Los gigantes de Internet debían comparecer en una audiencia del Comité de Inteligencia de Estados Unidos para analizar el uso de redes sociales por parte de potencias extranjeras para influir en la política estadounidense. Sin embargo, sólo acudieron los primeros espadas de Facebook, Sheryl Sandberg, y de Twitter, Jack Dorsey. Google había ofrecido enviar a su responsable legal y vicepresidente de asuntos globales, Kent Walker, pero el Comité pidió a alguien más senior y el CEO de la compañía, Sundar Pichai, no se presentó.

Esto provocó que, junto a Sandberg y Dorsey hubiese sólo una silla vacía con una tarjeta para reservar un sitio a Google que en ningún momento llegó a ocuparse. debido a esta situación, el presidente del comité, el senador Richard Boor, lamentó que hubieran “valorado la ocasión de hablar con ellos con un nivel apropiado de representación corporativa”, y otros senadores mostraron decepción por lo que consideraron un desplante por parte de una de las plataformas digitales más influyentes del mundo.

Google había colgado un post en su blog, pero los senadores recordaron que no es un testimonio, propiamente dicho. Un portavoz del comité, citado por la CNN, le tiraba una pulla al respecto: “Deseamos que su entusiasmo por participar en las audiencias públicas del Comité se hubiera extendido a los líderes de la compañía y que hubieran estado dispuestos a responder a las preguntas del Comité”.

Aunque no compareció Google, sí asistió como parte del público el extremista Alex Jones, divulgador ultraderechista de teorías de la conspiración, que este verano se vio castigado por Facebook y YouTube (propiedad de Google) por violar las normas de estas plataformas. Para más inri, Jones emitió su participación a través de Periscope, propiedad de Google.

El problema de estas plataformas es que se encuentran en el cruce entre el derecho a la libertad de expresión, el anhelo de ofrecer plataformas neutrales y el hecho constatado de que granjas de troles establecidas por el Gobierno ruso llevaron a cabo una campaña de intoxicación destinada a llevar a Donald Trump en la presidencia. Esto  ha llevado a Silicon Valley a participar por tercera vez en un año en una audiencia pública por parte de sus líderes.

Las tres plataformas explicaron sus avances para hacer la publicidad política más transparente. Sandberg, que ha sido glosada por los medios estadounidenses por su calma y aplomo, muy superiores a los de Jack Dorsey o a intervenciones anteriores de su propio jefe, Mark Zuckerberg, fue especialmente didáctica con los senadores, muchos de ellos superan los 80 años, y pidió más cooperación con agencias de inteligencia: “Nuestro conocimiento de la actividad rusa en 2016 está limitada porque no tenemos acceso a la información o a las herramientas de investigación que sí tenían el Gobierno y este comité”. En todo caso, subrayó que su compañía trabaja con la nueva fuerza especial de interferencias electorales del FBI y remarcó que, entre octubre de 2017 y marzo de 2018, la compañía cerró 1.270 millones de cuentas falsas, contra las que está “en guerra”.

Dorsey, en cambio, fue más criticado por una actuación muy inferior a la de Sandberg y que se vio acompañado por una fuerte bajada en bolsa. Habló de cómo Twitter se ve a sí misma como “la plaza del pueblo digital”, pero no dejó claro cómo impedir que se convierta en la Plaza Mayor de la mítica película de Juan Antonio Bardem.

“No estamos orgullosos de cómo el intercambio libre y abierto se ha convertido en un arma y se ha utilizado para distraer y dividir al pueblo y a nuestra nación. Nos hemos visto poco preparados y sin herramientas para la inmensidad de los problemas que hemos admitido”, señaló.  

“El abuso, el acoso, los ejércitos de troles, la propaganda coordinada a través de bots y humanos, las campañas de desinformación y los filtros burbuja divisivos. No es una plaza pública saneada. Lo que es peor, un número relativamente pequeño de actores que actúan de mala fe fueron capaces de tener un gran impacto”.

Dorsey subrayó que están eliminando un 200% más cuentas por violar sus políticas y que están identificando y poniendo en solfa entre 8 y 10 millones de cuentas sospechosas cada año, impidiendo que medio millón de cuentas puedan acceder a la plataforma cada día.  

Google fantasma

En su post, Walker habló en representación de Google y ofreció su colaboración y voluntad de responder a este tipo de cuestiones. Afirmó que sus esfuerzos empezaron años antes de las elecciones de 2016 y puso foco en que el abuso de sus plataformas y herramientas van contra su misión fundamental: organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil.  

Walker destacó que, en los últimos 18 meses, Google ha seguido eliminando actores de sus plataformas que engañaban sobre su identidad, como la Agencia de Investigación de Internet y otras organizaciones relacionadas con Rusia e Irán. También ha invertido en varias iniciativas para mejorar la ciberseguridad de los candidatos de las campañas y de la infraestructura electoral. Recientemente, el presidente de EEUU acusó a la compañía de privilegiar informaciones en su contra, algo a lo que la compañía respondió de forma taxativa: si aparecen menos las informaciones positivas es porque los medios que las publican son menos relevantes.

Guerra abierta

Tras las comparecencias, el Fiscal General de EEUU, Jeff Sessions, anunció que se reuniría con los fiscales estatales para analizar si las tecnológicas  pueden estar "ahogando intencionalmente el libre intercambio de ideas".

Donald Trump considera que estos esfuerzos para bloquear cuentas falsas o que engañan sobre su identidad no son sino una forma de silenciar a los conservadores y advirtió a estas plataformas de que tuviesen “cuidado”.

Sessions, que ha sido muy criticado por Trump por inhibirse en la investigación sobre Rusia, tiene motivos para seguir aquí las órdenes del presidente de EEUU contra las tecnológicas. Y con una mayoría republicana en el Tribunal Supremo, no se puede descartar que las consecuencias para este tipo de empresas sean muy negativas.

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