La reunión del Eurogrupo para analizar la liquidación y venta del Banco Popular confirmó uno de los temores más evidentes: el establishment europeo está encantado con la forma en que ha debutado el Mecanismo Único de Resolución (MUR). Paradójicamente, este hecho oscurece aún más lo sucedido, porque ahora no está claro si el Popular ha sido conejillo de indias porque sus números lo condenaban o porque sobraban ganas de estrenar el mecanismo.

La autocomplacencia que se vio en Bruselas coincidió en líneas generales con la que exhibió Luis de Guindos en el Congreso el lunes 12 de junio. La liquidación fue rápida, no se invirtió dinero público y el efecto contagio quedó limitado al máximo. Nadie lamentó la pérdida total de los accionistas y de los bonistas. Guindos, como había prometido, llevó la “reflexión” que hizo ante los diputados: que el Fondo Único de Resolución (FUR) debería contar con un instrumento para asegurar la liquidez de los bancos que estén siendo tratados por la Junta Única de Resolución (JUR).

El fallo que dejó emparedado al Popular

Este fallo de diseño en el mecanismo ha sido muy trascendental en esta crisis porque permitió que el Popular quedara emparedado entre la JUR y el BCE. El 31 de mayo, Reuters difundió la noticia de que la máxima responsable de la JUR, Elke König había transmitido a altos cargos europeos que el Popular podía requerir una resolución ordenada.

El sólo hecho de que la JUR admitiera que está vigilando a un banco ya supone una importante quiebra de la confianza en esa entidad. A  partir de ahí, las retiradas de depósitos del Popular se incrementaron. Como esto puede volver a ocurrir mañana con cualquier banco europeo en problemas, Guindos ha advertido que la JUR debe contar con un mecanismo para facilitar liquidez a los bancos que declare tener bajo vigilancia. De lo contrario, pasará como con el Popular, cuya liquidación ha sido en parte una profecía autocumplida de la señora König.

La indiscreción de la JUR no hubiese sido crítica si el Popular hubiese recibido liquidez del BCE. Sin embargo, de los 35.000 millones que avaló la entidad cuando solicitó la Emergency Liquidity Assitance (ELA), sólo se le facilitaron 5.000 millones. Se le aplicó un descuento del 85% al valor de sus activos. Hay quienes dicen que éstos eran de pésima calidad. Sin embargo, hay banqueros centrales que aseguran que el BCE proporcionó liquidez en condiciones aún peores y no se explican la racanería mostrada el 6 de junio. Al Popular, la liquidez que le facilitaron le duró dos días, el lunes 5 y el martes 6 de junio.

¿Quién se arruinará primero?

Está claro que el Popular ha sido víctima de los errores de los equipos gestores de Ángel Ron y Emilio Saracho, que ahora se cruzan reproches en los medios de comunicación, pero en su liquidación también ha habido elementos diferenciales de carácter nacional. Un buen ejercicio es observar lo que pensaba el mercado del Popular y del banco italiano Monte dei Paschi di Siena (MPS), los dos farolillos rojos de la banca europea en el último año.

 

En este gráfico se ve la evolución de los Credits Default Swap (CDS) de ambas entidades (MPS en azul y Popular en rojo) desde 2009. Y en ellos se ve claramente que desde el verano de 2016 las expectativas de una crisis en el MPS se disparan. No así en el caso del Popular. Hasta el último momento, el mercado de los CDS pensó que el Popular estaba muchísimo más lejos de una resolución que el Monte dei Paschi.

Un dato muy significativo es que en la reunión preparatoria del Eurogrupo celebrado el jueves 15, los sherpas de los ministros del Eurogrupo también dijeron que estaban encantados con el mecanismo que se le aplicó al Popular, pero varios de ellos reconocieron que no podrían aceptarla en sus propios países.