Bruselas

Lo que más impacta al entrevistar a la comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager (Golstrup, 1968), es su estilo cercano y sin pretensiones y cómo controla todos los temas de su cartera, incluso los más pequeños. Te sorprende que una de las mujeres más poderosas del mundo, la bestia negra de multinacionales como Apple, Google o Gazprom, te reciba personalmente y te sirva el café en su despacho repleto de fotos familiares y cuadros y murales. O que durante la conversación con el periodista esté sola, sin ningún asesor ni portavoz. O que Vestager, sin consultar sus papeles, tenga respuestas sobre casos que deben resultarle tan lejanos como las ayudas públicas a la Ciudad de la Luz de Alicante. 

 

Su carácter simpático e informal, su elegancia y su sentido del humor han convertido a Vestager en una estrella en Bruselas. Es uno de los pocos miembros de la Comisión de Jean-Claude Juncker que hasta ahora se ha salvado de las críticas de la prensa internacional, a la que ha seducido su actitud. Suele comenzar sus ruedas de prensa con alguna broma o haciendo fotos con su móvil a fotógrafos y periodistas, que luego cuelga en las redes sociales. También es la comisaria más poderosa. A diferencia de sus colegas -que necesitan el apoyo de los países miembros para que sus propuestas salgan adelante- la danesa tiene competencias directas para prohibir fusiones, imponer multas multimillonarias u obligar a devolver subvenciones ilegales.

 

De hecho, su simpatía esconde una determinación firme e implacable, que no se doblega a las presiones de las grandes compañías o de potencias como Rusia o Estados Unidos. “Lo mejor de esta Comisión es esta lucha contra los monopolios globales que está intentando llevar a cabo”, explica a EL ESPAÑOL el eurodiputado del Partit Demòcrata Català, Ramon Tremosa, especializado en temas de competencia. En su opinión, Vestager “es una persona muy rigurosa, muy preparada, muy solvente y con una gran capacidad de comunicación”. “Es lista, eficiente y trabaja mucho. No teme a nadie ni tiene miedo de tomar decisiones duras”, señala un periodista danés acreditado en la capital belga que ha seguido su trayectoria.

 

El último en sufrirlo esta semana ha sido el consejero delegado de Apple. Tim Cook se reunió con Vestager en enero en Bruselas para tratar de paralizar el expediente contra la tecnológica. Y recabó incluso el apoyo de la administración de Barack Obama, que a finales de agosto llegó a amenazar a la UE con represalias (“posibles respuestas”, en lenguaje diplomático) si había una sanción.

 

Al hacerse público este informe (en pdf), la danesa no sólo no dio marcha atrás, sino que adelantó el anuncio al 30 de agosto, un día en el que la mayoría de los funcionarios comunitarios apenas se han reincorporado de las vacaciones. Y exigió a Apple 13.000 millones de euros por impuestos impagados en Irlanda entre 2003 y 2014. La magnitud de la cantidad a recuperar ha conmocionado al propio Gobierno de Dublín, que se esperaba un castigo simbólico, del orden de los 30 millones de euros que Bruselas ha exigido a Starbucks y Fiat por impuestos atrasados.

Ella no permite que los sentimientos interfieran. La gente le pregunta cómo es que no se enfada o reacciona cuando le provocan. Pero tras muchos años en política, sabe que eso no ayuda

 

Sin llegar a la maestría de las actuaciones de Steve Jobs, Vestager es también una gran comunicadora. En su inglés fluido, la comisaria de Competencia logró condensar la compleja ingeniería fiscal de Apple en una sola cifra: el gigante informático pagó en 2014 “menos de 50 euros de impuestos por cada millón de euros de beneficios”, es decir, un tipo del 0,005%. Una presentación que ha conseguido desestabilizar a Cook, que tachó su decisión de “basura política” y le acusó de inventarse los números. Sin perder la sonrisa, Vestager le sugirió que hiciera públicos los impuestos que paga en cada país. “Eso acabaría con el misterio”, le dijo.

 

“Ella no permite que los sentimientos interfieran. A veces la gente le pregunta cómo es que no se enfada o reacciona cuando le provocan. Pero tras muchos años en política, sabe que eso no ayuda mucho. Así que ha decidido dejar estas cuestiones a un lado y centrarse en tratar de entender los argumentos y los datos. Y toma sus decisiones basándose en ellos”, explica a este periódico su consejera en materia de comunicación, Christina Holm-Eiberg.

