Marga -no le gusta que le llamen Margarita- es hermana de la fallecida ministra del Gobierno de Aznar y Rato, Julia García-Valdecasas, e hija del que fuera rector de la Universidad de Barcelona, Julián García-Valdecasas, entre 1940 y 1980. En Barcelona se ha codeado con la alta burguesía y la élite catalana a la que acabó supervisando fiscalmente como jefa adjunta de la unidad de grandes contribuyentes de Hacienda en Cataluña. Allí, Marga fue la primera novia formal de Artur Mas, el expresident de la Generalitat hasta que éste acabó conociendo a su actual esposa Helena Rakosnik.

Su primer marido murió en un vuelo Madrid-Bilbao. Afín al Partido Popular en Cataluña, Marga comenzó una carrera meteórica dentro de las estructuras de inspección fiscal en España. “Era interventora y subinspectora, pero hicieron un curso VIP a medida para hacerles inspectores”, explican fuentes conocedoras de su carrera. Marga llegó a la central de la ONIF como número tres de Santiago Menéndez, entonces jefe de la unidad.

Pero en 2013, una incomprensible cadena de errores al informar al juez Castro sobre el NIF de la infanta Elena en el juicio por el Caso Noos y el cese de la cúpula de Hacienda tras la multa millonaria a la mexicana Cemex, le catapultó a lo más alto. Tras la dimisión de Beatriz Viana al frente de la AEAT y su relevo por Menéndez, éste la nombró nueva jefa de la ONIF pese a que era la ‘número 3’, saltándose a la ‘número 2’, Pilar Valiente.

“La pusieron a ella al frente porque Menéndez quería una persona que no tuviera el perfil combativo de Valiente. García-Valdecasas tenía un perfil plano, se podía doblegar a las peticiones del director para dirigir las investigaciones de la ONIF”, aseguran fuentes de la Hacienda española. Otro de estos nombramientos a dedo fue el de su propia hermana Rosario, a la que elevó dentro del organigrama de Hacienda como un cargo de confianza.

La actual jefa de la Onif ha sido la encargada de investigar desde 2013 grandes casos de fraude al fisco como cuentas opacas en Suiza, las cuentas de Panamá, el reciente caso Nummaria, pero sobre todo, todas las derivadas de la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno del PP en 2012 y que entró en vigor el 1 de enero de 2013.

Junto al Sepblac, García-Valdecasas ha tenido en su mano los más de 600 casos sospechosos como el de Rodrigo Rato. Ella fue quien firmó y entregó a la Fiscalía Anticorrupción el informe que provocó la detención del expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, acusado de blanqueo de capitales y fraude fiscal. Las voces críticas con Marga aseguran que fue el brazo ejecutor del ministro Montoro en la investigación contra su exjefe, otros que no le quedó más remedio ante los movimientos de dinero del que fuera vicepresidente del Gobierno.

La regata del infierno

Si en su juventud fue novia formal de Artur Mas, finalmente se casó con el economista e interventor Jorge Lluch de Andrés, con quien tuvo un hijo. Pero en 1985 un accidente del avión en un vuelo de Madrid a Bilbao en el que volaba acabó con la vida de su marido en el Monte Oiz.

Años después, la inspectora de Hacienda se volvió a casar con Alejandro Pérez Calzada, expresidente de la sucursal española del banco suizo Mirabaud desde finales de 2011, un apasionado de las regatas veleras. De hecho, su pasión por el deporte de la vela le llevó a dar la vuelta al mundo, según explicó en una entrevista al diario Expansión.

“Después de muchos años en la competición se me ocurrió una idea: dar la vuelta al mundo en barco (...) La vuelta al mundo la hago por etapas. Navego dos meses al año porque tengo que trabajar en una oficina, pero desde el barco estoy siempre conectado y resuelvo los problemas del día a día, que son demasiados”, dijo Pérez Calzada, experimentado marinero y gestor de fondos de inversión.

Pérez Calzada ha vivido su pasión al límite. Sin la trascendencia mediática del Dakar o los saltos de Año Nuevo, en 2009 acaparó los titulares de la prensa española al anunciar su participación en la regata más peligrosa del mundo, la Sydney-Hobart, también apodada como la regata del infierno que se desarrolla entre Australia y Tasmania. Aunque se celebra desde 1945, el mito de la Sydney-Hobart se disparó después de la trágica edición de 1998. El banquero montó y financió el primer equipo español en acudir a dicha prueba, considerada la travesía más peligrosa.

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