Poca gente apostaba por Bankia cuando allá por mayo de 2012 Rodrigo Rato anunció su dimisión (presionado por el Gobierno) como presidente. Un escueto comunicado ponía fin a su etapa al frente de la entidad, y daba paso a la llegada de José Ignacio Goirigolzarri. Un vasco desconocido para el común de los mortales, y con un nombre casi impronunciable.

No ocurría lo mismo para quienes conocían la trayectoria de este banquero que disfruta hablando del negocio “porque lo conoce”. Un exBBVA que sonaba como relevo de Francisco González y que abandonó el banco en 2009, después treinta años de servicio, con una pensión millonaria. Tan millonaria que, como diría José María García, le permitía tener “la luz pagada” durante el resto de su vida; y probablemente, la de alguna generación más de su familia.

Una cómoda posición que no fue óbice para que este bilbaíno de 63 años (entonces 58) diera el sí quiero a hacerse cargo de la patata más caliente del sistema financiero. Un banco que estaba abocado a la resolución, que requirió unas ayudas de 22.400 millones de euros, con una imagen nefasta entre la sociedad española y sobre el que las apuestas eran a la baja en el mercado. La entidad que amenazaba con arrastrar a todo el sistema financiero español.

Goirigolzarri es un apasionado de la Historia y la Filosofía, de la que recibe clases un día por semana.

Un miura que ‘Goiri’ -como le llaman los más cercanos-  decidió coger “por responsabilidad social” como él mismo ha dicho en incontables ocasiones. Quizá el mayor reto para un  técnico de la banca que puede presumir de haber creado un producto tan conocido por todos (los más mayores) como el ‘Libretón del BBVA’ con el que la entidad consiguió captar más de 750.000 clientes.

Hombre de modales excelentes, trayectoria intachable y conocimiento del negocio que decidió comprometer lo más sagrado que tiene una persona: su credibilidad. La suya y la del grupo de personas a las que convenció para que le acompañaran en el consejo de administración de Bankia, pero también en el comité de dirección del banco.

Los resultados de la entidad

Hombres y mujeres que decidieron asumir “un riesgo reputacional tremendo” como el propio Goiri dijo en la X edición de los cursos ICLD de la Fundación CEDE. Un todo o nada que, cinco años después, ha salido bien a tenor de los resultados obtenidos.

Un banco que cerraba el ejercicio 2016 con 804 millones de euros de beneficio; una ratio de capital ordinario (CET1) fully loaded  del 13,02%; una eficiencia del 48,9%; una tasa de mora del 9,8% y un saldo de dudosos de 11.476 millones de euros.

Cifras que son el resultado del plan estratégico del que ahora se cumplen cinco años. Se presentó el 28 de noviembre de 2012 y englobaba la estrategia hasta 2015. 

Levantar la moral

Todo un hito al que se llega tras cinco años de altibajos y en el que más allá de la gestión del negocio, la clave ha estado en recuperar la moral de los 13.500 empleados con los que cuenta Bankia en este momento. Trabajadores que -confiesan los más allegados a Goirigolzarri- recuperaron el sentimiento de pertenencia a Bankia.

Ése es su gran secreto, relatan. El haber sido capaz de identificar que el equipo del banco no estaba orgulloso de trabajar allí. Primero, por todo lo que había ocurrido; segundo, porque veían que no había un proyecto de futuro.

Había que recuperar la moral de la tropa, y para ello “hay que crear semilleros de líderes en la empresa que motiven a sus equipos, porque nadie se motiva con un discurso más o menos brillante del presidente”, decía Goirigolzarri en CEDE.

Recuperar los valores

Trabajar mucho, con exigencia, hacer las cosas bien, que los resultados salgan y creando un buen ambiente. Ésa es su receta. Y quienes trabajan con él aseguran que lo cumple a rajatabla. Confiesan que, a veces, les cuesta seguir el ritmo. Llega a eso de las 8 o las 9 al despacho, y se marcha de allí 12 horas más tarde.  

Pero no sólo ese ejemplo era importante para Goirigolzarri, una persona exigente consigo misma y que traslada esa exigencia a quienes le rodean. También lo era que Bankia tuviera algo esencial para él: valores. Cómo será, que fue él quien ordenó durante los momentos más duros de Popular que nadie en Bankia tratara de robar clientes a su competidor.

Valores. Una palabra que Bankia (resultado de la unión de Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja) había olvidado en 2012: la excesiva influencia de la política, las preferentes, las hipotecas sin mesura, el rescate con dinero público... La imagen social de Bankia estaba por los suelos.

Buscar el rumbo

Por eso ‘Goiri’ reunió durante meses a su comité de dirección cada viernes por la tarde para plasmar en negro sobre blanco cuál debía ser la filosofía y los valores del banco.

Un trabajo que se producía en paralelo a la preparación del primer plan estratégico, que Bruselas debía aceptar en noviembre y que se presentaba tal día como hoy. “Para él era importantísimo, había que empezar por los principios de verdad”, aseguran en su entorno. Algo que se plasmó en una de las primeras campañas publicitarias de Bankia, cuyo claim era justo ese: empecemos por los principios.

