"Again and again, why don’t you do it again”, Rick Parfitt

El gobierno argentino tuvo una excelente oportunidad para salir del brutal agujero monetario y fiscal en el que se había sumido al país durante el kirchnerismo. Sin embargo, decidió tomar una arriesgada apuesta: asumir que el dólar se debilitaría y la entrada de capitales hacia Argentina evitaría un ajuste serio y estructural.

La decisión venía 'avalada' por importantes bancos de inversión, que apostaban al masivo “carry trade” (apuesta de arbitraje) contra el dólar para apostar por economías con enormes desequilibrios que esperaban que se disfrazasen con el gas de la risa monetario. Se equivocaron... Y de qué manera. Al fiar toda la recuperación a factores externos no ganaron tiempo, sino que lo perdieron. Y la poca confianza que se depositó, se quebró. Lo peor es que Argentina supera, con mucho, a cualquier país de su entorno en desequilibrios y no debería haber caído en ese error.

El gobierno de Macri, bajo el lema “cambiemos”, no cambió casi nada. El gradualismo asumía reformas cosméticas, pero no atajaba los dos grandes problemas de la Argentina. El agujero monetario y el fiscal.

Lo expliqué en Seeking Alpha. En los últimos diez años, Argentina aumentó su masa monetaria un 1.200% para financiar un gasto público desbocado imprimiendo dinero “para el pueblo”. En “Cuidar el peso es fácil, no lo hundan". También comentaba que el desastre monetario es ya una constante argentina. Gobierno tras gobierno se niegan a reconocer que han hundido la confianza de los ciudadanos en el peso como reserva de valor y moneda de cambio.

El hundimiento de la moneda argentina no es nuevo, es el reflejo de una política de asalto a los salarios y ahorros de los argentinos llevada a cabo desde el gobierno junto al banco central. La devastadora y mal llamada “política monetaria inclusiva” –es decir, destruir el poder adquisitivo de la moneda imprimiendo sin control- ha hecho que el peso haya perdido casi un 97% de su valor con respecto al dólar en diez años.

¿A qué se ha dedicado? A financiar el enorme y creciente gasto político imprimiendo pesos sin demanda real y con incrementos de la masa monetaria hasta diez veces superiores a EEUU. Así, la demanda de pesos es casi inexistente. Casi ningún ciudadano argentino quiere pesos.

Esta locura monetaria se convertía en el mayor escollo para el desarrollo de Argentina. La espiral inflacionista y devaluadora ha sido letal para la economía argentina.

El error de los últimos años ha sido pensar que ese enorme agujero monetario dejado por la anterior administración se podía corregir de manera gradual sin atacar los dos frentes fundamentales de riesgo para la economía: el efecto desplazador de la inflación y la devaluación, que expulsa la inversión productiva y a largo plazo; y el gasto político, que canibaliza la actividad económica vía la cuña fiscal más alta de la región.

La medida que ha tomado el gobierno ahora no es un cepo al dólar, es un cepo a los ahorros de los ciudadanos. Limitar la retirada de dólares a 10.000 mensuales y obligar a los exportadores a cambiar los dólares que reciban por unos pesos sin valor son medidas que no defienden a los argentinos, los asaltan.

No es nada nuevo. Detrás de cada uno de estos controles de capitales está la obstinación por creer que se va a generar calma cuando la alarma la genera el propio gobierno y el banco central. Ya hemos vivido estos “controles de capitales” y su efecto. Menor confianza.

¿Por qué no tiene confianza el ciudadano argentino en su moneda? Porque no es tonto ni amnésico. Sabe que los gobiernos volverán a financiar el gasto imprimiendo pesos inservibles y destruyendo el poder adquisitivo de la moneda.

Como me explicaba un buen amigo argentino “los gobiernos solo saben destruir la moneda para confiscar legalmente ingresos/patrimonios/ahorros y financiar el populismo”.

En mi comentario en la prensa argentina, yo explicaba: “¿Y qué han hecho esos “mercados” ante el riesgo que todo ciudadano argentino conoce bien porque ha vivido la época alocada de la política monetaria “inclusiva” que destruyó el peso, la confianza y el sector productivo del país?

¿Qué hacen muchísimos ciudadanos argentinos cada mes ante la evidencia de que le van a sustraer la mayoría de su riqueza a través de la devaluación constante, la inflación y los impuestos? Huir. Esos ciudadanos venden sus pesos para comprar dólares, oro o bitcoin o cualquier opción para mantener el valor de sus merecidos ahorros y salarios.

El ciudadano argentino es un héroe a la hora de combatir el ataque contra sus ahorros y poder adquisitivo de sus salarios que ha supuesto históricamente la errónea política monetaria del Banco Central Argentino y los gobiernos. Los “mercados” solo han hecho lo que cientos de miles de argentinos hacen cada día, no dejarse engañar.

No se genera desconfianza o fuga de capitales cuando se atrae inversión, se defiende el poder adquisitivo de la moneda y se fortalece la seguridad inversora. Entonces, los pensionistas, ahorradores y estados invierten sus ahorros en el país”.

Argentina es un país rico con enorme potencial. Sin embargo, tiene inflación y moneda de país tercermundista. Una moneda inservible que ni sus ciudadanos quieren. Solo sirve para financiar un populismo creciente a costa de lo que queda de los sectores productivos, héroes del país, y sus ahorradores. Argentina tiene una política monetaria y fiscal extractiva, confiscatoria y devastadora.

Pueden poner todos los controles de capitales que quieran y hablar del dólar como si fuera el problema cuando el verdadero problema es el uso político del peso.

El próximo gobierno, como en tantas ocasiones anteriores, hará impago, impondrá un corralito y culpará a los especuladores mientras se lanza a otra ronda de impresión de pesos. Y el ciudadano, héroe, huirá.

Había una salida alternativa al desastre que hemos visto: “Determinar el dólar como moneda de curso legal, como hizo El Salvador y Ecuador, junto a una serie de medidas en el Parlamento como poner límite al endeudamiento público, a la presión fiscal y prohibir al Banco Central que financie al Tesoro emitiendo moneda y deuda”, como dije.

No se hará. El populismo extractivo ha vuelto a ganar. Si esperan que los ciudadanos, ahorradores e inversores en Argentina se queden a disfrutar del expolio, pueden esperar sentados. Se repite lo que hemos visto tantas veces en un país que lleva un 30% de su historia reciente (desde 1950) en recesión.

El único cepo que debería haber impuesto Macri es el cepo al banco central... y otro al gasto político extractivo. Prefirió creer en la magia de esperar y ver.

Cuando les digan que “hay que crear dinero para el pueblo para financiar más y más gasto público”, miren a Argentina, Venezuela, Zimbabwe… y comprueben el resultado. Los intervencionistas les dirán que Argentina no vale como ejemplo porque tiene que tomar deuda en dólares y como le faltan, tienen que comprar dólares para sobrevivir.

¿Por qué lo hacen? ¿Por qué son tontos y no entienden las soluciones mágicas de la MMT que dicen que un país puede emitir toda la moneda que quiera sin riesgo de impago? No. Porque no existe demanda de esos pesos. Nadie quiere deuda con el riesgo moneda. La ilusión monetaria populista es un cuento.