La comisaria de Competencia ha impuesto además la mayor multa de la historia de la UE a un cártel. Un total de 2.930 millones de euros a cuatro fabricantes de camiones -DAF, Volvo/Renault, Iveco y Daimler- por participar en un acuerdo ilegal para pactar subidas de precios y repartirse el mercado.

 

Lo especial de Vestager es que sabe combinar esta firmeza con una actitud desenfadada, capaz de crear una buena atmósfera de trabajo con cualquier interlocutor. Una de sus principales aficiones es tejer elefantes de lana de colores, que subasta de vez en cuando con fines benéficos. “Cuando tiene reuniones con su equipo está tejiendo y cuando tiene que apuntar algo suelta el elefante y se pone a escribir”, relata a este diario una colaboradora. A la comisaria le gustan los elefantes porque viven en sociedades matriarcales y “no son rencorosos pero recuerdan”, según ha declarado. También le encanta hornear panes y dulces que luego lleva a su oficina.

 

Una inspiración para Borgen

 

Antes de convertirse en comisaria de Competencia en noviembre de 2014, Vestager era ya una de las políticas más poderosas de Dinamarca. A los 29 años ocupó su primera cartera ministerial, la de Educación y Asuntos Eclesiásticos. Y diez años más tarde asumió el liderazgo de su formación, el Partido Social Liberal, apodado como el partido Café Latte porque la élite de Copenhague es su principal granero de votos. Su carrera política sirvió de inspiración a los creadores de la serie Borgen para dar vida a la protagonista, Birgitte Nyborg.

 

“La actriz me siguió durante un día cuando era ministra de Economía para ver cómo funciona”, ha explicado Vestager. El creador de la serie, Adam Price, nunca ha confirmado que la comisaria de Competencia sea el modelo en el que se basa Nyborg, aunque admite que tomó elementos reales de la política danesa para diseñar a sus personajes.

 

Los paralelismos son evidentes, aunque fue Borgen la que se adelantó a los acontecimientos. En la primera temporada de la serie, que se difundió en 2010, la líder del partido Moderado logra ser primera ministra en un gobierno de coalición con los laboristas, pese a tener menos escaños que ellos. Aunque no ha llegado a primera ministra, Vestager se convirtió en 2011 en la número dos del Gobierno de centroizquierda de Helle Thorning-Schmidt y acumuló las carteras de Economía e Interior. Su formación había logrado el 9,5% de los votos, frente al 24,9% de los socialdemócratas.

Los paralelismos entre la protagonista de Borgen y Vestager son evidentes, aunque fue la serie la que se adelantó a los acontecimientos

 

El Partido Social Liberal ha desempeñado tradicionalmente el papel de bisagra en Dinamarca, decidiendo en cada elección si gobiernan los conservadores o los socialistas, lo que le permite tener un poder muy superior a su representación parlamentaria. Lo mismo ocurrió durante el mandato de Vestager. Los propios socialistas se quejaban de que la ahora comisaria logró imponer sus políticas económicas a la coalición en cuestiones como el recorte de las prestaciones por desempleo o el retraso de la edad de jubilación.

 

De aquella época, Vestager conserva en la mesa de café de su despacho una escultura de tamaño natural de una mano con el dedo medio levantado. Se la dio un sindicato que rechazaba sus políticas. “Me recuerda que no se puede estar de acuerdo con todo el mundo”, ha dicho en una entrevista en Twitter. En esta red social cuenta con 162.000 seguidores y mezcla tuits sobre su trabajo con otros más personales sobre su vida diaria.

En Copenhague, solía ir a su despacho en bicicleta, una costumbre que ha abandonado en Bruselas porque el tráfico le parece demasiado peligroso, explica su portavoz. En su lugar, sale a correr casi todas las mañanas, algunas veces con su perro.

 

Hija de pastores protestantes, la comisaria ha explicado que la atención que dispensaban sus padres a sus parroquianos 24 horas al día es un modelo para ella. “Creo que esa manera tan abierta de hacer su trabajo configuró mi visión de lo que debería ser una sociedad”, ha relatado. De 48 años, está casada con un profesor de matemáticas y tiene tres hijas, a las que cita a menudo en las ruedas de prensa hablando de cómo usan internet. Toda su familia se mudó a Bruselas con ella excepto la hija mayor, que continúa sus estudios en Copenhague.

