Fiat Chrysler (FCA) ha decidido ‘hincar’ rodilla y pedir matrimonio a Renault. Aunque ambas se conocen de sobra, los dos gigantes del automóvil tienen que hacer sus cuentas y, sobre todo, comprobar si la unión de ambas tiene ‘lógica industrial’ que diría José Ignacio Goirigolzarri. 

Pendientes de todo lo que ocurra están los trabajadores de ambos grupos. Sólo en España habría unos 15.000. Sus sindicatos respiran hoy más inquietos que el lunes cuando se anunciaba la fusión y el grupo italiano se apresuraba a decir que no había previsto ningún despido. 

¿Por qué entonces la inquietud? Porque el gobierno francés, que ostenta el 15% de Renault, ya ha puesto su primera condición: “No puede suponer el cierre de fábricas en Francia”, lo que abre la puerta a que haya despidos en otros países ya que una de las máximas que hay en este proceso de fusión es el “ahorro de costes”. Así que quien más quien menos da por hecho que habrá despidos en algún momento.  

El fabricante galo es el único de los dos miembros de la pareja que tiene presencia en nuestro país. Fabrica en Palencia, Valladolid y Sevilla y en lo que va de año es de los pocos fabricantes de automóviles que no ha anunciado medidas de ajuste en el empleo. 

En el caso de Valladolid se produce el Captur, cuenta también con una factoría de motores diésel y gasolina a la que se va a sumar en breve la construcción de baterías para coches híbridos. Palencia, por su parte, produce las gamas Megane y Kadjar, mientras que en Sevilla tiene una factoría de cajas de cambio. Todo ello sin contar los servicios centrales que están en Madrid. 

¿Pueden salir bien las negociaciones? Sobre el papel parece que ese matrimonio podría tener éxito. Así lo dice Moody’s, quien considera que la “combinación de ambos grupos podría generar grandes sinergias”. La combinación de ambos grupos al 50% daría lugar a un gigante de 170.000 millones de facturación, unas ventas de algo más de 8 millones de coches y un beneficio neto de unos 8.000 millones de euros. 

Pero como ocurre en todos los romances, una cosa es el noviazgo y otra cosa es vivir bajo el mismo techo. El grupo Fiat Chrysler ha tanteado otras opciones de matrimonio antes, por lo que Renault es una de las últimas bazas analizadas. ¿Por qué dice sí el gigante francés? Básicamente porque le permitiría crecer en el mercado americano, un mercado inexplorado para él hasta el momento. 

El fabricante galo es fuerte en Europa, Rusia y la India pero no tiene presencia en Estados Unidos donde Fiat está presente a través de Chrysler. Fiat, en cambio, es fuerte en el continente americano pero también en China y aportaría también marcas como Alfa Romeo y Maserati. Tal y como destacan desde Bankinter, supone un acuerdo en el que todos ganan. 

En el mercado del automóvil reconocen que la fusión puede tener sentido, pero también se preguntan qué esconde el fabricante italiano bajo sus alfombras. Preocupa el hecho de que lleve meses buscando novio y no lo haya encontrado, sobre todo porque el grupo que lidera la familia Agnelli lleva varios trimestres consecutivos reduciendo sus beneficios debido al frenazo en China. 

La Alianza

Pero lo más importante de toda esta fusión es comprobar el encaje que tiene con el gran socio de Renault: la japonesa Nissan. Fuentes cercanas al grupo explican que ellos ven los toros desde la barrera, y eso que cuentan con un 15% de Renault (sin derecho a voto) y la gala tiene el 43% de Nissan. Un cruce accionarial que es fruto de la Alianza que tienen junto a Mitsubishi para intentar aprovechar sinergias y economías de escala. 

De hecho, para Moody’s es uno de los principales escollos que hay que salvar. Más allá de que Nissan no entraría en el proceso de fusión, sí tendrían que cambiarse los términos de la alianza. Una unión cuyo objetivo era conseguir unas sinergias anuales de 12 mil millones de dólares gracias a plataformas y componentes comunes. 

Ahora, según el Financial Times, todo podría saltar por los aires. Las relaciones entre Nissan y Renault se enfriaron tras el escándalo de Carlos Ghosn, acusado por la justicia nipona de haber desviado fondos de la compañía para uso personal. ¿Qué ocurrirá? El tiempo lo dirá.

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