El avión dejará paso al tren paulatinamente en los trayectos de menos de 600 kilómetros.

El avión dejará paso al tren paulatinamente en los trayectos de menos de 600 kilómetros.

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Así dominará el AVE los viajes entre Madrid y Barcelona para cumplir el sueño de Colau

La liberalización ferroviaria pondrá los cimientos para que el tren pueda hacerse con los desplazamientos entre ambas ciudades que hoy se realizan en avión.

9 enero, 2020 03:00

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En su propósito de abanderar el movimiento ecologista, Ada Colau ha anunciado su intención de solicitar el fin de los vuelos entre Madrid y Barcelona. La alcaldesa de Barcelona se suma de esta manera a los movimientos que ya están tomando fuerza en países como Francia, Holanda o Alemania para que las conexiones aéreas desaparezcan en aquellos trayectos por debajo de los 600 kilómetros donde exista una alternativa ferroviaria. 

La petición de Colau no es nueva en España. Ya formaba parte del programa electoral de Más País que, a su vez, se inspiró en un movimiento que cuenta cada vez con más apoyos en la Unión Europea. El activismo ecologista le ha dado forma en el denominado como "flight shame": un intento de concienciación del impacto ambiental de los vuelos que va sumando adeptos.

Pero, ¿es posible que el transporte ferroviario absorba todos los viajes de avión entre Madrid y Barcelona? A corto plazo, no. A largo, podría conseguirse pero dependerá de la apuesta por la intermodalidad que realicen los próximos gobiernos

Actualmente, distintos estudios señalan que el número de pasajeros que se desplaza anualmente entre Madrid y Barcelona superaría los nueve millones sin llegar a los 10. La horquilla viene por la dificultad de cuantificar con exactitud cuántas de las personas que viajan entre ambas ciudades tienen como destino final una de las capitales. Al tratarse de grandes hubs internacionales es difícil dar a una cifra exacta. 

En lo que sí existe un gran consenso es en cómo se reparte actualmente esta tarta entre las distintas opciones que tienen los usuarios. Las cifras tanto de operadores, como de estamentos públicos señalan que la carretera y el tren se reparten casi a partes iguales el 80% de los desplazamientos entre las dos capitales. Mientras, el avión supone una cifra cercana al 20%. 

En este reparto el avión ha sido el medio que más pasajeros ha perdido desde 2007 cuando controlaba el 63% de los viajes, según señalan desde la Asociación de Líneas Aéreas (Ala). Unos pasajeros que mayoritariamente han ido optando por el tren hasta suponer 4,3 millones de viajeros al año según los últimos datos de Renfe.

Aumento del mercado ferroviario

La puesta en marcha de la liberalización ferroviaria va a suponer un nuevo acelerón para esta tendencia. Adif va a aumentar paulatinamente un 50% el número de circulaciones entre Madrid y Barcelona durante los próximos años. Unos surcos que serán operados por Renfe, Ilsa y SNCF que van a intentar sacar el máximo rendimiento. Para ello será clave que cuenten con trenes con la mayor capacidad que la actual y, del mismo modo, que consigan altos grados de ocupación.

Aunque aún no se conocen al detalle los planes de Ilsa y SNCF, Renfe ya ha comenzado a mostrar sus cartas para el nuevo mercado. La compañía va a dotar a su servcio low cost Avlo de trenes que contarán con mayor capacidad. En concreto, una primera tanda de la serie 112 con la que arrancará el servicio el próximo abril serán capaces de transportar a 438 personas, un 20% más. Una segunda generación de trenes aumentará esta cifra hasta los 581.

En lo que tiene que ver con la ocupación, actualmente Renfe llega a un 89% en la ruta Madrid-Barcelona. Pero el AVE tiene una singularidad, un pasajero que viaje en un tren que comunica Madrid con Barcelona puede bajarse en una parada intermedia como Zaragoza. Esto hace que en el sector ferroviario se utilice también como referencia la tasa de aprovechamiento, que mide los viajeros por kilómetro y plazas. En este ratio se llegaría al 76% y desde el sector se señala que es posible mejorar el punto de partida actual en España

Con este aumento, tanto de las circulaciones como de la capacidad de los trenes, algunos informes señalan que el mercado ferroviario liberalizado español podría aumentar más de 60% en los próximos años lo que lo dispararía por encima de lo siete millones de pasajeros al año. Estos datos hacen que desde el sector ferroviario se vea factible absorber los pasajeros del avión en la próxima década.

Para lograrlo, en paralelo a este aumento de capacidad ferroviaria es necesaria una adecuación de estaciones de tren y aeropuertos que simplifique la intermovilidad entre trenes y aviones. En este sentido los movimientos ya han comenzado: Aena encargó el pasado verano un estudio para evaluar cómo llevar el AVE a Barajas. Una decisión que el propio presidente de Iberia, Luis Gallego, lleva meses pidiendo.

En este sentido Javier Gándara, presidente de ALA, señala al "altísimo porcentaje de pasajeros en conexión" que se desplazan a diario entre Madrid y Barcelona como principal escollo. "Antes de tomar decisiones que limiten los vuelos hay que solucionar la intermodalidad. Si prohibimos a estos viajeros hacer conexiones entre Madrid y Barcelona irán por Frankfurt y no solucionaremos ningún problema medioambiental".

Llegada del AVE a los aeropuertos

La llegada de la alta velocidad a los aeropuertos de Barajas y El Prat eliminaría la necesidad de contar con vuelos que conectaran ambas ciudades. En el caso de conseguirse sólo debería solucionarse la parte logística del embarque y el equipaje, cuestiones que no supondrían grandes barreras. 

KLM, Thalys y NS Dutch Railways ya se han unido para reemplazar parte de los vuelos que la aerolínea realiza entre Bruselas y el aeropuerto de Amsterdam Schiphol a partir del próximo mes de marzo de 2020. Una experiencia piloto con la que la compañía aérea pretende adelantarse a las decisiones políticas y estudiar la viabilidad de combinar el tren y el avión

Así las cosas, sector aéreo y ferroviario tendrán el mandato para hacer realidad durante la próxima década lo que a día de hoy son un cúmulo de buenas intenciones. Sólo la colaboración cerrada entre ambos sectores y las decisiones políticas pertinentes permitirán que el avión ceda su testigo al tren en los viajes por debajo de los 600 kilómetros.