Juan Sanhermelando Javier G. Jorrín

La estabilidad financiera en la eurozona vuelve a estar amenazada. Las bolsas caen, las primas de riesgo de los países periféricos aumentan y crece la aversión al riesgo ante el inminente referéndum sobre el brexit y la crisis de los países emergentes. Los sectores bancarios de Italia y Portugal se tambalean. Y de nuevo la división entre los países del euro -en particular, el enfrentamiento de Alemania con el resto- impide dar una respuesta común a estos problemas.

 

El consenso sobre la solución para tranquilizar a los mercados es casi unánime. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) o la Comisión han apremiado los últimos días a los países de la eurozona a completar con urgencia la unión bancaria, con la creación de un sistema europeo de garantía de depósitos (EDIS, por sus siglas en inglés). “Un seguro común de depósitos ayudaría a expandir el flujo de liquidez transfronteriza y a impulsar una banca paneuropea”, dice el FMI en su último informe sobre la eurozona. Italia, Portugal o España son los mayores defensores de esta iniciativa.

 

La principal voz discordante, casi en solitario, vuelve a ser Alemania. Berlín se opone porque no quiere que sus contribuyentes acaben pagando la factura de los agujeros en los bancos del resto de países de la eurozona. Antes de cualquier avance hacia un seguro común, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, exige que los bancos periféricos reduzcan sus riesgos, por ejemplo disminuyendo su exposición a la deuda pública.

 

Sin plazos para un seguro común de depósitos

 

“No puede ser que sigamos acumulando riesgos cada vez mayores y que algunos no cumplan las reglas y que más tarde digamos que ahora hay que compartir los riesgos”, ha repetido Schäuble tras la última reunión de ministros de Economía de la UE celebrada el viernes en Luxemburgo.

 

El resultado es el bloqueo absoluto. El Ecofin ha aprobado una supuesta “hoja de ruta” para avanzar en la unión bancaria, que en realidad no hace sino evidenciar que los desacuerdos son irresolubles, al menos en este momento. Ni siquiera se menciona la fecha de 2024 para que el seguro común de depósitos esté plenamente operativo. Era el plazo que planteaba la Comisión en la propuesta que presentó el pasado noviembre. Un plan que ya se había descafeinado con este largo periodo transitorio para tratar de aplacar a Berlín.

 

“Sobre el EDIS, no ha sido posible obtener un compromiso político real, ni sobre el contenido ni sobre el calendario”, confesaba el presidente del Ecofin, Jeroen Dijsselbloem, tradicional aliado alemán pero que en este caso también ha defendido la urgencia del fondo común.

 

El vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, reconoce los “puntos de vista divergentes” y las “discusiones” en el último medio año. “Algunos países se resisten a discutir medidas de reducción de riesgos. Otros supeditan cualquier avance en el EDIS a esta reducción de riesgos”, dijo Dombrovskis tras el Ecofin. Para la Comisión, es fundamental poner en marcha el seguro de depósitos único porque constituye el tercer pilar necesario de la unión bancaria. Los otros dos –la supervisión común a cargo del BCE y el fondo europeo de resolución- ya están en marcha.

 

Primero, reducir riesgos

 

La unión bancaria fue la principal respuesta de la eurozona a la crisis de deuda que comenzó en 2010 y estuvo a punto de destruir la moneda única. Se trata de romper el vínculo entre estados y bancos, que actuó como “acelerador de la crisis”, según el vicepresidente económico. “Completar la unión bancaria es el instrumento más potente que tenemos para tranquilizar a los mercados y mostrar que, más allá de un posible brexit seguimos avanzando en la integración”, sostiene el ministro español, Luis de Guindos. Con el EDIS, los ahorros de los europeos gozarían del mismo nivel de protección, independientemente del país en el que se encuentre su banco.

 

Guindos prefiere ver la parte positiva y resalta que la hoja de ruta del Ecofin menciona por primera vez el sistema común de garantía de depósitos. En realidad, en las conclusiones se dice que continuará el trabajo técnico, pero que las negociaciones políticas no volverán a reanudarse hasta que “se hayan realizado suficientes progresos en las medidas de reducción de riesgo”.

