“Acabará habiendo un sandbox en España”. Son las palabras de Fátima Cerdán de la Cruz, letrada y subdirectora de Asuntos Internacionales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La directiva asegura que el organismo trabaja para la creación de un banco de pruebas, como el que tienen países como Reino Unido, en el que las compañías tecnológicas del sector de las finanzas puedan operar en fases iniciales sin temor a problemas jurídicos.

La directiva lo ha asegurado durante el debate organizado por EL ESPAÑOL junto a la firma de abogados Ashurst, la plataforma para gestionar los ahorros Finizens y el crowdfunding para empresas Arboribus.

¿Por qué es importante un sandbox?

Es una de las herramientas más demandadas por el sector. Ya está presente en mercados más maduros como el británico. ¿Y en España? Cerdán de la Cruz defiende que ya está sobre la mesa de la CNMV, pero no hay fecha para su ejecución. “Hay una clara voluntad y se está trabajando activamente en ello; hay reuniones con el Tesoro, el Banco de España… España acabará teniendo un sandbox”, explica. 

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Entre esas tareas, la CNMV ha incluido un estudio comprativo de las experiencias de otros países, para analizar cuáles de sus características pueden ser importables en España. En este sentido, cree que es importante ahora definir qué entidades podrían participar, el plazo para llevar a cabo esas pruebas (en Londres no es superior a seis meses), las características…

La CNMV ha recibido hasta ahora 68 consultas por parte de nuevos operadores de este sector. La mayoría proceden de Plataformas de Financiación Colectiva (crowdfunding). Cerdán de la Cruz recuerda algunas de las demandas del sector que están siendo estudiadas: que las plataformas puedan gestionar sus propios proyectos; la facilitación de las inversiones de extranjeros; la dotación de liquidez a estas plataformas.

La regulación como reto

La palabra ‘regulación’ es una de las que más se repiten en debates como el de este miércoles. Es uno de los nuevos sectores que más alto ha reclamado a los supervisores la creación de unas reglas del juego que otorguen cierta seguridad jurídica. En 2015 se aprobó una ley que, según muchos de estos actores, está obsoleta. Y reclaman una revisión. Manuel López, socio de derecho bancario y financiero de la firma Ashurst, recuerda que una de las quejas en el sector es que estas ‘reglas’ se perciben “como un puro coste y muchas veces como una barrera de entrada”.

Una de las preguntas que, según él, cabe en este contexto tiene que ver con la necesidad de contar con autorización administrativa. ¿Habría que flexibilizar y liberalizar totalmente el sector? Entiende que esto último sería “un error”. “La existencia del control del supervisor te genera una protección para el inversor y es un argumento dentro del propio marketing”, asegura.

Entonces, ¿cuál es la salida? En su opinión, hay tres grandes cuestiones que habría que mejorar en la legislación: la agilización de los procedimientos de autorización, la velocidad a la que se legisla y la creación de ese ‘banco de pruebas’. ¿Sus condiciones? “Que puedan trabajar con clientes sin autorización y tener la seguridad jurídica frente a la ‘no sanción’”, apunta.

“En España hay una clara falta de regulación, mientras que esa regulación no es un problema en mercados como Estados Unidos, donde casi no se habla de ella”, explica Marta Plana, presidenta del Foro Fintech.

La batalla de los recursos de los reguladores

Entre las batallas particulares de algunas de estas empresas se encuentra la de las plataformas de equity crowdfunding (modalidad con la que el inversor invierte a cambio de acciones y no de una recompensa). “Ahora nuestra lucha es conseguir que cualquier inversor pueda acceder a plataformas como la nuestra”, asegura Carles Escolano, uno de los cofundadores.

Y hay quien sigue advirtiendo de que si las empresas españolas no son capaces de crecer por una regulación compleja lo harán otros competidores extranjeros. La cofundadora de Fintonic, Lupina Iturriaga, asegura: “Si no lo hacemos nosotros, vendrán de fuera y lo harán por nosotros”. Por su parte, Jesús Pérez, presidente de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEF), advierte: “Hay mucho héroe del fintech; no tenemos estrategia como país para realmente ser capaces de aprovechar este sector”. Aun así, reconoce que España puede estar al nivel de otros países, en caso de que se aporten más recursos.

