Mi mundo es un mundo de claroscuros, de rayas de luz que se filtran a través de la persiana y taladran la penumbra de mi despacho mientras los vasos de Lagavulin mueren, uno tras otro, sobre mi mesa. Está, normalmente, alejado de las nuevas tecnologías. Pero en un mundo en el que las empresas se pelean por afrontar con garantías la transición digital, y donde incluso el mayor banco del país ha apostado por la “Digilosofía”, tampoco puedo permitirme estar en la inopia.

Así que, al menos, tengo claro que la tecnología blockchain, de libros contables abiertos y descentralizados que forma la base de criptomonedas como el bitcoin, es la “gran esperanza blanca” tecnológica para muchos sectores de la economía. El problema es que muchos políticos no se enteran.

En un foro de EL ESPAÑOL al que acudí esta semana, un directivo de la junta de compensación de Valdebebas habló de la importancia de la tecnología blockchain para los registros de la propiedad. Y hay lugares donde se está haciendo. En países desarrolladísimos como Suecia o incluso en otros que están en vías, como India.

Naciones Unidas considera que el registro de la propiedad a través de blockchain tiene importantes ventajas. Recordemos lo que pasó en Haití tras el devastador terremoto de 2010. Aunque muchas organizaciones y países hicieron lo posible para reconstruir el país, había miles de parcelas cuyos propietarios no pudieron ser identificados, lo que provocó disputas en la propiedad y problemas para la reconstrucción.

Un registro abierto y descentralizado en el que, en cualquier circunstancia, pueda consultarse y probarse la propiedad de los terrenos y las fincas es importante. La idea de un registro permanente y abierto que nadie pueda manipular o falsificar es poderosa.

El problema es que da vértigo imaginar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nuevo titular del registro de la propiedad de Santa Pola, familiarizándose con nuevas tecnologías o promoviendo el uso de las mismas. Cualquier tecnología más allá de las pantallas del plasma, bien para dar ruedas de prensa bien para ver el Mundial, parece fuera de su alcance.

Pero que nadie piense que es algo propio de una persona o un partido. Esta semana, durante el curso de la Asociación de la Prensa de Información Económica (APIE) en Santander, la ministra de industria, Reyes Maroto, se trastabilló y dijo ‘Blu Chain’ en lugar de Blockchain no una ni dos veces, durante en toda su intervención.

Lo más divertido es que hay una empresa en Sao Paulo que se dedica al blockchain y que se llama así. Y que el dominio bluchain.com está registrado por una compañía que pide un mínimo de 10.000 dólares por hacerse con él.

Lamento que la ministra Ribera no cometiese este error antes, me lamento mientras registro bluchain.es...

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