La acción de toques fantásticos sigue siendo una obsesión de las plataformas. Todas las temporadas estrenan alguna nueva serie para intentar convertirse en un nuevo fenómeno de masas. El éxito de Juego de Tronos se convirtió en una obsesión para todos, que buscaban en sagas literarias su nuevo pelotazo, pero no es tan fácil. En HBO se ha intentado con la adaptación de His darks materials, mientras que en Netflix han llegado un buen número de producciones que intentaban acercarse.

La más ambiciosa fue The Witcher, adaptación de las novelas y videojuegos de culto, que a pesar del fiasco entre la crítica fue un éxito entre sus suscriptores. Este mes han llegado otros dos productos que se enmarcan en ese género de acción fantástica. Los dos, además, adaptan un cómic. El primero, La vieja guardia, una película protagonizada y producida por Charlize Theron, traslada la obra de Greg Rucka, que ha escrito el propio guion, y sigue a un grupo de mercenarios inmortales liderado por Theron que han protegido el mundo durante siglos.

El filme lleva en el número uno del ránking de Netflix desde su estreno, y ya se está empezando a hablar de una secuela con el mismo equipo. El segundo producto es una serie, y también adapta otro cómic, en esta ocasión de Ben Dunn y también mezcla lo esotérico con la actualidad. Se llama La monja guerrera, y su argumento es tan delirante como su nombre, ya que trata sobre una comunidad de monjas que no se dedican a hacer pastas y cantar, sino que van armadas hasta los dientes para defender al mundo de los demonios que la acechan. Sí, monjas que reparten estopa, blanden espadas y pegan tiros.

Tráiler de La monja guerrera

Desde su estreno también se ha aupado a la lista de las más vistas de la plataforma, y se encuentra en el número tres, sólo por detrás de la película de Charlize Theron y de la temporada final de Las chicas del cable, pero ha superado a Dark, uno de los fenómenos de masas de Netflix, que ya ha bajado al número cuatro. Está claro que el verano aprieta y la gente quiere ocio sin pretensiones, una forma de desconectar, y ver a monjas dando porrazos es una forma perfecta. La serie llamó la atención desde su primer avance, donde sus primeras imágenes se movían a ritmo del A Palé de Rosalía. Palos a raudales con la música de la cantante de moda, una combinación ganadora. Rosalía no sale después en los episodios, aunque su banda sonora sí que cuenta con La Mala Rodríguez, Billie Eilish y otros éxitos como el I follow rivers, de Lykke Li.

La presencia de Rosalía en el tráiler era el primer guiño a nuestro país, pero la serie está llena, ya que su trama comienza en Málaga (se ha rodado allí y en Córdoba) y hay varios actores españoles en su reparto. Tristán Ullóa hace de cura aliado de las monjas guerreras, la persona que busca a la protagonista, una joven fallecida que resucita gracias a un ‘halo mágico’ que colocan en ella por casualidad para evitar que se lo lleven los demonios. Un artilugio que le otorga poderes, entre ellas algo cercano a la inmortalidad. Pero esta joven no es más que una adolescente -que vivía en una tétrica residencia para menores liderado por una monja con muy mala pinta- que tras resucitar intentará pasárselo bien mientras comprende qué es lo que ha pasado.

La monja guerrera

Por allí pasean también Melina Matthews, como la poderosa hermana Shannon, antigua líder de las monjas guerreras y portadora del halo que muere en el primer episodio y tiene que ceder su testigo. La actriz española aparecerá en varios flashbacks en esta primera temporada, como también lo hace Olivia Delcán, la actriz que descubriera Fernando Colomo en Isla Bonita y que también da vida a otra de las poderosas religiosas que rompen con todos los tópicos.

Lo que no se sabe todavía es si habrá segunda temporada de La monja guerrera. Visto el final todo apunta a que sí, ya que si no sería dejar a los fans así, justo después de un giro sorpresa que cambia todo lo que pensabas, pero los caminos de Netflix son inescrutables. Los creadores ya han dejado claro que ellos ya están trabajando en más temporadas, y que es decisión de las plataformas si producirlas o no.

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