¿Cómo está siendo la participación de los reguladores en la creación y actualización de estas reglas del juego? Tanto unos como otros coinciden en que el trabajo de la CNMV está más avanzado que el de Banco de España. Las empresas recuerdan la necesidad de que haya más recursos con los que se dote a los organismos. En este sentido, Cerdán de la Cruz respalda esas posiciones y advierte: “Próximamente será necesario contratar a personas especializadas en la supervisión de algoritmos”.

Bancos, aliados frente a enemigos

Durante años, las empresas ‘fintech’ y los bancos han mantenido una relación de enemigos. Las primeras se empeñaban en colocar a los segundos como los oponentes a vencer. Una de las voces más duras ha sido Philippe Gelis, cofundador de Kantox. Él admite que hubo una primera etapa de “enfrentamiento puro” hasta 2013. Entre 2014 y 2015, muchos de los bancos mostraron interés y empezaron a investigar lo que ocurría. “desde el año pasado, miran, buscan colaborar, invertir… y hacen propuestas comerciales”.

Pese a ese cambio en el discurso, Gelis sí que recuerda que aún hay una guerra “bastante directa” de bancos contra estas compañías. Y pone el dedo en la llaga respecto a prácticas “poco honestas” hacia compañías tecnológicas. “Nos ha pasado un par de veces en Francia, en Reino Unido no hemos visto ninguna… y en España nos ha pasado muchísimo, con prácticas anticompetitivas muy fuertes”, explica. Insiste en que

¿Qué otras experiencias tienen competidores del sector? En la plataforma de equity crowdfunding (financiación colectiva a cambio de acciones) de pymes Arboribus, como admite su cofundador, Carles Escolano, coexisten con la banca. “No hay colaboración y es un tema de volumen: para el banco es poco eficiente”, apunta. En Indexa Capital, sienten que las entidades financieras les ignoran. “Somos una ‘cosa’ que gestiona 45 millones y, encima, no somos muy simpáticos pues presentamos un estudio sobre cómo las gestoras de los bancos en España han perdido miles de millones”, apostilla Ramón Blanco.

Pese a ello, también ha habido acercamientos que han cristalizado en acuerdos. Algunos en forma de inversión, como ha sucedido en la última ronda de 25 millones de Fintonic, con ING Group. En otros como acuerdo comercial. Es el caso de Finizens, la plataforma de gestión pasiva de ahorros, que acaba de cerrar un pacto con Evo Banco para ofrecer la tecnología a sus clientes. “Indica que es posible convivir; a largo plazo creemos que para maximizar el beneficio del consumidor final habrá una tendencia hacia la convergencia entre ambos mundos”, apunta Giorgio Semenzato. O el de Kantox, que negocia con hasta seis bancos internacionales para algo similar.

La sala acogió a más de 100 personas en una de las plantas superiores de la Torre de Cristal. E.E.

¿Qué aporta cada una de las partes? Como asegura Giorgio Semenzato, director general y cofundador de la plataforma de gestión de ahorros Finizens, el sector tradicional de la banca aporta seguridad y estabilidad. ¿Y las fintech? Innovación, abaratamiento de precios o una mejor experiencia de usuario.

¿Qué sucede con el Brexit?

Una de las amenazas (y a la vez una oportunidad) para el sector ‘fintech’ es el ‘brexit’. La salida de Reino Unido de la Unión Europea ha despertado el recelo de muchas de las grandes compañías del sector financiero. Y es ahí donde España ha tratado de posicionarse. Sin embargo, desde las ‘startups’ no hay mucho optimismo.

“Estamos mal posicionados”, advierte Gelis, quien cree que no es bueno mandar mensajes “que no son reales”, insistiendo en que muchas van a venir para acá. Para él, Irlanda y Luxemburgo son las que ganan por ahora. No es el único. Ramón Blanco cree que Dublín es la “apuesta número uno”, por la flexibilidad, la agilidad del regulador y el ‘cluster’ que se ha creado en torno a las finanzas. “Hay que pelear la batalla”, apunta.

