deciden no llegar a ningún acuerdo, empieza la guerra por las cuotas de mercado.

Yo he sido invitado en cuatro ocasiones a la reunión anual de la OPEP en Viena y me he encontrado con muchos mitos que se esparcen por los medios de comunicación. Recordemos por un momento a los lectores por qué los países de la OPEP no llegan fácilmente a acuerdos.

  • - La OPEP es solo el 30% de la producción global de crudo y líquidos. Su capacidad de influir es cada vez menor en un mercado global donde los barriles adicionales llegan de países donde las decisiones de producción no son estatales, sino empresariales.
  • - Los países de la OPEP no gestionan su posición desde el precio, sino desde la cuota de mercado. Por esa razón Irán o la invitada, Irak, no están dispuestos a reducir su producción hasta que alcancen, respectivamente, su cuota de mercado previa a las sanciones y anterior a la guerra.
  • - Los países de la OPEP hace mucho que no establecen cuotas por países. Por lo tanto, las decisiones de reducción o recorte de producción siempre se dejan al libre albedrío de cada país, que tiende a sobrepasar su nivel de producción.
  • - Congelar la producción sabiendo que se produciría la sustitución por barriles de EEUU tiene efecto cero de equilibrar el mercado, pero tiene un efecto negativo muy importante. Se pierden dólares en las reservas de divisa de los bancos centrales de los países productores. Divisas esenciales para atender a compromisos de deuda, financiación de proyectos y subsidios. Por ello, renunciar a ingresar dólares a cambio de un recorte que no equilibra el mercado es dispararse en el propio pie.

Mucho se ha hablado de la “rebeldía” de Irán e Irak a la hora de congelar producción, y es correcta. Pero no es la única razón por la que un acuerdo parece distante. Los tres países con los barriles más competitivos a precio bajo son Irán, Irak y Arabia Saudí.  De esos tres países, Arabia Saudí ha sido la que ha compensado con creces la ralentización del crecimiento de EEUU. La estrategia del Reino ha funcionado. EEUU, con la caída del precio del petróleo, ha ido reduciendo producción, mientras Arabia Saudí aumentaba cuota de mercado, fortaleciendo su posición como “banco central del petróleo”.

Pero, adicionalmente, los países de la OPEP son conscientes de que la debilidad del mercado de petróleo es estructural, como explicábamos aquí.

Hoy, esa debilidad estructural -que se refleja, entre otras cosas, en que se hable de que “el precio se dispara” a 48 dólares el barril- es también evidente en la enorme cantidad de petróleo almacenado en barcos, que ya alcanza los mismos niveles que en 2008, unos ocho millones de barriles.

Y es que el gran elefante en la habitación para los productores de petróleo es, por un lado, la eficiencia, que se “come” figurativamente hasta medio millón de barriles al día de demanda potencial cada año, la sustitución, que ya es inevitable y pone en peligro el reinado del crudo en el mercado del transporte, y la ralentización de una demanda china de burbuja que se había incorporado a las estimaciones de analistas y agencias como algo estructural, no una evidente anomalía en un modelo de crecimiento insostenible.

Estos factores hacen que el crecimiento de la demanda anual se sitúe casi inevitablemente todos los años muy por debajo del crecimiento de la producción.

2016 está siendo un año histórico en cuanto a riesgos geopolíticos -a las sanciones a Rusia, guerra en Siria, ISIS, se une la crisis en Nigeria, desplome de Brasil- . Que el petróleo, en esas circunstancias, sea incapaz de superar los 50 dólares el barril muestra lo bien suministrado que está el mercado. La capacidad excedentaria sigue superando los 2,5 millones de barriles al día.

Se decida lo que se decida en Viena, las fuerzas que aplanan el mercado de la energía siguen avanzando. Y un acuerdo puntual, que en cualquier caso sería más que cuestionable en su eficacia y cumplimiento, solo las aceleraría.

Hace ya muchos años que mi admirado Sadad Al Husseini advertía de los riesgos de una estrategia contraproducente por parte de la OPEP. Si olvida su máxima de mostrarse como el “suministrador flexible, fiable y competitivo”, la alternativa del diablo les llevará a empeorar el desequilibrio del mercado del petróleo. Porque la respuesta de los consumidores y las alternativas se dispararán.

La OPEP solo tendrá éxito si pone en evidencia a las alternativas dejando claro que son mucho más flexibles y competitivos que otros. Si cae en la trampa de una congelación o recorte inútil, acelerará su -ya evidente- decadencia.