“Call it morning driving through the sound and in and out the valley” Jon Anderson

Mario Draghi ha vuelto a perder una oportunidad excepcional para ajustar la política monetaria. Mientras ignora los enormes riesgos que se están creando por la brutal inflación en los activos financieros, diciendo que “no se ven señales de burbuja”, en el Banco Central Europeo (BCE) siguen empeñados en crear inflación por decreto, obviando los efectos de la tecnología, la demografía y la sobrecapacidad.

¿”No se ven señales de burbuja”? Se las voy a indicar yo.

- Porcentaje de la deuda de los principales países “comprada” por el BCE: Alemania, 17%, Francia 14%, Italia 12% y España 16%. En el caso español, el BCE ha “comprado” 175.000 millones de euros, es decir, ha sido el mayor demandante de las emisiones netas del país.

Háganse una pregunta: El día en que deje de comprar el BCE, ¿quién de ustedes compraría bonos periféricos o europeos a estos precios? Claramente, la primera señal de burbuja está en la inexistencia de demanda en el secundario que supla el gas de la risa monetario del BCE. Indica que el precio es simplemente inasumible en un mercado abierto, aunque se confirme la recuperación. Sobre todo porque los tipos no reflejan ni siquiera una rentabilidad real mínima, al estar por debajo de la inflación.

- Los bonos de alto riesgo de la Unión Europea cotizan a máximos históricos a pesar de que la generación de caja y capacidad de repago de la deuda, según Moody’s y Fitch, no ha mejorado de manera relevante.

- El exceso de liquidez en la zona euro ya alcanza los 1,2 billones de euros. Se ha multiplicado por casi siete desde que se lanzó el programa de “estímulos”.

Todo por la inflación

El impuesto de los pobres. Por supuesto, esa enorme cantidad de activos comprados por el BCE, que ya superan el 25% del PIB de la Unión Europea, tiene un problema. Al principio del programa de recompras, se podía debatir que los activos de riesgo, sobre todo bonos soberanos, podían estar baratos o infra-preciados por el riesgo de ruptura del euro y sentimiento general negativo. Esa afirmación no se puede hacer hoy, con las primas de riesgo a mínimos históricos y la deuda a máximos. Eso lleva a que una ayuda se convierta en un incentivo perverso para gastar más y endeudarse.

Por supuesto, lo que espera el BCE es la llegada del mantra de la inflación, ese espejismo que anhelan los estados deficitarios y ningún consumidor jamás ha valorado.

Lo que espera el BCE es la llegada del mantra de la inflación, ese espejismo que anhelan los estados deficitarios

Pero la búsqueda de la inflación por decreto se encuentra con el escollo de la realidad. La desinflación positiva que genera el avance tecnológico (lean a George Selgin) se une al lógico cambio de los patrones de consumo que se dan por el envejecimiento de la población (se ahorra más y se consume de manera diferente, se es más prudente) y al elefante en la habitación: La Unión Europea nunca ha tenido un problema de falta de inversión, sino de exceso de gasto en decenas de planes industriales y de infraestructuras que han dejado detrás de sí algunos efectos positivos, pero –con el exceso- mayor deuda y sobrecapacidad.

Ahora que los precios vuelven a moderarse con el pinchazo del inflacionismo petrolero y la dilución del efecto base, se pierde la oportunidad de moderar el innecesario y excesivo “estímulo” monetario. Lo explicaba en la CNBC el lunes, los supuestos efectos positivos del programa de recompras no pueden hacernos ignorar la acumulación de riesgo en bonos soberanos y corporativos, y el impacto brutal en el sector financiero.

Draghi, al menos, alerta

El presidente del BCE no para de alertar a gobiernos sobre la importancia de las reformas que impulsen el crecimiento, bajar impuestos y reducir desequilibrios, pero nadie le oye. Cuando alerta a los bancos sobre sus debilidades, tampoco. Cuando recuerda a estados deficitarios que la política monetaria tiene fecha de caducidad, miran a otro lado. Es tiempo de fiesta.

La política monetaria es “como la Coca-Cola”, decía Jens Weidmann, presidente del Bundesbank. Es la chispa de la vida. Un brebaje que estimula, pero que engorda muchísimo por su enorme cantidad de azúcar, y –aunque algunos se las concedan-, sin cualidades curativas.

El problema de perder esta oportunidad de moderar la política monetaria es que es muy improbable que se tomen las medidas necesarias para corregir los excesos cuando ya no sean solo evidentes para el analista económico, sino para todos. Porque entonces, como ocurre hoy con la Reserva Federal, tendrán miedo a la caída de bolsas y bonos que ellos mismos han inflado.

Es muy improbable que se tomen las medidas necesarias para corregir los excesos cuando ya no sean solo evidentes para el analista económico, sino para todos

Cometemos un enorme error pensando que la prosperidad va a generarse desde el endeudamiento y no desde al ahorro. Pero cometemos un mayor error si pensamos que, perpetuando los desequilibrios, se van a disfrazar sus efectos.

La creación artificial de dinero sin respaldo, muy por encima del crecimiento económico real está siempre detrás de esas crisis

En la rueda de prensa, Draghi dijo que “nadie sabe cuándo ni por dónde llegará la próxima crisis: lo único seguro es que vendrá". Lo que no explica es que la creación artificial de dinero sin respaldo, muy por encima del crecimiento económico real está siempre detrás de esas crisis. Pero de eso se ocupará el siguiente presidente del Banco Central, que ofrecerá como solución… Lo han adivinado: Bajar tipos y aumentar liquidez.