Terminal de entrega de vehículos de Mercedes en Alemania.

Terminal de entrega de vehículos de Mercedes en Alemania. Fabian Bimmer Reuters

Economía Automóvil

Los grandes del motor y las tecnológicas buscan crear el coche del futuro

Toyota, Volkswagen y General Motors, primeros en hacer sus apuestas para liderar la transformación.

28 mayo, 2016 02:10
Jesús Martínez Cristina G. Bolinches

Noticias relacionadas

El sector del automóvil se ha puesto frente al espejo. Los grandes fabricantes, con un negocio de cientos de miles de millones de euros al año (sólo Volkswagen factura 213.300 millones) han adivinado un futuro en el que su negocio se verá impactado por una revolución en la movilidad: las plataformas de coche compartido o de alquiler o los vehículos autónomos.

Ante ese escenario, estas empresas han iniciado sus primeras pruebas. No sólo tocan el agua con los dedos para percibir cuán fría está. También para detectar los clientes (conductores) del futuro. Y lo hacen invirtiendo millones de euros en grandes empresas que protagonizan esa particular sacudida del sector o creando divisiones tecnológicas como Porsche. Toyota es la última en hacer pruebas con una inversión decisiva en la estadounidense Uber. Pero hay muchas más.

El presidente de Toyota, Akio Toyoda.

El presidente de Toyota, Akio Toyoda. Thomas Peter Reuters

El fabricante japonés ha anunciado esta semana que adquiere una pequeña parte de las acciones de la tecnológica (valorada en más de 62.000 millones de dólares), con un desembolso que no se ha conocido. Su alianza no se queda sólo en una simple inversión, pues la nipona ofrecerá algunos de sus vehículos en ‘leasing’ para conductores que colaboran con la estadounidense.

¿A por nuevos clientes?

El movimiento de esta semana se une a otros que se han sucedido en los últimos meses. General Motors anunció la inyección de 500 millones de dólares en Lyft, el ‘archirrival’ de Uber en Estados Unidos. El fabricante alemán Volkswagen mueve ficha e invertirá 300 millones de dólares en la israelí Gett, un servicio similar a las anteriores.  

En algunos de estos acuerdos, como el de Lyft, hay un acuerdo para el desarrollo de una flota de vehículos sin conductor (un programa que se une al que también lleva a cabo Uber). Estos primeros movimientos no sólo tienen que ver con la experimentación en el transporte alternativo. También implica un movimiento puramente comercial. Como asegura el columnista de Bloomberg David Flickling, "es una forma de adelantarse para lograr los clientes del futuro".

Uber.

Uber. Getty Images

No es un fabricante aún, pero se prepara para serlo. Apple también ha querido jugar sus bazas en esta incipiente batalla y ha puesto sobre la mesa 1.000 millones de dólares en una inversión estratégica en Didi, el rival chino de Uber.

A por los coches en alquiler

Los movimientos de las grandes marcas del motor no sólo van en la dirección del llamado transporte bajo demanda. También tienen un destino: el alquiler de vehículos en el centro de las ciudades, una modalidad que pone sobre la mesa la tendencia hacia el pago por uso y no tanto por la adquisición del vehículo.

En Madrid ha aterrizado una de las grandes innovaciones en este sentido: Car2Go. La compañía, que ofrece un servicio de alquiler de vehículos por minutos en 31 ciudades del mundo a más de un millón de clientes, una filial del gigante alemán Daimler (Mercedes y Smart), que busca posicionarse también en este segmento y ganar la partida en un negocio que, al menos por ahora, es deficitario por la importante inversión que generan y el escaso (aunque creciente) uso de su plataforma. No es la única: BMW también tiene su compañía en el sector.

Un sector en transformación obligada

La industria automovilística se ha lanzado a por acuerdos con las tecnológicas, simplemente, porque sabe que está cambiando el modo en el que se relaciona con sus clientes finales. “Queremos reinventarnos, ser como una empresa de Sillicon Valley”, aseguraba a finales de abril el consejero delegado de Volkswagen, Matthias Müller.

Vehículos Volkswagen en la fábrica de Wolfsburgo.

Vehículos Volkswagen en la fábrica de Wolfsburgo. Reuters

En el caso del gigante alemán, el fantasma del ‘dieselgate’ lo impregna todo. Tiene que transformarse no sólo apostando por nuevas iniciativas, como la inversión en Gett. También dejando atrás los combustibles tradicionales y apostando por un concepto más ‘verde’. Es un modo de limpiar su imagen. De aquí a 2020, tiene previsto lanzar 20 modelos de vehículos eléctricos.

Al mismo tiempo, su nueva estrategia pasa por acelerar sus inversiones en digitalización. Aún no ha desvelado cuántos millones de euros irán a proyectos encaminados a nuevos conceptos de vehículos. Lo hará en los próximos meses. Sí ha reconocido que necesita socios y que, incluso va a crear una nueva filial enfocada, exclusivamente a nuevos negocios, como el coche compartido o bajo demanda o la gestión de coches inteligentes y ‘bigdata’ (análisis de los datos que genera el coche).

Lo que haga Volkswagen es clave porque es el mayor fabricante de coches de Europa y el segundo del mundo por detrás de Toyota. Lo que hagan marcará el camino. El año pasado, el grupo alemán, matriz de enseñas como Seat, Skoda, Audi, Lamborghini o Bentley, colocó en las carreteras 9,93 millones de coches. Sólo estuvo por detrás del grupo nipón, que superó los 10 millones de coches. La tercera que más vehículos vendió en 2015 fue la estadounidense General Motors (de ella depende, por ejemplo, Opel), con 9,8 millones de unidades.

¿Relanzar ventas?

Son las tres grandes del sector y todas cerraron el año con ventas a la baja en unidades: Una caída del 2% en los casos de Volkswagen y Toyota y del 1,3% en GM. No son grandes caídas, pero pueden ser un síntoma.

“Los fabricantes de automóviles ven una amenaza y una oportunidad”, asegura a Bloomberg el analista West Bloomfield. “Si todo lo que hacen es vender vehículos y no se fijan de nuevo en los clientes durante años, eso será un problema. Con esto, lo que están intentando es encontrar un nuevo modo de generar ingresos”, recalca.

En resumen, subirse a una nueva ola. “En un contexto en que las tendencias del uso de los automóviles evolucionan rápidamente, el desarrollo de los servicios de movilidad en nuevos ámbitos, como los vehículos compartidos, ha ganado impulso a escala global”, justificaba Toyota al explicar su acuerdo con Uber.

“El transporte compartido tiene un enorme potencial de cara a modelar la movilidad de futuro”, recalcó el presidente de la división Toyota Connected, Shigeki Tomoyama. Con Uber, además, quiere ir más lejos. “Nos gustaría explorar nuevas formas de prestar servicios”, adelantó.