 

La antítesis de Almunia

 

Si por algo destacó Vestager desde el principio en la capital de la UE, incluso antes de hacerse popular, fue por representar la antítesis de su antecesor en la cartera de Competencia, el español Joaquín Almunia. Tanto en estilo como en contenidos. Frente al “séquito” de funcionarios con los que Almunia acudía a las reuniones con representantes de las empresas tecnológicas, la danesa se ha presentado muchas veces sola y podía seguir sin problemas complejas argumentaciones técnicas, según explica Tremosa.

 

El expediente que mejor ejemplifica las diferencias políticas entre ambos es el caso Google. Durante cuatro años, Almunia intentó hasta tres veces llegar a una solución acordada a puerta cerrada con el gigante informático. Era su método para poner fin a los abusos monopolísticos sin sanciones. También trató de negociar con el gigante del gas ruso Gazprom. Nada más llegar al cargo, Vestager corrigió el tiro, dio carpetazo a las negociaciones y comenzó a enviar a las compañías pliegos de cargo con amenazas de multas multimillonarias. Google ya tiene tres expedientes por abuso de posición dominante: uno por su comparador de precios, otro por el sistema operativo móvil Android y otro por su plataforma publicitaria.

Almunia intentó hasta tres veces una solución negociada con Google, mientras que Vestager ha optado por la vía de las multas multimillonarias para acabar con sus abusos monopolísticos

 

“Almunia quizá ha sido muy servil con las grandes multinacionales norteamericanas y en cambio la comisaria Vestager ha examinado hasta el final si había abuso de posición de dominio o no”, sostiene el eurodiputado del Partit Demòcrata Català. A su juicio, la larga negociación sin resultados del comisario español contribuyó a que Google consolidara su posición de dominio y asfixiara a sus rivales europeos. Eso sí, tampoco la danesa ha concluido hasta ahora ninguno de los frentes abiertos contra el gigante informático.

 

Y no es por la falta de ganas de Vestager, que a menudo se queja de que necesita una “paciencia de acero” para resolver algunos expedientes. La comisaria es una trabajadora infatigable que nunca pierde la compostura. Cuando era ministra de Economía llegaba con una hora de antelación al Ecofin para que el embajador danés le explicara hasta el último detalle de los temas en la agenda. Durante su viaje a Madrid en mayo de 2015, tras una jornada maratoniana de reuniones con políticos españoles, fue al museo Reina Sofía. A esa hora, sus colaboradoras -en su gabinete las mujeres son mayoría- se sentían ya “derrotadas” y se quitaron los tacones. Pero Vestager siguió impasible con la visita y se sorprendía de que a sus colegas les dolieran los pies, según cuenta un miembro de su equipo.

 

La comisaria de Competencia es la principal responsable de vigilar que la banca española cumpla los planes de reestructuración exigidos por la UE a cambio del rescate bancario de 2012. Y ya ha metido prisa para que se acelere la privatización de Bankia y BMN. Pero el principal expediente español que ha concluido es el del fútbol. Ha reclamado a Real Madrid, Barcelona, Valencia y otros cuatro clubes que devuelvan hasta 70 millones de euros en ayudas ilegales. También ha frustrado los planes de reducción de deuda de Telefónica, al prohibir la venta de su filial británica a Hutchison por considerar que subirían los precios en Reino Unido.

 

El caso Apple es el más controvertido al que Vestager se ha enfrentado hasta ahora. La sanción no sólo amenaza con provocar una guerra fiscal entre la UE y Estados Unidos, sino que ha sido criticada incluso por la antigua comisaria de Competencia, Neelie Kroes. La danesa no se cansa de repetir que su cruzada no es contra las multinacionales estadounidenses, sino contra cualquier empresa que incumpla las reglas de competencia. Y pone de ejemplo los expedientes contra Fiat o la cervecera belga AB InBev. Pero en los próximos meses le será difícil mantener este equilibrio, ya que debe resolver los casos contra Google, Amazon y McDonald’s.

 

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