Las cámaras recogieron en la mañana este lunes el sonido de los tacones de Christine Lagarde (París, 1956) sobre el suelo húmedo a su llegada a la sede del Banco Central Europeo (BCE) para afrontar su primera jornada de trabajo en la institución. La primera mujer en presidir el BCE llega a Fráncfort pisando fuerte y aunque el foco de su mandato se haya puesto en qué hará con los tipos de interés, Lagarde aterriza con otras tareas en mente. Una de las más importantes, impulsar, por fin, el proceso de fusiones transfronterizas de la gran banca europea.

La exdirectora gerente del FMI, procede de la política, pero antes de ser ministra del Gobierno galo, trabajó como abogada para la empresa privada. Su especialidad en el prestigioso despacho internacional Baker & McKenzie era derecho laboral, competencia y fusiones y adquisiciones.

Una experiencia de la que podrá tirar para impulsar un proceso de consolidación en el sector bancario que numerosas voces del organismo han defendido en público. Entre ellos, su antecesor en el cargo, Mario Draghi, que en varias ocasiones ha instado a la banca europea a perder el miedo y apostar por las fusiones para hacer frente a su exceso de capacidad. 

Un discurso que se ha encargado de apuntalar el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, al señalar las fusiones como único arma para que la banca europea supere sus problemas de baja rentabilidad.

Dificultad que las entidades financieras del euro achacan, en buena medida, a la prolongación en el tiempo de los bajos tipos de interés (e incluso, los tipos negativos para la facilidad de depósitos). Pero que según el organismo del que depende su supervisión se debe a otros factores no coyunturales que afectan al modelo de negocio de un sector que tiene que adaptarse a un nuevo marco digital con menos empleados y menos sucursales.

Si Draghi siguió de cerca especialmente a la banca italiana, no se espera menos de Lagarde con la banca francesa. Y en este contexto, fuentes del sector, apuntan a Société Générale y BNP Paribas como candidatos a mover ficha en un proceso de consolidación en el que también habrá protagonistas españoles, con BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankia en el punto de mira.

Frente fiscal en Berlín

A su llegada a la sede del BCE, Lagarde se detuvo este lunes para hablar con la prensa que la esperaba a las puertas del edificio. La nueva presidenta avanzó que en su primer día de trabajo tenía prevista una reunión con una parte importante del equipo del BCE y después viajaría a Berlín para acompañar en un acto a su colega Wolfgang Schäuble, actual presidente del Bundestag.

No es casualidad que el primer viaje de la abogada francesa sea la capital de la cancillería. Si durante su mandato, Draghi tuvo que convencer a Angela Merkel de que flexibilizara su postura para dar alas a una política monetaria más acomodaticia, Lagarde tendrá que lograr que la canciller abra la mano con la política fiscal para intentar frenar la desaceleración de la economía europea.

Tras la crisis económica, Lagarde ha venido advirtiendo desde el FMI de los peligros de lo que calificó como el crecimiento mediocre de la economía global.

Su mandato al frente del BCE arranca marcado por la menor munición que le queda a un organismo que lleva años reclamando a los gobiernos europeos medidas estructurales para combatir el débil crecimiento de la Eurozona.

Pese a la fragilidad de una economía muy expuesta a la incertidumbre de la guerra comercial, el populismo y el brexit, ella misma reconoció en su discurso para despedir a Draghi que recibe el mando del BCE con la popularidad del euro en máximos.

Con el legado de una unión monetaria más fuerte y un supervisor único en la eurozona, en el entorno del BCE se espera que este nuevo mandato esté marcado por las primeras fusiones entre los grandes bancos del euro.

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