La mochila de Walkabrand lleva incorporada una tablet en la que se emite publicidad.

La mochila de Walkabrand lleva incorporada una tablet en la que se emite publicidad. Clara Rodríguez

Observatorio digital

Experiencia ‘hiker’: así me convertí en ‘compro oro’ en la era milenial

Más de 1.000 personas han visto los anuncios, según las métricas proporcionadas por Walkabrand.

17 febrero, 2019 01:01

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Walkabrand es la start-up que ha diseñado unas mochilas que incorporando una tablet, permiten emitir publicidad. El modelo de negocio de la compañía consiste en vender a las empresas el espacio publicitario -que pueden gestionar en tiempo real- y a la vez, ofrecerles el acceso a la red de hikers. Es decir, a las personas que llevan las mochilas a la espalda mientras realizan trayectos cotidianos.

Para entender mejor cómo funciona su tecnología he decidido ser hiker. Durante cuatro días he cambiado mi mochila habitual por una que me han dejado en Walkabrand para comprobar si realmente capta la atención de la gente o si estamos tan acostumbrados a las pantallas que la de la mochila pasa desapercibida.

En un primer momento estaba más pendiente de que la tablet siguiese encendida -y en su compartimento- que de ver las reacciones de la gente. Pero me fui acostumbrando a llevar una mochila con publicidad, a ser un ‘compro oro’ de la era milenial. Después de realizar varios trayectos en metro, me he dado cuenta que es el momento en el que más gente se fija en la mochila.

Experiencia ‘hiker’: pasear con publicidad en la mochila

Por la calle, mi impresión es que la gente va pensando en sus cosas y que no les extraña tanto ver una persona con una tablet encendida en una mochila. Sin embargo, según las métricas de Walkabrand, durante cuatro días, los anuncios que emitía la tablet que llevaba en la espalda han recibido más de 1.000 miradas.

La tablet permite a la start-up tener la mochila geolocalizada y trazar el recorrido. Además, un software de reconocimiento facial les permite saber cuántas impresiones ha recibido durante el tiempo en el que ha estado encendida.

Los hikers pueden elegir cuándo llevan encendida su tablet, de hecho, yo misma he hecho algunos trayectos con la tablet apagada. Para remunerar a los hikers, Walkabrand tiene en cuenta varios factores que de momento no quieren desvelar. Pero haciendo dos recorridos de algo menos de una hora a lo largo de un día, puede suponer una remuneración de unos 150 euros al mes.

Está claro que no es una forma de ganarse la vida, pero puede convertirse en una forma de generar ingresos extras para trabajadores autónomos que usen mochila.

Publicidad en espacios cerrados

Los chicos de Walkabrand me aseguraron que habían pedido permiso a Metro de Madrid para llevar encendidas las tablets en el transporte público y que no les pusieron ningún problema. Sin embargo, una de mis preocupaciones era entrar en un supermercado o en cualquier tienda y que me pidieran apagarla.

Desde la start-up, me explican que no se puede hacer publicidad dentro de un edificio si la publicidad es el objeto principal de la actividad. Comparan el caso de la mochila con el de llevar una camiseta de una marca determinada: “tu objetivo con la mochila no es hacer publicidad, sino transportar tus objetos personales”. Aunque precisan que en un futuro, “se tendrá que terminar regulando”.

Anuncios más o menos visuales

Después de ser hiker durante unos días, me he dado cuenta de que el plástico transparente que protege la tablet dentro de la mochila hace que según la luz no se vean bien los anuncios. En Walkabrand aseguran que están ayudando a las marcas en la elección de colores o imágenes que sean más visuales.

En definitiva, la start-up tiene que seguir trabajando en la implantación de su soporte publicitario. De momento, se les ha abierto otra puerta: la utilización de las mochilas en eventos.

Como experiencia personal ha sido interesante para ver la reacción de la gente: desde el “parece salido de Black Mirror al “cómo van a ganar dinero con eso”. Tendremos que esperar para ver si los hikers entran en nuestro imaginario al igual que lo fueron en su momento los ‘compro oro’.