"Vamos a conectar el Támesis con el Mar Mediterráneo y el Mar del Norte con el Océano Atlántico". Así de contundentes se muestran desde la SNCF, el operador ferroviario público francés a la hora de esgrimir los planes que tienen para dominar la nueva era del transporte por ferrocarril de alta velocidad.

La compañía francesa ha anunciado su intención de fusionar Eurostar y Thalys para crear GreenSpeed. Un proyecto que nace con un ambicioso objetivo: desbancar en trayectos europeos a líneas aéreas de bajo coste y automóviles.

Actualmente la SNCF cuenta con el 55% y el 60% del capital respectivamente de ambas compañías. Tras la fusión, aspira a que la empresa resultante pase de transportar 18,5 millones de pasajeros a 30 millones una vez se consigan todas las sinergias proyectadas.

Actualmente Eurostar y Thalys conectan Amsterdam, Bruselas y Londres con otras ciudades europeas con trenes de alta velocidad. Si esta operación termina por llegar a buen puerto, deberá ser revisada por las autoridades de competencia, ya que pretenden agrupar recursos de flotas, sus sistemas de información y comercialización de billetes.

La próxima liberalización del mercado ferroviario europeo, que tendrán su pistoletazo de salida en diciembre de 2020, pretende crear las condiciones perfectas para terminar de popularizar el transporte por alta velocidad ferroviaria entre los pasajeros europeos.

Este proyecto impulsado por la Unión Europea persigue reducir las tasas ferroviarias y crear viajeros de tren sacándolos tanto de la carretera como de los trayectos cortos aéreos favoreciendo la competencia entre operadores ferroviarios. En paralelo, países como Alemania, Francia o Bélgica también están realizando sus movimientos para penalizar otras formas de transporte mientras fomentan los viajes en tren.

Una tendencia que ha tenido su último gran movimiento en Alemnia hace pocos días. El gobierno de Angela Merkel va a duplicar los impuestos sobre los vuelos domésticos. Una medida que, en el caso de que las aerolíneas decidan trasladar ese coste a los usuarios, encarecerá los billetes una media de 15 euros.

En el mismo paquete de medidas, el ejecutivo alemán ha decidido reducir del 19% al 7% el IVA de los viajes en tren. Una serie de medidas con las que se pretende hacer del ferrocarril de alta velocidad europeo la bandera del transporte continental en la lucha contra la reducción de las emisiones. 

Efectos para la liberalización española

Aunque el proyecto GreenSpeed nace con vocación de dominar el transporte internacional ferroviario de alta velocidad, este movimiento tiene sus consecuencias de cara al proceso de liberalización español.

Con cada movimiento que da, la SNCF deja todo lo claro que puede que su intención es ser un actor que lidere esta nueva era del transporte ferroviario. Una actitud que cada vez le aleja más de formar parte de uno de los consorcios que se están constituyendo para competir contra Renfe. Es decir, que parece mostrar su intención de ser  una de las empresas que encabece (por sí misma) una propuesta de nuevo operador en España.

Actualmente el operador francés se encuentra en negociaciones con Acciona y los accionistas de Air Nostrum para entrar en Ilsa, el proyecto ferroviario liderado por la compañía presidida por José Manuel Entrecanales. Un consorcio que también mantiene conversaciones con el operador público italiano Trenitalia y que a lo largo del próximo mes cerrará su configuración definitiva.

En el caso de que ninguna negociación cristalice, este no sería el fin de los planes de la SNCF para España. La compañía, a través de Rachel Picard, CEO de Voyage SNCF, ya dejó claro en su último encuentro con medios españoles que tiene capacidad de sobra para entrar a operar en solitario. 

Así las cosas, el mercado ferroviario europeo ha entrado en estado de ebullición. 2020 será el pistoletazo de salida para la nueva era ferroviaria del continente. Un proceso en el que los políticos europeos están poniendo toda la carne en el asador para reducir las emisiones contaminantes del transporte de pasajeros. Una nueva era que, por lo menos de arranque, comienza con acento francés