Una obsesión fruto de su interés por la Ética y la Filosofía. Tanto es así que tras abandonar BBVA se apuntó a la Escuela de Filosofía. Ahora ‘se conforma’ con recibir clases un día por semana durante una hora, aunque en sus ratos libres sigue cultivando la mente con la lectura. Pocas novelas, pero sí mucha Historia.

Metódico, ordenado, cuidadoso. Conoce el negocio al dedillo y le gusta bajar hasta el detalle más profundo. Le gusta visitar las distintas direcciones territoriales para conocer la evolución de Bankia, y dedica minutos a conocer la evolución de las distintas áreas porque “disfruta con lo que hace”.

Momentos dramáticos

Sin embargo, todo ese esfuerzo, esa dedicación, estuvo en peligro allá por 2014 cuando salen a relucir las Tarjetas Black. Todo un varapalo moral para el equipo de Bankia, reconocen quienes vivieron todo aquello. “Era como volver a 2012. Como si no se hubiera avanzado”, señalan quienes estaban a su lado. Y eso que la consigna del Consejo estaba clara: “una vez que los servicios de Bankia detectan el fraude, había que hacerlo público, ser transparentes y comportarnos con criterios de profesionalidad”, explicaba Goirigolzarri en una conversación que tuvimos en la revista Capital en Noviembre de 2014.

Una entrevista que llegaba un mes antes de que se viviera “un momento dramático” para Goirigolzarri. El día en el que los peritos del Banco de España dijeron que las cuentas de 2011 de Bankia elaboradas -primero por Rato- y, después, reformuladas por Goirigolzarri, no reflejaban la imagen fiel de la entidad.

Su liderazgo se tambaleaba, y quienes le acompañaron en aquel entonces recuerdan que “lo pasó mal”. Sobre todo, relatan, porque “era consciente de que en ese momento Bankia era él”; era él quien había comprometido su prestigio, su palabra y su credibilidad. Si ese informe seguía adelante, si el juez estimaba que pudo haber delito, el banco podría irse al traste. Pero no fue así, y el juez no estimó conveniente citar a Goirigolzarri ni mantener un proceso en su contra.

Quienes le conocen aseguran que ahora tiene una vinculación emocional con Bankia y sus trabajadores. 

Ahora, tres años más tarde, está en la memoria de quienes estaban con él. Pero algo ha cambiado desde entonces. Lo primero de todo, su compromiso con Bankia. “Ahora es su proyecto, tiene una vinculación emocional con las 13.500 personas que trabajan aquí”, nos dicen.

Pero no sólo eso. Está empeñado en convertir a Bankia en el “mejor banco comercial de España”. Por ahora los indicadores de confianza de la clientela les acompañan, aunque queda mucho camino por recorrer para lograr el objetivo.

Goirigolzarri y su equipo tendrán que lidiar con la fusión de BMN -que obligará a realizar otro Expediente de Regulación de Empleo (ERE)-; a navegar con las procelosas aguas de unos tipos de interés en mínimos históricos que lastran el margen de intereses y la evolución del negocio. Y quién sabe si con alguna otra fusión por el camino.

El Estado, accionista

Pero también tendrá que lidiar con “el accionista”, como le gusta referirse al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El Estado. Cuenta con el 67% del accionariado, y del que ahora se plantea vender hasta un 9%. Una desinversión que debería estar culminada antes de 2019.

La única manera en la que Bankia podrá devolver las ayudas públicas. Por eso siempre insiste en que su obligación es la de “generar valor”. Hasta ahora, tal y como explicaba el propio Goirigolzarri en su artículo Rescatar a Bankia fue un gran acierto publicado este fin de semana por EL ESPAÑOL, ha logrado generar 1.838 millones de euros.

El camino es largo. No parece que Goirigolzarri quiera dar un paso a un lado en Bankia. Más bien a la inversa. Los que le conocen aseguran que está más fuerte que nunca, con ganas de seguir adelante. Pero con una diferencia, dicen. “Ahora si Goirigolzarri se marcha, no pasaría absolutamente nada”, sentencian.

Una frase que demuestra otra de las grandes metas que el presidente dice tener en su día a día. “Que cuando dejes el puesto, quien venga detrás lo encuentre algo mejor que como tú lo encontraste”.

Cinco años de trabajo duro, en el que parece que los resultados acompañan. Quedan muchos retos por delante, pero su equipo reconoce que Bankia es su proyecto, su obsesión.

Un 'león' en Madrid

Cómo será que prefiere que Bankia vaya bien a que su Athletic de Bilbao saque la gabarra para celebrar un título de Liga. “Quizá porque en lo primero él sí puede hacer algo, en lo segundo no”, explican con cierta ironía cuando se le pregunta por su afición como ‘león’ al equipo vasco.

Y es que no sólo el trabajo y la formación son importantes. También lo es el tiempo para el ocio. El Athletic es su debilidad, pero también las caminatas por la montaña. Diez o doce kilómetros un día a la semana conociendo la Sierra madrileña, pero también viajando o disfrutando de un buen pescadito.

Aficiones del presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, a quien le gustaría ser recordado como “una persona normal, que cree mucho en los equipos”. Por ahora lo ha demostrado, pero el camino todavía es largo y queda mucho por recorrer. Así que el tiempo dirá si lo consigue.