“Los directivos españoles [...] deben reflexionar sobre el carácter ético de sus conductas profesionales y en el impacto de sus decisiones en el conjunto de la sociedad”. Así reza la exposición de motivos del Código y normas de conducta de los directivos, que ha elaborado la Asociación Española de Directivos.

Un breve documento de siete puntos con el que buscan recordar a los principales líderes de nuestro país que “la ética y los valores son el camino para la sostenibilidad”. Entre ellos figura que el “respeto al ordenamiento jurídico vigente es inexcusable”, así como que “se comprometen a ejercer su profesión de forma diligente y de buena fe, con las más altas exigencias jurídicas y éticas”.

La expresidenta de Siemens, Rosa García, que ha ayudado a elaborar el decálogo explicaba que este tipo de actuaciones son esenciales porque “no hay otra forma de liderar una empresa a largo plazo que no sea de forma ética”. Algo que corroboraba también Antonio Garrigues Walker, para quien “la ética es rentable, entendida además como algo positivo para las empresas y alejandola de las interpretaciones más religiosas” que se la ha dado al término.

Compromiso general

En la elaboración del texto también han participado otros miembros de la asociación como Jordi Canals, Adela Cortina, Antón Costas, Alberto Durán, Isidro Fainé, Miquel Roca y Xavier Brossa. Se trata de un documento muy general en el que se abordan otras cuestiones como la necesidad de implementar la diversidad, apostar por retribuciones salariales adecuadas o promover la transparencia y la sostenibilidad.

Compromisos que permiten abarcar distintos aspectos ante los que los líderes se pueden encontrar, pero no se concreta. Además, se trata de meras recomendaciones a los directivos, a modo de “código deontológico” como tienen otras profesiones, pero no supone un compromiso por parte de los asociados.

Alberto Durán, presidente de la Fundación Once, considera que abrazar este tipo de prácticas resulta complicado para los mandos porque “hace que tengamos que pensar más las cosas”. Sí cree que es positivo hacerlo porque de este modo se garantiza el futuro de las compañías.

No sólo eso, es que -a su juicio- “en el mundo inversor cada vez hay más conciencia de la ética; y los inversores responsables acaban buscando gestores responsables”.

Razón no le falta, dado que cada vez son más los fondos activistas que hacen su aparición en los accionariados de las empresas cotizadas. En Estados Unidos es muy habitual, no tanto en Europa, pero algunos especialistas en inversión están convencidos de que en los próximos años veremos un auge de este tipo de inversores adentrándose en las empresas españolas. Esto debe hacer que los consejos, los directivos y las compañías estén preparadas para afrontar posibles envites de fondos que reclaman sostenibilidad, igualdad o un correcto desempeño.

Se trata de un reglamento que llega en un momento crítico para los directivos y empresas del país. Tras la crisis muchos y muchas están en el disparadero de la sociedad, y su imagen se encuentra manchada por distintos escándalos que hemos visto en los últimos tiempos. ¿Ejemplos? muchos, los últimos en llegar la crisis en Dia -donde se han denunciado irregularidades en la contabilidad por parte del ex consejero delegado Ricardo Currás- y también en el BBVA con las supuestas escuchas de Villarejo para la entidad

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