Es una gran desconocida para el gran público, pero la Corporate Average Fuel Emissions se ha convertido en la gran obsesión de los fabricantes de coches. Entra en vigor el 1 de enero, y les obliga a que al cierre del año, la media de emisiones de los vehículos vendidos no supere los 95 gramos de CO2 por kilómetro. Un escenario para el que pocos fabricantes, por no decir ninguno, están preparados.

Las estimaciones de Moody’s indican que es Toyota la automovilística que más fácil lo tendrá. Tendrá que reducir algo más de un 5%, mientras que los grandes gigantes alemanes (como BMW, Daimler o Volkswagen), tendrán que lograr una reducción que rondará el 20% o el 30% si quieren lograr sus objetivos individuales ya que éstos dependen de la masa media de vehículos que pone a la venta.

En juego hay -según algunos cálculos- hasta 30.000 millones en sanciones, aunque los fabricantes dicen estar convencidos de que serán capaces de cumplir con las exigencias de la Unión Europea. Sin embargo, van a tener que hacer serios cambios en sus políticas para poder llegar a los objetivos. Que le pregunten a Volkswagen, el primer fabricante del mundo, que va a invertir 44.000 millones de euros hasta 2023 con un objetivo: liderar el mercado eléctrico.

Una transformación en la que ya están inmersos otros grandes fabricantes del sector. Una reconversión que pondrá en jaque miles de puestos de trabajo y que está obligando a alguna de las grandes automovilísticas a fusionarse. Ahí está el ejemplo de PSA y Fiat, que ya están trabajando en un proceso de unificación. 

Si logran cerrar el acuerdo y recibir el visto bueno de las autoridades de competencia, PSA y Fiat darán lugar al cuarto fabricante de automóviles del mundo. 

Situación España

Una transformación en la que no acompañan las ventas. Se estima que para este curso el sector contraiga las unidades vendidas en torno a un 2% y para el 2020 se espera otra caída del 3% a nivel europeo. Si miramos al caso español las cosas no son mucho mejores: Los datos de Moody’s dicen que en España se venderán en 2020 unos 1,23 millones de vehículos ligeros, lo que supone un 3,1% menos que en 2019 cuando prevé unas ventas de algo más de 1,27 millones de unidades vendidas.

Los cálculos de la agencia de calificación van en línea con lo que prevén los concesionarios. La patronal que los agrupa, Faconauto, se muestra muy crítica con los fabricantes ya que considera que se está sometiendo a una gran presión a las redes de distribución. ¿De qué manera? Forzándoles a alcanzar unas ventas mínimas de vehículos con emisiones cero y, en caso de que no lleguen, dejarían de recibir los incentivos que cobran anualmente.

Un esfuerzo que para muchos podría resultar titánico a la vista de las dudas generadas entre los consumidores en el último año. ¿Motivadas por qué? Básicamente por la inseguridad que se ha extendido a costa de las prohibiciones en algunas ciudades a la circulación de los vehículos más contaminantes.

Unas dudas que vienen también motivadas por los anuncios lanzados desde el Gobierno que hablan de una prohibición del ‘coche fósil’ en el entorno del 2030. Es decir, pasado mañana como quien dice, dado que en estos momentos la vida media de un coche en España es de 13 años.

Esa demonización del diésel en España es la que ha provocado esa indefinición del consumidor, pero también que en los últimos meses la demanda de coches gasolina haya aumentado. Esto ha traído como consecuencia que las emisiones medias de CO2 por kilómetro de los coches se haya disparado hasta los 122 gramos frente a los 119 de un año antes. Es decir, un aumento del 3,3% en un momento en el que deberían estar pensando en reducirse.

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