Vaya espectáculo el que se ha visto en el Congreso en torno al Banco Popular. Ninguna de las cuatro personas que ha comparecido ha aportado nada en claro, nada que sirva a los miles de afectados que han perdido todo su dinero, y mucho menos nada que pueda ayudar a mi cliente más internacional a recuperar algo de pasta.

Así que tras indignarme viendo cómo todos y cada uno de los comparecientes intentaba salvar su culo, hice un par de llamadas entre los miembros de la comisión de investigación formada por diputados. Quería conocer sus opiniones sobre lo allí acontecido y descubrir quién les había defraudado más.

La respuesta fue unánime: el inspector del Banco de España (BdE) y del Banco Central Europeo (BCE), Ignacio Pardo.

¿Por qué?, pregunté a todos. Y, una vez más, la contestación también fue unánime: “se escudó en en una prohibición del BCE para no dar detalles sobre la información que conocía del Popular hasta febrero de 2017, cuando era responsable de inspección del Popular; pero tampoco quiso explayarse sobre lo que había ocurrido con anterioridad a su paso al BCE, y eso que el BdE sí le había dado permiso para hablar. ¡Si no quería decir ni quiénes eran sus jefes! ¿Qué tenía que ocultar?”.

Algunos me decían que su postura de no pronunciarse sobre nada era porque pensaba que al Congreso no le interesaba para sus conclusiones la opinión de un inspector; “algo equivocado porque es tan importante su opinión como la de Ángel Ron o Emilio Saracho, expresidentes del Popular”.

Otros, en cambio, iban un paso más allá. Se preguntaban qué tenía que ocultar el responsable de inspección del Popular. E incluso, me explicaban que tenían la sospecha de que había acudido con tanta cautela porque de sus palabras dependía su futuro.

“Yo, personalmente, creo que tiene en el horizonte un ascenso dentro del Banco de España, y que por eso ha venido tan prudente. Vamos, que ha venido a labrarse su futuro, y que todo dependía de su paso por aquí”, me explicaba.

Al principio estaba sorprendida, aunque luego no me sorprendió en absoluto. Aquí hasta el más tonto hace relojes, y quiere salvar el culo. Es humano, aunque eso suponga haber provocado pérdidas millonarias a miles de personas

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