Royal Caribbean arranca la temporada de cruceros de este 2018 con buen pie. El nuevo “barco más grande del mundo”, el Symphony of the Seas, está ya en Barcelona a punto de iniciar su operación comercial antes de poner rumbo el próximo octubre hacia su puerto base, Miami (Estados Unidos). 

La naviera estadounidense tuvo un buen 2017 y ha presentado recientemente un plan de inversión, que compromete 900 millones de dólares para reformar su flota y ha esbozado la que será una de sus apuestas fuertes en los próximos años: las islas privadas que combinan parques de ocio con resorts hoteleros como destino dentro de sus cruceros. La experiencia más completa que se pueda ofrecer a los veraneantes ávidos de nuevos horizontes pero en un entorno controlado y con las máximas comodidades.

En el mercado europeo también ha sido un intenso ejercicio. La compañía ha terminado la reestructuración de su operación, centralizando la operación en Barcelona e invirtiendo en equipos comerciales sobre el terreno en el resto de países que configuran su 'eurozona' (Francia, Alemania, Italia, Austria y Suiza) para aprovechar el tirón del mayor interés en los cruceros registrado en la última década. 

La compañía ha terminado la reestructuración de su operación, centralizando la operación en Barcelona e invirtiendo en equipos comerciales sobre el terreno en el resto de países que configuran su 'eurozona'

Entre 2011 y 2016 la demanda de cruceros aumentó un 20%, según los datos de la Asociación Internacional de Líneas de Crucero (CLIA), siendo Estados Unidos (11,5%) y China (2,1%) los mercados que más han empujado. En España, el aumento de cruceristas ha sido menor, un 0,5% en esos cinco años, pero marca una tendencia al alza desde 2014. CLIA estima que para este año 27,8 millones de personas de todo el mundo harán un crucero, tres millones más que en 2017.

A España llegaron 9,2 millones de cruceristas el año pasado, un 6,7% más que el año anterior según los datos de Puertos del Estado. La previsión de las autoridades portuarias es que el tráfico de cruceros siga creciendo en los próximos años a un ritmo de entre 1,5% y 3%, con lo que se superarían los 9,5 millones de cruceristas en 2020.

"En España, tanto en resultados como en la parte más cualitativa de la adaptación a esta nueva estructura, ha sido un año intenso pero muy bueno", señala a EL ESPAÑOL Belén Wangüemert, directora general de Royal Caribbean para la Eurozona. "No hemos crecido masivamente, pero tampoco es nuestra intención", agrega.

Las perspectivas para este año son positivas. El recién estrenado Symphony of the Seas pasará seis meses en el Mediterráneo antes de navegar hacia su puerto base, en Miami, y "va muy bien vendido", asegura la directiva. El nuevo barco más grande del mundo visitará 70 veces los puertos españoles hasta septiembre: 35 visitas a Barcelona, 33 a Palma y dos a Málaga, teniendo en cuenta la escala de esta semana en su viaje preinaugural.

El recién estrenado Symphony of the Seas pasará seis meses en el Mediterráneo antes de navegar hacia su puerto base, en Miami, y "va muy bien vendido", asegura la directiva

Para la naviera, Barcelona es un puerto estratégico. Royal Caribbean esquivó el punto álgido de la crisis política en Cataluña en el último trimestre del año pasado ya que sus barcos sólo operan en el Mediterráneo entre marzo y septiembre. Wangüemert asegura que "no hemos notado un gran impacto a nivel consumidor" y que, siendo una compañía global, tienen la "capacidad de relativizar y la experiencia" para gestionar situaciones de todo tipo.

"Todo acaba por normalizarse, no hay que dramatizar y tomar grandes decisiones que acaben por ser precipitadas. Nosotros no estamos viendo impacto en el negocio", sentencia Wangüemert respecto a las perspectivas para esta temporada que arranca ahora. 

Barcelona, un puerto estratégico

Las cifras del sector en Barcelona hablan por sí solas. Los cruceristas han aumentado en torno a un 12% desde 2012, de 2,4 millones a 2,7 millones en 2017, con una tendencia al alza desde 2014. Es más, en los últimos años se ha reducido el número de pasajeros en tránsito -los que hacen escala en la ciudad-, y Barcelona se ha consolidado como puerto base con un aumento en los embarques del 28%, más de 961.000 cruceristas, señala un estudio reciente de CLIA.

Esta es, precisamente, la clave de un mayor impacto económico de la actividad crucerista que en 2016 ascendió a 1.083 millones de euros entre gasto directo e indirecto -lo que equivale a 518 euros por crucerista que llega a la ciudad-, aportando 206 millones a las arcas del Estado y de Cataluña y 1,6 millones de recaudación por la tasa turística.

