Ryanair echa el cierre a una semana que, sin duda, no recordará con cariño. A la tercera huelga de pilotos en Irlanda de este mes, se ha sumado la de sus tripulantes de cabina en España, Portugal, Bélgica e Italia.

En España, ni la mediación con el Gobierno pudo frenar un paro de 48 horas que desde los sindicatos convocantes, USO y Sitcpla, han tildado de “éxito” gracias a tres factores. El primero es el seguimiento -de media, más de un 60% de los trabajadores llamados a hacer guardia secundaron ambos días en las trece bases españolas-; el segundo, que los trabajadores han cumplido con los servicios mínimos dictados por el Ministerio de Fomento; y, el tercero, que se personó la Inspección de Trabajo en distintas bases y pudieron comprobar las circunstancias de los trabajadores.

“Los inspectores identificaron a personas contratadas por Ryanair que estaban identificando a los tripulantes que repartían información sobre la huelga”, explican fuentes sindicales a este periódico. El trabajo de estos inspectores debe quedar plasmado en unas resoluciones que los sindicatos esperan “no tarden” en llegar.

Tanto la aerolínea como los sindicatos confirman que, además de los 400 vuelos con origen o destino en España que se cancelaron en previsión de la huelga, en los dos días de paros sólo se han cancelado otros 30 vuelos.

Ryanair afirma que los 100.000 pasajeros que se vieron afectados por la huelga en los cuatro países durante los dos días ya habían gestionado un cambio de billete o el reembolso y que, finalizada la huelga, “no ha habido más incidencias en estos países y todos los vuelos programados para hoy están operando con normalidad”.

La compañía que dirige Michael O’Leary se enroca en que la huelga es una “circunstancia extraordinaria” y “no se aplica la compensación del reglamento”. Pero desde las asociaciones de defensa a los consumidores y las plataformas de reclamación del sector aéreo no opinan lo mismo.

Sólo en la última semana, las huelgas de los distintos países han afectado a alrededor de 120.000 pasajeros y se estima que Ryanair tendrá que pagar 33 millones de euros en compensaciones además de la devolución de los billetes cancelados.

Así lo estiman desde la plataforma de reclamaciones aéreas Air Help, que defienden, al igual que Facua, que la huelga no es una circunstancia extraordinaria a la que Ryanair se pueda agarrar para no indemnizar por las cancelaciones, como pretende, tal y como reconoció el Tribunal Europeo de Justicia el pasado mes de abril.

Por el momento, el Gobierno español ha iniciado un expediente contra la aerolínea para asegurarse de que haya cumplido con los derechos que protegen a los pasajeros según el reglamento comunitario. La normativa establece que al pasajero no le corresponde indemnización si se le cancela un vuelo y, comunicándoselo en plazo, se le ofrece una opción alternativa de viaje o el reembolso completo.

No cumpliendo unas condiciones de comunicación y transporte alternativo, la aerolínea debe abonar compensaciones que van desde los 250 a los 600 euros, en función de la distancia de los vuelos, además de indemnizaciones complementarias por los perjuicios que cause la cancelación de un viaje.

Nuevas huelgas

Las huelgas han sido en el último año un dolor de cabeza para la compañía. Después del conflicto con los pilotos irlandeses que salvó in extremis justo antes de Navidad y que derivó en un alza de salarios del 20%, tanto sus tripulantes como los controladores aéreos franceses han complicado su operativa en lo que va de año. A estos últimos, a los que se refiere específicamente en su reporte trimestral como “los peores”, les culpaba hace poco de los retrasos y cancelaciones de vuelos que ha tenido que realizar desde abril.

Este conflicto ha llevado a que la irlandesa presente junto con easyJet y el grupo IAG (Iberia, British Airways) una denuncia contra Francia ante la Comisión Europea para que les deje atravesar su espacio aéreo aunque los controladores estén en huelga, como hacen otros países.

Pero los franceses no son los únicos. Ryanair reconoce el impacto que está teniendo sobre su calendario de verano la falta de personal, sobre todo en Reino Unido, Alemania y Grecia.

