España será en 2016 un gran laboratorio para comprobar la relación entre la incertidumbre y el daño que ésta puede ocasionar al crecimiento económico. El mejor servicio de estudios privado del país, el del BBVA, entró ayer en el asunto y anunció que el incremento de la incertidumbre en enero ocasionará un deterioro del PIB de entre el 0,2 y 0,3 puntos porcentuales en 2016 y 2017. Si esta situación se prolonga durante seis meses, que sería lo que más o menos podría suceder si hay que repetir las elecciones, el castigo podría llegar a 0,5 y 1,1 puntos porcentuales respectivamente.

El equipo del BBVA ha empleado el índice de Incertidumbre de la Política Económica (IPE) que elaboran los economistas Baker, Bloom y Davies y lo han complementado con cuatro variables más: la volatilidad de la bolsa y la prima de riesgo del bono a 10 años, y los indicadores de confianza industrial y del consumidor.

Los resultados del BBVA están en línea con los datos anunciados por Jesús Fermández-Villaverde y David López Salido en el blog Nada es Gratis donde estiman que si la incertidumbre se prolonga, el castigo al PIB español será una contracción de entre 0,4 y 0,7 puntos porcentuales. Estos autores también trabajan con el IPE, aunque sin aplicarle otras variables.

El informe del BBVA sostiene que “lo inédito del escenario político español hace que no sea posible utilizar experiencias pasadas para tener una noción respecto a la posible magnitud y duración del shock de incertidumbre política”. Por esta razón, su ejercicio consta de tres simulaciones: una estima el daño que causa la incertidumbre observada en enero, el segundo, la penalización que causaría la incertidumbre si esta se extiende seis meses, y un tercero que replica el aumento de incertidumbre que se produjo en Italia tras las elecciones de febrero de 2013, que resultó en un escenario de alta fragmentación política, donde el incremento de la IPE fue bajo pero los efectos duraron mucho (dos años).

Es cierto que la situación de dispersión parlamentaria no tiene precedentes en la historia de España, pero sí hemos vivido shocks de incertidumbre política recientemente. De hecho, uno de ellos ocurrió durante el primer año de gobierno de Mariano Rajoy y en concreto durante sus primeros seis meses. La incertidumbre sobre la política económica creció por el incumplimiento del objetivo de déficit de 2011, por la falta de definición de los Presupuestos de 2012, por la forma en que se realizó el rescate de Bankia y por el ejercicio de soberanía que Rajoy hizo al autoconcederse un déficit del 5,8% el día que la UE firmaba el Pacto Fiscal.

Es verdad que la falta de una mayoría parlamentaria es un factor que incrementa la incertidumbre, pero también es cierto que incluso un gobierno con una mayoría absoluta en las Cortes, si hace mal las cosas, también lo es. Incluso puede ser peor. Por eso no tienen sentido prisas como las que exhibía Celia Villalobos esta misma semana criticando la parsimonia con que Pedro Sánchez se toma la formación de gobierno, sobre todo después de que los primeros 42 días que siguieron al 20-D, Rajoy no hizo nada por salir de su pasmo salvo pasmar a los demás. Si España quiere evitar que la incertidumbre dañe su crecimiento lo que tiene que hacer no es formar rápidamente un gobierno, sino constituir uno bueno.