Imagen de un centro de Unipost.

Imagen de un centro de Unipost. EE

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Del pufo ‘indepe’ de Unipost a la ‘pella’ de Fotoprix: las otras deudas que Hacienda no cobrará

Los técnicos de Hacienda avisan que casi la mitad de los 40.000 millones que deben los grandes deudores no se cobrarán jamás. 

28 junio, 2019 04:10

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Seguramente recordará el anuncio de radio de aquella cadena de tiendas de fotografía que tenía una música machacona y que decía aquello de: Fotoprix, Fotoprix, Foto, Foto, Fotoprix, Fotopriiix. Sea como sea, aquella firma -o mejor dicho, la empresa que la parió- que dejó marca en nuestros oídos y en nuestras retinas, tiene una ‘pella’ con Hacienda de 6,4 millones de euros. 

Puede usted estar tranquilo, porque la deuda no va a seguir creciendo. Se trata de la que era la matriz de la cadena: Fotoprix, S.A., que entró en concurso de acreedores en 2017, fue liquidada y su marca entregada al grupo Ikaitz que, por ahora, parece gestionarla con bastante tino tras los titubeos de aquel entonces. 

Se acordará el lector también de Unipost. El grupo que pertenecía a la familia Raventós y que buscaba hacerle la competencia a Correos. Un experimento que salió rana. No sólo porque fue incapaz de encontrar su hueco en el mercado, también porque acabó bastante relacionado con el independentismo. No olvidemos que en sus oficinas se encontró el censo del referéndum ilegal del 1-O

El caso de Poly juguetes

La compañía postal entró en concurso a finales de 2017 y tiene una deuda con la Agencia Tributaria de 12,4 millones de euros. Una cantidad que, casi con toda seguridad, tampoco se podrá recuperar por parte del erario público. Y así podríamos seguir. Por ejemplo, con las deudas de las empresas del expresidente de CEIM, Arturo Fernández, que suma un total de 17,2 millones de euros. Compañías, por cierto, también concursadas. 

Lo mismo ocurre con, por ejemplo, uno de los santo y seña de los juguetes: las Jugueterías Poly. Una aventura que en 2012 estuvo a punto de caer por culpa de los cambios en el modelo de la distribución juguetera y la crisis económica. Entró en concurso de acreedores, fue rescatada por el grupo francés King Jouet (controlado por Giochi Preziosi) que se hizo con los activos y la marca, y dos años más tarde era adquirida por la francesa Ludendo.

Sin embargo, de aquellos polvos vienen los lodos que ahora conocemos. Y es que Jugueterías Poly aparece en el listado de morosos con la Agencia Tributaria por una deuda de 4,9 millones de euros que costará recuperar. ¿El motivo? Corresponde a la sociedad matriz que la controlaba en 2012, Juguetería Poli, S.L. y que actualmente está en liquidación.

Se trata de marcas y caras conocidas y reconocidas. Muchas de ellas ocupan un lugar especial en nuestras vidas. Es el caso, por ejemplo, de Lorenzo Lamas, ‘el rey de las camas’, o lo que es lo mismo: Reig Martí, cuyos apuros económicos también la sitúan en la lista de deudores con el erario público: 2,6 millones. 

Los técnicos de Hacienda

Podríamos seguir casi, casi, hasta el infinito. Son sólo algunos ejemplos de los más de 4.000 deudores de Hacienda pública con algo más de 14.000 millones de euros. La pregunta aquí está en saber si algún día se podrá recuperar ese dinero, y la respuesta es clara: no. Al menos, así lo piensan desde el sindicatos de técnicos de hacienda, Gestha. 

Los cálculos de los técnicos dicen que al menos unos 6.700 millones, el 47,5% del total, será muy difícil cobrarlo porque se encuentran en proceso concursal. Basta con mirar los ejemplos arriba mencionados. O con mirar al grupo Otaysa. ¿Se acuerdan de él? Fue santo y seña de Santiago Gómez Pintado, candidato a la presidencia del Real Madrid y que fue precursor del leasing con su ‘fórmula Otaysa’. 

La compañía entró en concurso de acreedores en el año 2000 y, sin embargo, 19 años después ahí sigue con su deuda con Hacienda. ¿Alguien piensa que algún día se podrá cobrar? La respuesta parece muy evidente. 

No es de extrañar, por tanto, que desde Gestha reclamen al Gobierno que se acometa la modificación de la Ley General Tributaria para sacar a la luz los datos confidenciales de los administradores de esas empresas. Una bonita manera de sacar las vergüenzas para evitar que la publicación de la lista caiga en saco roto, tal y como ocurre hasta ahora.