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Empresas A los Leones
17 abril, 2017 01:10

La inconcreción de Saracho deja al Popular al borde del abismo

Nadie esperaba que, en apenas dos meses, el nuevo presidente del Banco Popular, Emilio Saracho, fuera a arreglar una situación crítica gestada hace una década -con la concesión a mansalva de créditos inmobiliarios y la compra del Banco Pastor- pero sí que, al menos, trazara una mínima hoja de ruta en la junta de accionistas del lunes 10 de abril. No fue así, y las reacciones de los inversores a la vista están. Tras las masivas ventas, el banco vale poco más de 2.500 millones de euros.

Decía Saracho a los accionistas que necesita tiempo. Lo tiene, pero muy limitado y el lo sabía al aceptar esta difícil tarea. Y, si bien es verdad que sólo lleva dos meses oficialmente en el cargo, también lo es que, desde el pasado 1 de diciembre -cuando el consejo del banco ya le catapultó a la presidencia de la entidad, para sustituir a Ángel Ron-, Saracho ha tenido tiempo suficiente para haber concretado sus planes más allá de lo que lo hizo. Decir que aún habrá que ver lo que se vende de aquí a final de año, para saber el capital que será necesario captar, se antoja un argumento de muy poco peso que sólo ha dado alas a la incertidumbre en torno al futuro de la entidad.

Urquijo, cuestionado por la salida de accionistas de referencia de Abengoa

Muchos son los que en Palmas Altas -la sede sevillana de Abengoa- andan con la mosca detrás de la oreja por el hecho de que Gonzalo Urquijo, su presidente, compagine el cargo con la presidencia de ArcelorMittal España, y que haga ostentación pública de este puesto, cuando cobra un millón de euros en Abengoa. Además, lo realizado en estos cinco meses por Urquijo y su equipo -el cierre del proceso de reestructuración financiera y la llegada de los 1.100 millones de dinero fresco para evitar el concurso- es algo que también hubiera salido adelante con Antonio Fornieles, el anterior presidente.

Lo cierto es que ni el uno ni el otro han tenido mucho que decir en todo este proceso. Han sido los antiguos acreedores financieros y los fondos que han suscrito los bonos los que han decidido todo, limitándose la empresa a ratificar lo acordado. Esto ha trasladado al mercado la idea de que Urquijo no tiene un plan para la empresa, sino que es un mero ejecutor de la voluntad de otros. A partir de aquí, con la espantada de los accionistas de referencia de Abengoa, como el Banco Santander, el Sabadell o los fondos Värde Partners, Arvo o DE Shaw -que se apresuraban a salir de la multinacional sevillana, vendiendo casi el 21% de su capital-, el nuevo presidente tiene que emprender el trabajo para el que fue elegido: recortar gastos y vender activos para devolver en cinco años los 5.000 millones de deuda que han quedado, un proceso para el que han contratado a Boston Consulting como asesor.