Amazon ha decidido dar un primer golpe a los grandes del sector de la logística, con los que vive una relación de amor-odio desde hace años. Con su decisión de arrancar los envíos a través de su división Amazon Logistics al margen de los principales operadores, siembra la duda sobre si realmente el gigante tecnológico controlará, finalmente, el último eslabón de la cadena.

La compañía no ha dejado de crecer desde que en 2011 aterrizara en España con su tienda online. No sólo ha ganado una posición muy relevante en el sector del comercio electrónico, sino también en los servicios en la nube (AWS) y en la publicidad digital. Ahora esta decisión golpea a uno de los sectores que estaba viviendo un muy buen momento ante el crecimiento de las ventas online.

Francois Nuyts, su presidente y director general en España e Italia, ha abierto un frente que puede ser muy complicado de gestionar. Por ahora, las entregas a través de Amazon Logistics son casi testimoniales y la compañía tiene firmados acuerdos con las grandes paqueteras para el próximo año. Pero éstas no están especialmente satisfechas con esta incursión en su territorio y vigilan con atención cada uno de los pasos de su socio y ahora también rival. El primero ya lo han dado. Veamos el impacto que tiene durante los próximos meses.

La situación económica de Abengoa parece el cuento de nunca acabar. Cuando todo parecía enderezado con el acuerdo de reestructuración alcanzado el pasado mes de marzo, con los 1.169 millones de euros inyectados por los fondos de inversión, todo ha vuelto a enredarse, y las cuentas vuelven a no salir por ningún lado.

No hay fondos suficientes para abonar los 100 millones de euros a que obliga el fallo del juez mercantil sevillano, Pedro Márquez, que la semana estimaba la impugnación presentada por un grupo de acreedores minoristas contra el referido acuerdo y del que se quedaron fuera de manera voluntaria.

Y no para aquí la cosa. La multinacional sevillana, presidida por Gonzalo Urquijo, también tiene sobre su cabeza la ‘espada de Damocles’ que suponen las líneas de avales, por 116 millones, que amenazan con ejecutar Portland General Electric y la aseguradora Zúrich.

La falta de liquidez sobrevenida viene provocada por la imposibilidad de cerrar la venta de Atlantica, su filial estadounidense, al no lograr ponerse de acuerdo con los fondos interesados. Y tampoco ha llegado a buen puerto la venta de activos en África y Latinoamérica.