El sector del automóvil se enfrenta a una cruda realidad en España. Este mes de julio se confirmaba que el número de matriculaciones acumulaba diez meses consecutivos de caída. Ahora, las malas noticias llegan desde el apartado de producción: las fábricas de vehículos han disminuido su actividad por octavo mes sucesivo.

Según las cifras que maneja la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, en junio se produjeron 261.453 vehículos, lo que supone un descenso del 6%. Si se analizan los datos semestrales, se observa que en 2019, la industria automovilística ha fabricado 1.537.773 unidades menos, lo que equivale a una caída acumulada del 5,6%.

Esta situación no se da de manera exclusiva en España, puesto que también se produce en otros países del continente. Así, las fábricas alemanas han reducido su actividad en un 12,5%, mientras que Italia lo hizo en un 18,2% y Reino Unido produjo un 21,1% menos.

Para encontrar las causas de las reducciones en la producción, es necesario mirar a los países a los que España exporta sus vehículos. De los que se encuentran en la Unión Europea, solo Alemania ha aumentado sus matriculaciones (y de una forma tímida, en un 5%). Otros, como Italia o Francia, han disminuido las matriculaciones en un 3,5% y un 1,8%, respectivamente.

El principal comprador de automóviles españoles, Turquía, también ha experimentado un gran descenso en el número de matriculaciones, un 52,4% menos hasta junio. Estados Unidos, el segundo mercado en importancia fuera de la UE, se han comercializado un 9% menos de coches, y en México, un 11% menos.

Con este contexto, se comprende que las exportaciones de coches españoles también han sufrido reducciones. En concreto, en el mes de junio se enviaron 209.550 unidades, lo que supone una caída del 10,2% respecto al mismo mes del año pasado. Este porcentaje se sitúa por encima de la media del semestre, que señala un descenso del 6,5% en las exportaciones, con 1.234.254 vehículos.

La complicada situación general del sector de la automoción tiene su origen en la crisis del diésel. Los compradores, ante esta problemática, tienen dudas sobre qué tipo de automóvil adquirir y, en muchos casos, terminan decantándose por no hacerlo. Parece que la industria se encamina en la dirección de la energía eléctrica para impulsar la movilidad del futuro, pero no está todo escrito aún.