La desigualdad ha sido uno de los grandes temas del debate económico y político en los últimos años. He leído estos días On Inequality, el librito sobre el tema del filósofo Harry Frankfurt, publicado en 2015 por Princeton University Press. El autor se cuida mucho de presentarse como un rival de Thomas Piketty, pero su oportunismo es evidente. De hecho, el libro es una puesta al día de Equality as a Moral Ideal, trabajo del mismo Frankfurt publicado en 1987.

La tesis de Frankfurt es que la desigualdad económica es indeseable pero no porque sea intrínsecamente mala, sino porque genera desigualdades irritantes de otro tipo (influencia política o social, acceso a determinados bienes, etc.). La tesis, muy parecida a la que sostiene el premio nobel Angus Deaton (también profesor de Princeton), va en la línea que ya seguía en 1987 de que es un error adoptar el igualitarismo como un ideal moral. Y de ahí postula su teoría de la suficiencia. “Desde el punto de vista moral, no es importante que todos hayan de tener lo mismo. Lo que es moralmente importante es que cada uno tenga suficiente”.

Río de Janeiro, ciudad donde coexisten pobreza y riqueza extremas.

Río de Janeiro, ciudad donde coexisten pobreza y riqueza extremas. Antonio Scorza Getty

Hay una excelente reseña sobre On Inequality escrita por el profesor Manuel Arias Maldonado (@goncharev) en su blog Torre de Marfil en Revista de Libros.


Frankfurt es un filósofo con un gran prestigio por sus teorías epistemológicas y por su obra On Bullshit (Sobre la charlatanería, editado en castellano por Paidós). Pero su trabajo sobre la desigualdad tiene debilidades. Primero, sus argumentos contra el igualitarismo económico no son nuevos y su teoría de la suficiencia -la que no desarrolla- alude a la transacción que se produce entre crecimiento y equidad: un énfasis excesivo en la igualdad suele penalizar el crecimiento y viceversa.

En segundo lugar, Frankfurt plantea que existe un efecto inflacionario de la redistribución de las rentas. Aunque se han estudiado los efectos redistributivos de la inflación -por ejemplo, se ha demostrado que la reducción de ésta en países con alta inflación tiene efectos igualadores, mientras que la reducción en países con baja inflación agudiza la desigualdad- no hay ningún estudio que afirme que la redistribución genera inflación. La lógica económica sugiere que la redistribución de rentas podría causar lo que se llama un shock de demanda en determinados bienes que sean más consumidos por personas con rentas bajas, pero lo que sostiene Frankfurt no tiene apoyo empírico.

Es sorprendente que el filósofo justifique su afirmación en una nota al pie de página en la que explica que esta “relación entre redistribución e inflación” le fue explicada por carta por el profesor Richard Robb de Columbia. Robb, que además es gestor de una compañía de inversiones, expuso esta teoría en una columna publicada en Financial Times en mayo de 2014. Varios lectores le reprocharon que los efectos del consumo sobre la inflación son bastante más complejos como para culpar a la redistribución del ingreso, ya que al final, el incremento del consumo de los pobres se compensaría con la caída del ahorro de los ricos.