Este éxito se debe, en gran medida, al esfuerzo que ha hecho el Puerto de Barcelona para ser "puerta de entrada para el turismo de calidad" y para ser un referente en el Mediterráneo y a nivel mundial. Y se ha hecho este esfuerzo a pesar de que "el volumen de negocio que generan los cruceros no es tan relevante" comparado con el resto de transporte marítimo, asegura la directiva de Royal. "Es un puerto con el que se trabaja muy bien, es puntero tanto en instalaciones como en la relación con las navieras y es un ejemplo del que aprenden muchos puertos emergentes", destaca. 

Tasas y turismofobia, dos temas calientes en Barcelona

Pero la operación en Barcelona tiene dos aristas que han levantado ampollas en los últimos años: un mayor gravamen por parte de las autoridades locales y la creciente sensación de rechazo hacia los cruceristas por parte de los vecinos de la Ciudad Condal.

Respecto a lo primero, Wangüemert indica que Royal "lo ha observado durante un tiempo con cierta preocupación", pero que la compañía trabaja "muy de cerca" con la ciudad para "añadir valor y gestionar las cosas de la mejor manera".

"Nos preocupa el precedente que pueda sentar o el hecho de que se considere al crucerista como excursionista en un puerto de escala, y no lo es. El crucerista tiene un control fácil, para lo bueno y lo malo. Para lo bueno es que la ciudad sabe cuánta gente va a llegar a la ciudad y dónde van a hacerse los tour con un año de antelación, algo que permite gestionar los flujos turísticos con antelación suficiente", asegura. Para lo malo, es que con el registro concreto de cruceristas sobre la mesa, es muy fácil imponer una tasa por persona a las navieras.

"Nos preocupa el precedente que pueda sentar o el hecho de que se considere al crucerista como excursionista en un puerto de escala, y no lo es"

La Generalitat impuso en 2012 una tasa turística de 2,5 euros a establecimientos hoteleros y cruceros por la pernocta de sus clientes. A esta tasa, se suma la que marca Fomento y, desde el año pasado, los 0,65 euros por pasajero impuesta por el Ayuntamiento barcelonés y que se aplica independientemente del tiempo de escala. 

Desde el sector han alzado la voz contra esta última tasa local por considerar que no aporta valor añadido al cliente. Además, como explica la directiva de Royal, el turismo de cruceros es, en perspectiva, una cantidad muy pequeña del turismo que recibe Barcelona. "Es fácil mirar ese 7% y tomar decisiones, pero se está haciendo sobre un porcentaje muy pequeño. Al final, desde la compañía, intentamos gestionar, dialogar y llegar a acuerdos, además de hacer lo que tenemos que hacer", sentencia. 

Una pequeña proporción del turismo, pero muy llamativo. Que el "barco más grande del mundo" recale en un puerto español es motivo de orgullo... y de queja para muchos vecinos. Desde la compañía ven con tristeza la situación, al considerar que no se logra trasladar al ciudadano que en realidad la llegada de turistas por esta vía es pequeña comparada con otros medios como el avión y que, realmente, genera grandes beneficios para la ciudad.

"El sector cruceros hace un aporte de más de 500 millones al PIB de Cataluña y más de 7.000 puestos de trabajo directos solamente en la industria", apunta la directiva señalando otros aportes como el refuerzo de la ocupación hotelera o el flujo controlado de turistas, ya que la administración sabe con un año de antelación cuándo recalará un barco en su puerto. "Es un porcentaje de turismo pequeño pero muy valioso para Barcelona", señala.

Acuerdo para reformar el puerto

Esta misma semana, varias asociaciones catalanas han pedido que se revoque el acuerdo que ha cerrado el Ayuntamiento de Ada Colau con el Puerto de Barcelona para la reforma del puerto porque consideran que multiplicará el número de cruceristas. El consistorio barcelonés y el puerto pactaron en enero agrupar todas las terminales de cruceros en uno de los muelles, Adossat, y reducirlas de ocho a siete. Las nuevas terminales, eso sí, tendrán capacidad para barcos más grandes que las que se prevén eliminar.

Según la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (Favb), la Asociación de Barrios por un Turismo Sostenible (ABTS) y la Plataforma para la Calidad del Aire, cuando la remodelación esté lista en 2026, el número de cruceristas podría incrementar entre un 40% -3,6 millones- y un 67% -4,4 millones-, respecto a los niveles de 2017. Bajo su punto de vista, este acuerdo no beneficia a la ciudad, refuerza la “problemática actual del modelo de turismo insostenible” y se ha suscrito sin la participación ciudadana.