La aerolínea aseguraba esta semana que “sigue conversando de forma activa con los pilotos y los sindicatos de tripulantes en toda Europa”, pero que “espera nuevas huelgas durante el pico de demanda del verano” en la medida en que “no estamos preparados para ceder a demandas irracionales que comprometerían nuestro modelo de negocio basado en bajas tarifas y alta eficiencia”.

En su reporte de resultados del primer trimestre, Ryanair ya lo anticipaba: si siguen las huelgas, se tomarán medidas. Y no tardó en mover sus fichas. Al día siguiente anunciaba que a partir de octubre recortará el 20% de su flota en Dublín y ajustará el calendario de vuelos. La medida afectará a un centenar de pilotos y unos 200 tripulantes pero, para evitar despidos, ofrecerá traslados a otros países, como Polonia, donde está reforzando su operación. En respuesta, los pilotos irlandeses harán un nuevo paro el próximo 3 de agosto.

Respecto a la relación con sus trabajadores españoles, Ryanair está dispuesta a plantear el cambio que demandan: que sus contratos estén sujetos a legislación española en lugar de a la irlandesa. “Ryanair está abierto a la posibilidad de contar con contratos locales y, de hecho, ya lo estamos evaluando", comentan fuentes de la compañía a este periódico.

En los sindicatos de tripulantes, sin embargo, aún no tienen noticias de esto y aseguran que la compañía no ha contactado con ellos en los últimos días. La última conversación se mantuvo a principios de semana en la Dirección General de Trabajo, en Madrid, y la falta de acuerdo acabó por cristalizar la huelga de esta semana. Tampoco descartan realizar nuevos paros si es que la empresa mantiene su actitud y no se abre a hacer los cambios que demandan, indican a este periódico fuentes sindicales.

Tampoco están tranquilos con sus condiciones los pilotos españoles. El Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla) ha llevado a la irlandesa a la Audiencia Nacional por mantener al colectivo que opera en España bajo legislación irlandesa. Esta era una de las medidas que Sepla anunció a principios de año que iba a tomar, pero habían dejado aparcada a la espera de que las conversaciones con la aerolínea dieran sus frutos.

El sindicato, que agrupa a 500 de los 800 pilotos de Ryanair que operan en España, persigue además que la aerolínea deje de utilizar la figura del ‘contractor’ que, en la práctica, constituye una relación de ‘falso autónomo’ con la compañía. Esta segunda demanda, sin embargo, no se va a interponer porque reconocen que, aunque “poco a poco”, están viendo cambios por parte de la low cost.

Ejercicio sin horizonte claro

Aunque al cierre del ejercicio 2017-2018 ya anticipaba que este año no sería fácil, con los crecientes costes laborales y de combustible, la aerolínea ya advierte de que no ve claro el panorama para los siguientes meses.

Más allá de cómo evolucionen las negociaciones con los trabajadores y de las potenciales indemnizaciones que finalmente tenga que abonar, Ryanair es consciente de que el resultado del ejercicio va a depender en gran medida de estos conflictos laborales, además del impacto del petróleo más caro.

“Aunque los ingresos complementarios siguen mostrando un buen desempeño, no compensarán los 430 millones adicionales del coste más elevado del combustible o el 6% adicional en los costes unitarios”, explicaba la aerolínea en su informe trimestral.

Los ingresos adicionales son los cobros que realiza Ryanair al margen de sus billetes, como el cargo por las maletas o la venta a bordo, donde los trabajadores han denunciado también las presiones que reciben para cubrir unos objetivos. Entre abril y junio, su primer trimestre fiscal, estas ventas crecieron un 25%, hasta los 624 millones de euros, un tercio de sus ingresos totales.

“Las previsiones para el segundo trimestre dependerán de las tarifas, de las huelgas de pilotos y tripulación y de la falta de personal o de que las negociaciones del Brexit no tengan impactos negativos”, añadía. Los costes laborales de la compañía subieron un 34% en el primer trimestre, en parte por el aumento de sueldo de sus pilotos, pero también aumentaron -en un 40%- los costes derivados de las indemnizaciones que ha debido asumir por las cancelaciones de vuelos

Por el momento, la aerolínea busca seguir llenando sus aviones en lo que queda de verano (y de año) y, mientras sus trabajadores se manifestaban esta semana en los aeropuertos españoles, ha lanzado descuentos para volar entre agosto y enero de 2019.

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