 

Tampoco hay consenso sobre esta cuestión, y por tanto no habrá avances a corto plazo. España, Italia y otros países cuyos bancos tienen una gran cantidad de deuda pública quieren trasladar esta discusión al comité de Basilea. Es este foro internacional y no la UE el que debe decidir si la deuda pública sigue considerándose un activo libre de riesgo o empieza a penalizar a las entidades que la acumulan. Lo contrario situaría a la banca europea en situación de desventaja frente a sus rivales estadounidenses, dice Guindos.

 

“No se excluye que Europa avance en solitario, pero esperaremos al resultado del comité de Basilea”, ha dicho Dijsselbloem.

 

El Banco de España apuesta por más fusiones

El debate sobre el futuro del sector bancario en Europa coincide en España con un momento de controversia sobre los ajustes del sector. El problema de la rentabilidad, común a toda Europa, se une al exceso de capacidad instalada en España, en forma de una red de sucursales ineficiente y unas plantillas sobredimensionadas. Como parte de la solución a este problema, el Banco de España aprovecha cada aparición pública para recomendar a las entidades que se unan con fusiones o adquisiciones para aprovechar sinergias, reducir su número de oficinas y, si es posible, subir las comisiones. Lo que sea necesario para ganar algo de rentabilidad y no llevar al sector a tambalearse.

 

El supervisor lleva más de un año predicando con esta solución, pero ningún banco se decide a dar el primer paso. Con el tiempo, el sector ha comprendido que las operaciones nacionales son complicadas y que todo sería mucho más fácil con integraciones a nivel europeo. En los cursos de verano de la UIMP que organiza la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), todos los actores del sector pidieron un avance decidido hacia la unión bancaria para permitir que se produzcan integraciones paneuropeas de bancos. La voz más insistente fue la del subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, quien proclamó que “idealmente, el proceso de integración de la industria debería tener lugar a nivel europeo”.

 

El representante del supervisor en los cursos explicó que “la existencia de más bancos con una orientación paneuropea supondría un mecanismo privado de mutualización de riesgo nacional que resultaría positivo para debilitar el vínculo existente entre los riesgos macroeconómicos en cada país y la estabilidad de su sistema bancario”. De este modo, el riesgo de la banca se disociaría del riesgo país y, ante futuras crisis financieras, los estados no se verían tan contagiados por las dudas de sus bancos.

 

Operaciones a nivel continental

 

Las grandes entidades españolas tienen cada vez menos apetito por adquirir otros bancos de menor tamaño porque ya tienen presencia en casi todo el territorio nacional y porque están pensando en reducir su red de oficinas antes que en comprar sucursales nuevas. Sin embargo, sí podrían estar interesados en comprar entidades europeas donde su negocio es escaso. Y lo mismo podría ocurrir con los grandes bancos europeos a la hora de mirar hacia España.

 

La opinión de las entidades, trasmitida a través de la patronal bancaria, es que las operaciones a nivel continental serían deseables, pero que para conseguirlo se necesita un marco regulatorio más estable y propicio a las integraciones. José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), lo explicó con claridad: “Si no tenemos bancos paneuropeos, volverá a haber renacionalización de entidades cuando vuelva la crisis”.

 

Este proceso de integración será complicado mientras existan todas las incertidumbres regulatorias que hay encima de la mesa. Cualquier empresa, sea banco o no, prefiere tener cautela cuando se están cambiando las reglas del juego. “Mientras dure la incertidumbre, tenemos muy difícil pensar en operaciones paneuropeas”, alertó Roldán.

 

La patronal no hace más que trasmitir una sensación extendida por las entidades españolas. José Manuel González-Páramo, consejero ejecutivo del BBVA y antiguo miembro del Banco Central Europeo pidió a los reguladores que la regulación europea se clarifique lo antes posible y que permita a los bancos de la región ser competitivos “frente a las ‘fintech’ y frente a otros bancos internacionales”. Esta es la opinión generalizada del sector que quedó patente durante los cursos de la UIMP celebrados bajo el título ‘¿Qué hemos aprendido de la crisis?’ Si la banca y los supervisores han aprendido algo es que es imprescindible romper el círculo vicioso entre riesgo bancario y soberano. La pelota está ahora en el tejado de los reguladores.

 

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