Desde Royal Caribbean ven bien este acuerdo y se muestran abiertos a seguir trabajando con el Ayuntamiento para coordinar el flujo de pasajeros y seguir aportando riqueza a la ciudad. "Nos entristece ver que el trabajo que hemos hecho entre todos, con el Puerto de Barcelona como ejemplo de colaboración para otros puertos, y hayamos llegado a una situación en que parece que no nos importa. Creo que, al final, pasará y la gente volverá a ver con orgullo, como hacía antes, el turismo que atrae su puerto", concluye Wangüemert

El largo radio, clave para crecer

La directiva de Royal Caribbean señala que el foco de la naviera en este momento está en trabajar para crecer fuera de Europa. "Es una de las claves que nos va a permitir, a nosotros y al resto del mercado español, seguir creciendo". ¿La clave para ese impulso? "Incorporar la larga distancia al producto crucero para lograr un salto cualitativo y lograr números más relevantes a nivel europeo", afirma Wanguëmert.

Wangüemert habla con la perspectiva de una compañía global, con "los mejores barcos en el Caribe" y parte de su flota aprovechando el aumento de la demanda de cruceros en Asia. Bajo su punto de vista, "estamos muy acomodados a viajar por Europa. Cuando se piensa en la larga distancia no se piensa en hacer un crucero y es ahí donde, a futuro, tenemos el caballo de batalla".

Este giro permitiría, además, desestacionalizar el turismo de cruceros y el potencial de países como Alemania o Francia, "mercados muy potentes en los que la gente viaja todo el año", dan el impulso a la compañía para expandir su apuesta. Son países en los que a la hora de elegir sus vacaciones sí se piensa así, "ir al Caribe, a Sudamérica o a Asia para hacer un crucero". 

A los 458 barcos de crucero disponibles a nivel global asociados a CLIA -de navieras miembros de la asociación-, este año se sumarán otros 27 (tanto de cruceros oceánicos como fluviales). Más de un tercio de la oferta de cruceros sigue concentrada en el Caribe, frente a casi un 16% en el Mediterráneo. El número de cruceros que se vende en China, Australia o América Latina es aún bajo, con un 6%, 6% y 2,1% del total, respectivamente, según los datos de 2017, dando a las compañías un amplio margen para crecer en estos mercados.

Los españoles, sin embargo, "no están en ese punto", opina Wangüemert. ¿Y cómo se puede potenciar este cambio de gustos? "En el caso de crucerista español, hay tres claves: trabajar el destino, apoyarnos en las agencias de viajes en este esfuerzo y, por nuestra parte, ofrecer facilidad en la combinación aérea". Añadiendo la venta de billetes de avión en sus paquetes de cruceros la naviera ha logrado "crecer bastante en el Caribe", asegura. "Hemos percibido que la gente busca, cada vez más, la comodidad de un paquete cerrado y no tener que buscar por su cuenta aunque a priori sea algo fácil de hacer con los recursos al alcance de cualquiera en Internet".

Nuevos barcos, remodelación e islas privadas

Marzo ha sido un mes intenso para Royal Caribbean. Además de recibir el Symphony of the Seas de manos de STX France, la compañía ha anunciado un ambicioso plan de inversión para los próximos años con tres focos: llegar a nuevos destinos, mejorar la experiencia del cliente a bordo y ampliar su flota.

Sólo para reformar los 24 barcos que ya tiene en servicio invertirá 900 millones de dólares. El esfuerzo de modernización de algunos de sus barcos pasará por incluir innovaciones tecnológicas y digitales, pero también se ampliarán 10 naves en cuatro años para incluir nuevas experiencias y zonas de ocio y gastronomía.

Su plan de acción para los próximos años incluye el desarrollo de un catálogo de islas privadas con atracciones y alojamiento que serán ofrecidas como destino dentro de sus cruceros. La primera será Perfect Day CocoCay, una isla que ya tiene la compañía en Bahamas y que reformará durante el próximo año para ampliar los servicios disponibles.

Atrapados por su propia dinámica de presentar barcos cada vez más grandes, la naviera recibirá en 2021 el quinto de la clase Oasis, a la que pertenece el Symphony of the Seas, y será, según adelantó Bayley, “un poco más grande, unos centímetros más de eslora y algo más de tonelaje”. Antes de este barco, que todavía no tiene nombre, en 2019 debutará el Spectrum of the Seas, el primero de la nueva clase Quantum Ultra. En 2020 llegará un gemelo del Spectrum y en 2022 y 2024, según el calendario de la naviera, se entregarán dos barcos de la nueva clase Icon, alimentados por gas natural licuado (GNL).

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