Carlos Bousa, director general de Oryzon Genomics, tendrá que hacer frente a los problemas que han surgido tras el "rechazo" de Roche. La compañía suiza anunció el 21 de julio que no seguiría colaborando en el desarrollo clínico de la molécula ORY-1001. Tras el comunicado, las acciones de la biofarmacéutica española cayeron más de un 27%, registrando mínimos de 1,94 euros por título. 

Tras estas noticias, Carlos Buesa señaló que están "convencidos que ORY-1001 tiene un gran potencial para el tratamiento de un amplio rango de tumores y la compañía está decidida a continuar su desarrollo". Sin embargo, tendrá que conseguir atraer financiación para seguir con esas investigaciones. 

Carlos Buesa es director general de la compañía desde que se fundó Oryzon en el año 2000. Doctor en Biología por la Universidad de Barcelona, ha cursado diversos programas de finanzas y negociación. Asimismo, es miembro del Consejo de Administración de Inveready Seed Capital y de Inveready Biotech. 

Jaime Carbó es uno de esos ejecutivos en los que las empresas en apuros piensan, sabedoras de que no le va a temblar el pulso a la la hora de ajustar gastos y enderezar las cuentas. Lo hizo en la aceitera Deoleo y lo está haciendo ahora en Adveo -la antigua Unipapel-, la multinacional mayorista de material de oficina, donde ejerce de consejero delegado desde hace dos años.

Salió de la aceitera tras cuatro años convulsos, entre 2011 y 2015, en los que le tocó lidiar con una situación complicada. La derivada por la toma de control del fondo británico de capital riesgo CVC, primero con la compra del 30%, en abril de 2014, a la cooperativa Dcoop y a Bankia y a Banco Mare Nostrum (BMN) -entidades obligadas a vender tras sus respectivos rescates públicos-, y después, con la opa lanzada en diciembre que elevó al 48% el capital de CVC en la multinacional aceitera.

Tras dimitir de Deoleo, con 4 millones en el bolsillo, no tardó ni un mes en encontrar trabajo. “Jaime, con su amplia experiencia en la gestión de compañías de ámbito multinacional, reúne todas las condiciones para llevar con éxito el nuevo ciclo en el Grupo Adveo”, señalaba Juan Antonio Hernández Rubio, el entonces presidente de la multinacional. Llegaba Carbó a Adveo en un momento crítico. Entre enero y septiembre de 2015 perdía 6,8 millones, cuando un año antes había ganado 5,7 millones, y Carbó cortó por lo sano. A un primer ERE que en 2016 afectó a 75 trabajadores, se une ahora la salida de otros 73 empleados. Casi 150 menos que dejarán la plantilla en 90 efectivos.