Kantox tiene su sede en Londres, aunque la mayor parte de su equipo está en España. ¿Qué va a hacer? Gelis asegura que está estudiando un plan de salida. Y dice que España es una opción, pero están analizando entre los otros dos países: Irlanda y Luxemburgo.

¿Cómo abordar la tributación?

No sólo va a ser clave la seguridad jurídica en el mercado donde se implanten las sedes de las empresas, sino también lo será la fiscalidad. Javier Hernández Galante, socio de Derecho Tributario de Ashurst, ha sido el encargado durante el evento de aportar algunas de las claves. Su resumen: “No hay un régimen especial fiscal para esta actividad de las ‘fintech’, ni creo que lo haya, ni creo que deba haberlo”.

Entre las claves de la fiscalidad, Hernández ha destacado la posible deslocalización de estas compañías con el objetivo de reducir su factura fiscal. En este sentido, menciona en la experiencia de países como Reino Unido, donde se ha creado un impuesto “específico para beneficios distraídos”. ¿Su objetivo? Gravar estructuras con las que artificialmente sacan beneficios fuera y no pagan en el país, con el objetivo de desincentivar estas prácticas.

Las grandes tecnológicas, ¿una amenaza?

Una de las grandes preguntas que surgen en el sector es: ¿Habrá bancos como los conocemos hoy? Para Ramón Blanco, la buena noticia es que seguirá habiendo bancos, pero “sus márgenes van a ser menores”. Dos son los factores que marcan ese contexto. Por un lado, el coste regulatorio, que se ha incrementado notablemente. Y por otro la entrada de competencia en verticales como los préstamos, los medios de pago o la gestión de activos.

Es en esos verticales en los que se quieren centrar muchas de estas ‘startups’ del sector. “Los bancos no van a poder controlar toda la cadena; van a ser proveedores de productos y todos vamos a poder convivir”, apunta Lupina Iturriaga.

Pero estas compañías fundadas por emprendedores y respaldadas, en la mayoría de los casos por el capital riesgo, no son las únicas que ambicionan esta parte del pastel. En esta ecuación hay que sumar otro jugador más: GAFA. Es el acrónimo con el que se conoce a Google, Amazon, Facebook y Apple. Las grandes empresas tecnológicas que ambicionan este sector. “No van a hacer el trabajo ‘malo’ de los bancos, sino que van a tratar de coger la parte buena: los créditos a pymes solventes, créditos al consumo…”, explica. Y pone de ejemplo a Amazon: “En beta, su servicio de préstamos a pymes ha logrado prestar 3.000 millones”.

Una cuestión de confianza

La irrupción de estos gigantes tecnológicos también pone aún más sobre la mesa la gestión de los datos. Y en este sentido, Pablo Blasco, director del ‘think tank’ Fintech Spain, recuerda una encuesta reciente a ‘millenials’ (grupo de población nacido en la década de los 80) en la que confirmaban que no le importaría cobrar la nómina con Google. Entiende que para estas compañías, la gestión personal de los datos va a ser sencilla para esta población más joven y mucho más complicada para las generaciones mayores. Tanto en un caso como en otro advierte de la necesidad de “mucha pedagogía” sobre la cesión de toda esa información.

La confianza va a ser clave. En este caso, Iturriaga (Fintonic) recuerda que esa confianza hacia los bancos ‘tradicionales’ no está pasando por su mejor momento. “Realmente no confío en que el banco me va a vender el mejor producto, sino el que él quiere venderme y es lo lógico”, explica. Y recuerda que durante sus primeros pasos fue difícil convencer a los clientes para utilizar su herramienta.

Con ese banco de pruebas para ensayar o sin él, el gran reto de las ‘fintech’ es lograr la confianza suficiente de los consumidores con la que consolidarse en el sector. “Hay que hacer mucha pedagogía sobre las ventajas y potencialidades”, explicaba Pablo Blasco, director del ‘think tank’ Fintech Spain. Todos confían en que será cuestión de tiempo.