Aunque, en enero de 2016, como consejero de la gestora inmobiliaria Haya, José María Aznar Botella (el hijo mayor del expresidente José María Aznar y Ana Botella) aconsejaba cierta cautela a los dirigentes de Cerberus -el fondo estadounidense del que depende la gestora-, a la hora de acometer nuevas inversiones inmobiliarias en España, la oportunidad de negocio planteada con la venta de los activos tóxicos de Liberbank era un ‘caramelo’ que el fondo no podía dejar de escapar.

Echaron las cuentas y salían con creces. A cambio de pagar 85 millones de euros a la entidad presidida por Manuel Menéndez, Haya se agencia en exclusiva, durante siete años,  la gestión de activos problemáticos, valorados por un importe bruto de 6.000 millones de euros, que se quedan en un neto de 3.600 millones, al estar solo provisionados al 40%. Una cobertura que se queda muy por debajo de la media del 56% que acredita el sector, a la que llegaría Liberbank aportando cerca de 1.000 millones de euros.

Haya espera beneficiarse de las prisas de Liberbank por vender

Se junta el hambre con las ganas de comer. A Liberbank le urge quitarse de enmedio estos activos lo más rápidamente posible, y ahí estará Haya -la gestora presidida por Juan Manuel Hoyos Martínez de Irujo, y en la que Aznar Jr figura como consejero- para cobrar las preceptivas comisiones, con las que amortizar cuanto antes esos 85 millones pagados por el contrato de gestión y, a partir de ahí, empezar a obtener los beneficios esperados por esta operación.

En lo que queda de 2017 y hasta 2019, el objetivo de Liberbank es desprenderse de un tercio de estos activos tóxicos. Dar salida a cerca de 1.900 millones de euros de deuda bruta (410 millones en 2017, 625 en 2018 y 850 en 2019), para continuar la reducción de activos no rentables de los últimos trimestres.

Un negocio que va viento en popa

Desde que, en mayo de 2013, Haya Real Estate iniciara operaciones en España -primero como Cornalata Servicios y Gestión y, después, como Promontoria Plataforma- el negocio de quedarse con la gestión de activos inmobiliarios problemáticos de las entidades financieras no le ha ido nada mal.

De hecho, la empresa, dependiente de la holandesa Promontoria Holding 62, cerraba el  ejercicio 2016 con un beneficio de casi 30 millones de euros, tres veces más que un año antes, cuando no llegaba a 11 millones de euros.

En 2014, la ganancia se quedaba en 6 millones de euros y, en sus primeros 8 meses de actividad en 2013, dejaba el beneficio en 4,47 millones de euros. En 2017, los 85 millones pagados a Liberbank derivarán en una disminución significativa de las ganancias, y Haya deberá esperar a 2018 para que la venta de activos de esta entidad empiece a lucir en su cuenta de resultados.

El de Liberbank, el cuarto contrato de Haya

Los actuales casi 190 millones de ingresos y 30 millones de beneficio que Haya acreditaba a finales de 2016 provienen únicamente de 3 contratos. Los firmados con Bankia, la Sareb y Cajamar.

En septiembre de 2013, seis meses después de iniciar operaciones, el fondo Cerberus -todavía entonces a través de Promontoria Plataforma- asumía la gestión de 12.200 millones de euros brutos de activos inmobiliarios de Bankia durante un periodo de 10 años, así como otros 36.600 millones de activos transferidos a terceros, tanto inmuebles como préstamos promotor, que entonces gestionaba la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri. En función de las ventas durante esa década, el precio a pagar por Haya se movería entre 40 y 90 millones de euros.

Contrato mollar como servicer de Sareb 

El contrato con Bankia no iba a ser ni mucho menos el contrato mollar de Haya, pero sí iba a facilitar que, a finales de 2014, la Sareb -el banco malo presidido por Jaime Echegoyen- eligiera a la plataforma del fondo Cerberus como uno de sus cuatro servicers inmobiliarios, para gestionar un paquete de 52.000 préstamos vinculados, originados por Bankia, y adquiridos posteriormente por Sareb por 18.000 millones de euros.

En virtud de este contrato, Haya entregó a Sareb 235 millones de euros en efectivo, como garantía, a devolver durante los 10 años de contrato, a medida que se produce el desempeño y pago de los derechos económicos previstos. Haya cobra una comisión por los servicios de actividades inmobiliarias y financieras, y otra adicional por la comercialización o recobro.

Antes, en junio de 2104, Haya adquiría Cimenta2, la plataforma inmobiliaria de Cajamar, y se aseguraba un contrato para gestionar, durante 10 años, 7.300 millones de euros de inmuebles y créditos promotor del grupo cooperativo de crédito.

El acuerdo se cerró en 225 millones, incluyendo un variable adicional que dependerá del grado de cumplimiento del plan de ventas acordado entre las partes. Inicialmente, este variable se cuantificó en unos 20 millones de euros.

Deudas con Hacienda

Tras el cierre de 2016, en enero del presente ejercicio Haya, según recoge en las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, pagaba a Hacienda 2,37 millones de euros tras el acuerdo de liquidación alcanzado por deudas del Impuesto de Sociedades de los ejercicios 2013 y 2014.

La irrupción en España de la plataforma inmobiliaria del fondo Cerberus vino a coincidir prácticamente con el inicio de operaciones de Poniente Capital, la sociedad de asesoría financiera que José María Aznar Botella constituía en octubre de 2011, y cuyo volumen de negocio se vio notablemente incrementado una vez que, en 2013, el hijo pequeño del expresidente fue nombrado consejero de la gestora filial del fondo estadounidense.

En virtud de los contratos de prestación de servicios a la filial de Cerberus, Poniente pasaba de ingresar 750.000 euros en 2012 a 1,8 millones en 2013. Llegaba a 1,3 millones en 2014 y a 1,4 millones en 2015, último ejercicio en el que Poniente depositaba sus cuentas en el Registro Mercantil. En ese periodo, Poniente -la empresa de la que Aznar es socio único- pasaba de ganar 37.000 euros en 2012 a casi 300.000 euros en 2015. Cantidades que se unen a los emolumentos percibidos como consejero de Haya.

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