Milán

2018 ha sido el año de las mujeres, del feminismo, de la revolución que nos ha hecho darnos cuenta de que vivimos en una sociedad heteropatriarcal donde los hombres deciden y eligen a otros hombres para hacer las ‘cosas importantes’. Por supuesto eso pasa también en el cine y las series, donde las ‘showrunners’ siguen siendo una minoría. También en el mundo del humor, donde son señoros los que salen a hacer un monólogo delante de una sala abarrotada.

Este curso la televisón también ha vivido su pequeño terremoto feminista. Ahí está Hannah Gadsby, que con su monólogo Nanette hizo que a todos se les congelara la risa gracias a su alegato contra el machismo, la homofobia y los abusos. También ha sido el año de La maravillosa Sra. Maisel, que precisamente hablaba de una mujer tradicional judía que cuando es abandonada por su marido se revela como una máquina de la stand-up comedy llena de irreverencia y humor políticamente incorrecto.

La creadora de esta serie, producida por Amazon y ganadora del Emmy y el Globo de Oro a la Mejor serie cómica, es Amy Sherman-Palladino, creadora de otra serie de culto, Las chicas Gilmore, y una mujer que abandera el cambio en la televisión, liderando la creación, pero también dirigiendo y escribiendo su serie, que ahora estrena su segunda temporada, y de la que ha hablado con EL ESPAÑOL en su premiere europea en Milán.

Tráiler de la segunda temporada de La maravillosa Sra. Maisel.

La primera temporada empezaba con la revolución de una mujer, Midge, y esta con la revolución de otra, su madre. ¿Es una serie sobre la revolución de las mujeres?

Sí, sí lo es… no sé si exactamente sobre la revolución de todas las mujeres, pero definitivamente queríamos que fuera sobre mujeres que buscan otras formas de vida cuando la suya explota, y hay algo muy actual en esto de que las mujeres estamos avanzando juntas. La decisión de Midge afecta a todos, pero especialmente a su madre, que vive una vida muy específica, y que había hecho todo para que su hija tuviera un camino marcado, que fuera feliz, que estuviera protegida… por eso cuando su hija rechaza todo esto, para ella es un bofetón en a cara, porque se da cuenta de que todo en lo que creía y en lo que había invertido su tiempo era mentira, así que da un paso hacia adelante por sí misma, y en ese sentido sí que es una revolución.

Es interesante también la evolución del padre, Abe, que pasa de ser un hombre tradicional, estricto y muy judío, a cambiar en esta temporada… No sé si también le interesaba algo de lo que ahora se habla mucho que es la crisis de la masculinidad.

Sí, pero no es sólo la crisis de la masculinidad, no me interesa hacer un juicio y decir: esto es típico del mundo de los hombres, o esto es típico del mundo de las mujeres, tiene que ver más con las ideas preconcebidas sobre cómo debe ser tu mundo. Él es un hombre de ciencia, y de repente el mundo que había construido se acaba, y dice: ojo, la vida que había planeado ya no va a ocurrir, qué hago, cómo existo en el mundo actual. Sus elecciones no están marcadas por el hecho de ser hombre.

Sería genial que las mujeres tuvieran más acceso, porque todavía es difícil que triunfen en la stand-up comedy

Este año hemos vivido el éxito de su serie, y también el de otra cómica, Hannah Gadsby, ¿está cambiando el acceso de las mujeres a la comedia?

Ojalá, eso espero, porque sería maravilloso. Hannah es increíble, y su monólogo es tan bueno porque gira en torno a la emoción. No quiero poner a los hombres y mujeres en cajas estancas, porque mi padre era humorista de stand-up, pero sí creo que el monólogo de Hannah está lleno de emoción, y todo el mundo tiene sus traumas, y sus dramas, porque de ahí nace el humor. El humor no sale si dices: mi vida es genial, sino de tus fallos, de las cosas malas. Y creo que las mujeres cavamos mejor en esa tragedia natural, lo hacemos de una forma más sencilla, y puede que eso lo hagamos diferente a los hombres y que nuestras historias sean más emocionales… Pero sería genial que las mujeres tuvieran más acceso, porque todavía es difícil que triunfen en la stand-up comedy.

En la serie sale como personaje el cómico Lenny Bruce, que en los años 60 fue demandado por la irreverencia de sus monólogos. En España este año tenemos un cómico, Dani Mateo, que ha tenido que ir a declarar por un chiste en el que se sonaba los mocos con una bandera. Me gustaría saber su opinión sobre esta discusión y sobre los límites del humor.

¿En serio ha ocurrido eso? Guau... Legislar sobre la libertad de expresión es muy peligroso, porque todo depende del gusto, y lo que para ti es divertido para otro no lo es. Si algo no te paree divertido ve a ver a otro que sí que te lo parezca, y si suficientes personas piensan como tú pues no tendrá audiencia, y ya está. Que un juez decida sobre lo que tienes que decir, o sobre tus chistes es muy peligroso.

Nadie debería ver Roma en una televisión, hay que ir al cine, sentarse y experimentarla. Si no lo hace así es que eres tonto, porque no entiendes lo que es ver esta película

Las mejores series ahora parece que están en Amazon, en Netflix, en HBO… ¿Está muriendo la televisión en abierto?

Sí, está muriendo y no lo saben. La creatividad en la tele en abierto ha muero hace mucho. Cuandovi por primera vez Los soprano, cambió mi vida. No hablaba con nadie los domingos, sólo quería ver los soprano. No hablaba ni antes ni después, se creó una emoción y una conexión con la televisión que se había perdido. Las televisiones en abierto se han convertido en empresas, donde cada vez hay más corporativismo y todo depende del marekting, que son los que deciden sobre los formatos que tienen que salir, sobre los anuncios, sobre la publicidad… ya no existe la conexión emocional con la tele en abierto, eso se ha ido, y por eso Netflix y Amazon han llenado ese vacío y han dicho: ‘os frecemos emociones, ver otras cosas para que te reconectes con eso’.

¿No le interesa hacer cine?

Nos encantaría. Vemos muchísimas películas en cine, vamos todo el rato al cine, pero no lo hacemos porque pensamos que cuando lo haces… Nadie debería ver Roma en una televisión, hay que ir al cine, sentarse y experimentarla. Si no lo hace así es que eres tonto, porque no entiendes lo que es ver esta película, es otra experiencia. Vamos al cine todas las semanas, y sí estamos interesados, pero lo que hacemos en Maisel es demasiado grande e inmersivo.

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