Los gigantes tecnológicos quieren imitar a la banca, pero no ser bancos. Con la materia prima del sector financiero (el dinero) valorada en cero por los bajos tipos de interés y la mala reputación que padece el sector, para Google, Facebook, Apple o Amazon no es atractivo convertirse en banco, pero sí hurgar en su negocio. Esta es una de las principales conclusiones extraídas por los autores del informe La banca ante las Big Tech que presentaron este jueves en Madrid KPMG y Funcas.

Si estos gigantes quisieran dar ese paso, podrían comprar un banco sin problema. Para Apple, hacerse con el Santander sería relativamente sencillo. La capitalización bursátil del gigante de la manzana casi equivale al PIB español, es decir, supera el billón de euros, frente a los algo más de 64.500 millones de euros que vale el gran banco español en Bolsa o los 7.897 millones de euros que cuesta Bankia (datos a cierre de la elaboración del citado informe).

Esa diferencia de valor también se plasma en las cuentas de resultados. Apple gana 52.200 millones de euros al año, frente a los 7.810 millones de euros del Santander, según los datos que incorpora el estudio.

"Si las Big Tech quisieran comprar un banco, tienen caja para hacerlo. No lo hacen porque no quieren", según el socio responsable de Transformación de KPMG en España, Ramón Cañete, que apostilla que ni siquiera tienen interés en hacerse con un neobanco porque "su negocio está en otro sitio"... a día de hoy.

La regulación a la que las autoridades someten a los bancos es una carga demasiado pesada para este tipo de empresas. Además de los requisitos de capital y solvencia que los reguladores exigen a las entidades, los bancos tienen que cumplir con una maraña legislativa en otros ámbitos como blanqueo de capitales, MiFID o el Fondo de Garantía de Depósitos.

Sin embargo, la apuesta de las grandes tecnológicas por conceder crédito al consumo es cada vez más fuerte. Tanto es así que, en España, esta semana se ha presentado un banco ligado a una empresa de telecomunicaciones, Orange Bank, que está dispuesto a pagar un 1% por los depósitos de sus clientes.

Una apuesta que utiliza una materia prima que vale cero -el dinero- a cambio de obtener algo que cada vez tiene más valor: los datos confidenciales de los clientes asociados a la contratación de un crédito, según advirtió el director de Estudios Financieros de Funcas, Santiago Carbó.

Más allá de esto, los autores del informe coincidieron en señalar que los gigantes tecnológicos no tienen interés en ofrecer un servicio financiero concreto. Su negocio está en la publicidad, los smartphones y sus servicios o el comercio, no en las finanzas. Según datos de Funcas y KPMG, el 56,8% de la cuota de ingresos publicitarios en Estados Unidos se reparte entre Google y Facebook.

La privacidad en juego

Sin embargo, el llamado Big Tech Banking entraña riesgos para el consumidor y para el sector financiero. Entre otros motivos, porque su estrategia en este mercado no es transparente y podría cambiar si los bancos centrales subieran en el futuro los tipos de interés y devolvieran a la banca la rentabilidad de la que tradicionalmente disfrutó el sector.

En este contexto, el eje de todo es la "privacidad de los datos", según el socio responsable del sector financiero de KPMG en España, Francisco Uría.

Si no se avanza en el monopolio de los datos, "las Big Tech tienen las de ganar en esta partida porque con regulaciones como la PSD2 (normativa europea sobre pagos electrónicos) van a lograr esos datos". Así, "la banca debe jugar esta partida con la protección de datos", añadió Carbó por su parte.

En este sentido, el informe recuerda que "Facebook, Twitter o Google protagonizaron algunos escándalos en 2018. Si pretenden que los usuarios confíen en ellos, necesitarían tomar medidas como proteger mejor los datos, luchar contra las noticias falsas o impulsar la diversidad".

Presión en Europa

Para ganarse a las autoridades europeas, el presupuesto anual para lobby de las cuatro Big Tech citadas -más Microsoft- ronda los 12,5 millones de euros anuales.

Sin embargo, pese a la influencia que ya ejercen en Europa las grandes tech, los reguladores y los bancos centrales están empezando a preguntarse si sus actividades bancarias son una verdadera amenaza para el sector financiero y la estabilidad financiera.

Entre otros, porque como advierte Carbó, la actividad que las grandes tecnológicas asiáticas (Alibaba, Baidu o Tencent) están jugando en el negocio financiero hace sospechar de que están aumentando las operaciones de banca en la sombra, cuyos riesgos son más difíciles de conocer.

En este contexto, el paso de Facebook con Libra ha sido clave para que los reguladores y bancos centrales tomen conciencia de que no pueden perder de vista la irrupción de las tecnológicas en el mundo financiero.

Entre otros motivos, porque como apuntó otro de los autores del informe, Francisco Rodríguez, economista senior de la dirección de estudios financieros de Funcas, "confiamos en el BCE pero los jóvenes confían en Instagram". Y esa confianza es la clave de la validez de una moneda en circulación.

No obstante, controlar todos estos riesgos, concluyó Uría, no debe ser una excusa para limitar la innovación porque la evolución siempre acaba produciéndose. Tanto es así que los autores de este informen reconocen que pronto quedará superado por la realidad. Prueba de ello es que en el pasado sus estudios se centraron en la amenaza que suponía para la banca la irrupción de las fintech -con las que ya han sellado alianzas- y ese debate empieza a ser superado por el nuevo Big Tech Banking.

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