Roma

La Bolsa de Milán se ha convertido en los últimos días en la sala de espera de la UCI. Desde que el primer ministro italiano, Matteo Renzi, anunció su dimisión tras perder el referéndum constitucional, reacciona con angustia a cada giro inesperado del mercado. El pasado viernes fueron los títulos del Monte dei Paschi los que se desplomaron al ver de cerca el rescate y esta semana le toca el examen del desfibrilador a Mediaset, el instrumento televisivo del imperio de Silvio Berlusconi en Italia y España.

El pasado martes su valor en el parqué creció un 32%. El gigante de las telecomunicaciones francés Vivendi anunció por sorpresa que había pasado en solo 24 horas de controlar un 3% a un 12% del accionariado de Mediaset y que su intención era seguir escalando hasta conseguir el 20%. Y ya lo ha hecho.

Berlusconi lo entendió como una emboscada, porque este miércoles canceló todos sus compromisos y se reunió con un su familia, presente en la dirección de Fininvest –el holding con el que controla sus negocios-, para pasar al contraataque. Su estrategia es, por un lado, ingeniárselas para que Fininvest aumente el 39% del porcentaje que tiene en Mediaset sin necesidad de lanzar una OPA por toda la sociedad; y por otro, recurrir a más altas instancias para bloquear la operación.

El organismo regulador italiano, Consob, ya investiga –bajo denuncia de Fininvest- la compra de acciones de Vivandi por su pudiera existir “manipulación del mercado”. Aunque la reacción más contundente llegó del Gobierno. “Lo que podría parecer como una intención inesperada de escalada hostil contra uno de los mayores grupos de medios italianos, sea el modo más apropiado para reforzar la presencia en Italia”, dijo en una nota el ministro de Desarrollo Económico italiano, Carlo Calenda, dejando a un lado la rivalidad política con Berlusconi.

Para el ex Cavaliere, no hay dudas: “La compra no acordada con Fininvest, no puede ser considerada de otra forma que no sea una operación hostil”. La cotización de Mediaset sufrió este miércoles fuertes oscilaciones, con un volumen de compra muy por encima de lo normal, aunque la puja se saldó con una nueva subida del 1%. A media tarde del miércoles, Vivendi cumplió su promesa y comunicó que, oficialmente, ya ha llegado al 20%.

La compañía francesa cuenta con liquidez tras haberse deshecho de participaciones en el sector de la telefonía y, según apuntan desde la prensa italiana, su intención podría ser lanzarse a crear un conglomerado televisivo europeo que compita con la británica Sky.

Batalla por los derechos del fútbol

Precisamente contra la filial de Rupert Murdoch mantiene una dura batalla por los derechos del fútbol en Italia la televisión de Berlusconi, a través de Mediaset Premium, en la que ya estaba presente también Vivendi. La francesa le compró a Telefónica un 8% de Telecom Italia hace algo más de un año y más recientemente ha firmado compromisos de colaboración con la española en el sector de la televisión en contenidos móviles.

Los analistas del banco de inversión Mediobanca advirtieron que este es el modus operandi habitual de Bolloré, el holding que controla Vivendi: “Entrar con una pequeña participación en la compañía para después hacerse con el control”. Así lo hizo con la propia Mediobanca. Y así entienden ahora que amenaza a las principales empresas italianas. Los analistas transalpinos coinciden en que la inestabilidad económica de su país, provocada por la crisis financiera y el cambio de Gobierno, pone sus sectores estratégicos en el punto de mira.

Y siempre con Francia como protagonista. Unicredit, ansiosa de soltar lastre ante sus necesidades de capitalización, ya vendió esta semana su gestora de fondos de inversión Pioneer a la francesa Amundi –controlada por Crédit Agricole (pues Société Générale vendió su participación el pasado año)- por 3.500 millones de euros. Para la entidad italiana se trata de una operación exitosa, ya que se ha garantizado además que la compra se realice como en efectivo.

Desde Italia recuerdan además una larga lista de experiencias pasadas. La más sonada, la compra en 2006 del BNL por BNP Paribas por valor de 8.700 millones. Pero también significativas son la adquisición de Bulgari por Luis Vuitton en 2011 o de Parmalat por Lactalis ese mismo año.

Francia ha pescado en el sector bancario, alimenticio, en las aseguradoras o en el lujo italiano. Y ahora apunta a las comunicaciones con el asalto a Mediaset. “Más que un asedio, se trata de la lógica consecuencia de la incapacidad de buena parte del sistema”, señala un alto inversor al periódico La Stampa. A la endémica situación política transitoria, se añade la falta de un plan nacional para proteger a las mayores compañías, denuncian los empresarios italianos.

Justo lo contrario que sucede en el caso francés. “Si en Francia, una Mediaset con los bolsillos llenos decidiese lanzarse al asalto de Vivendi, probablemente París habría lanzado barreras reglamentarias o políticas para impedir que una empresa importante terminase en manos extranjeras”, escribe en La Repubblica Giovanni Pons, director del blog Bussiness Insider Italia. “Mientras Italia es más débil y desorganizada, nuestros primos franceses son capaces de proteger el perímetro estratégico del país y darle una misión coherente con ambiciones propias”, añade.

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