Ainhoa Murga Arturo Criado

Iberdrola y Repsol, la cara y la cruz en la generación de energía, están de acuerdo en algo fundamental: la transición energética es una oportunidad, una carrera de fondo que requiere una visión estratégica clara y comprometida y una implicación transversal tanto de las áreas de las respectivas compañías, como en la coordinación con los poderes públicos y las fuentes de financiación. 

El cambio climático es un problema para el que la sociedad al completo se tiene que remangar. Con la descarbonización como meta en el horizonte 2050, se requieren al menos 20 billones (millón de millones) de dólares para lograr la electrificación de la economía a nivel mundial. 

Y ese dinero "tiene que venir de alguna parte. Es necesaria una acción coordinada entre las empresas, los gobiernos y las instituciones financieras", ha afirmado el presidente de la eléctrica vasca, Ignacio Sánchez Galán, en el marco del encuentro BBVA Sustainable Finance Forum. 

No sólo eso, para que las compañías puedan recibir estas "masivas inversiones", Galán ha defendido la necesidad de un marco estable y predecible, además de políticas energéticas "claras, transparentes y sostenibles".

Desde su punto de vista, el entorno financiero está cada vez más abierto a invertir en proyectos que, con la mirada puesta en el largo plazo, se construyen sobre principios de sostenibilidad medioambiental. Para Galán, incluso llegará el momento en que los bancos y las aseguradoras "renuncien a financiar o asegurar proyectos que no tengan claras unas metas de sostenibilidad".

Estrategia VS. greenwashing

Desde Iberdrola, Galán ha defendido que la compañía lleva casi dos décadas comprometida con un desarrollo que sea compatible con el respeto del medio ambiente. "Después de que se firmara Kioto tomamos la decisión, vimos que el mundo tenía que cambiar", ha asegurado. "Con esta visión, trazamos una estrategia que nos ha llevado a conseguir reducir las emisiones específicas de forma sustancial y a ser líderes mundiales en renovables". Bajo su punto de vista, esta 'estrategia verde' ha sido la clave para lograr socios que financien sus proyectos y a alejarse del 'greenwashing', la práctica que realizan algunas compañías para hacer ver que sus productos o servicios están ligados con el medio ambiente cuando en realidad no es así.

"Las empresas que estratégicamente hemos demostrado que ese es nuestro camino tenemos facilidades", ha dicho Galán en referencia a la financiación. Iberdrola lleva dos años consecutivos liderando en la emisión de 'bonos verdes', un tipo de deuda en el que los fondos se comprometen específicamente para la financiación o refinanciación de proyectos sostenibles y socialmente responsables. En 2017, la eléctrica colocó en el mercado 3.400 millones a través de estos instrumentos 'verdes'. En total, desde que empezó a hacer estas emisiones en 2014, Iberdrola ha recaudado 7.200 millones (el 24% de su deuda).

España es el quinto país del mundo con más emisiones de bonos verdes. Además de Iberdrola, otras firmas como Gas Natural Fenosa y Adif fueron protagonistas de las colocaciones por 5.600 millones realizadas el año pasado. Repsol también se ha subido a esta ola y el año pasado cerró una emisión por 500 millones, "convirtiéndose en la primera firma española y de todo el sector petrolero y del gas a nivel mundial en hacerlo", ha destacado, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.

Según Galán, ya hay fondos soberanos que sólo invierten en empresas que eligen ser parte de la lucha contra el cambio climático y no descarta que desde los bancos centrales se adopten medidas que liguen las ratios de capital a las emisiones contaminantes. El presidente de Iberdrola asegura que entre sus inversores ya hay algunos que "miran de forma distinta", con "interés en la sostenibilidad" y que además hacen "un exigente seguimiento de la inversión para asegurar que no se cae en el 'greenwashing". 

Desde Repsol, su consejero delegado asegura también la necesidad de dar a los inversores esa "trazabilidad", mostrar a qué se destina el dinero captado con un bono verde. En su caso, está dirigido a reducir las emisiones en sus operaciones y mejorar la eficiencia de sus instalaciones. 

"Integrar el medio ambiente (en la organización) no es un problema, sino una oportunidad", ha subrayado Galán.

Los hidrocarburos, parte de la solución

Según Imaz, la postura de la petrolera frente la transición energética es clara: "nosotros somos parte del problema y Repsol ha decidio ser parte de la solución tanto por responsabilidad con la sociedad como con nuestros inversores". 

"Hoy somos rentables y competitivos, pero queremos seguir siéndolo en 2040", ha subrayado el CEO de la petrolera poniendo sobre la mesa el escenario más sostenible diseñado por la Agencia Internacional de Energía en el que los hidrocarburos serán un 48% del mix de generación dentro de 20 años. 

En esta apuesta por ser "parte de la solución", la petrolera está modificando su mix energético hacia el gas e Imaz asegura que el 67% de la producción corresponde ya a esta materia prima, además de alrededor de un 40% de sus reservas. "Con las renovables como energía dominante, se necesita una tecnología de respaldo y esa será el gas natural", ha afirmado. 

Además, defiende el esfuerzo para reducir sus emisiones de CO2 en el refino, algo que les ha llevado a ser "el más competitivo de Europa", y su apuesta por los biocombustibles, un segmento "en que somos líderes" y que "contribuye a la reducción de emisiones". 

Imaz, que se ha defendido con vehemencia de las etiquetas que colorean los tipos de energía, ve necesario que "cada color sea capaz de reducir sus emisiones de forma más eficiente para que las generaciones futuras puedan disfrutar del planeta". El desafío está, según el ejecutivo, "en combinar el foco de la rentabilidad a corto de la compañía con esta visión a largo plazo", algo que a lo que "nos ayuda la movilización y motivación de toda nuestra gente". Como ejemplo, desde que en 2012 la petrolera se impuso el objetivo de reducción de emisiones en el refino, se llegó a un acuerdo con los sindicatos y sus trabajadores reciben una retribución variable ligada al cumplimiento de esta meta. 

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