Cuando Frankie Valli voceaba a finales de los sesenta lo de “no puedo apartar los ojos de ti” seguro que imaginaba a alguien como Christina Hendricks. Bien entrado el siglo XXI, todas las cabezas se vuelven para mirarla al cruzar el pasillo del hotel de Madrid donde nos encontramos con ella, de la misma forma que sucedía en la oficina de Sterling Cooper cuando Joan Holloway caminaba entre los escritorios. Hay mujeres que nunca pasan de moda.

Recuerda su personaje en Mad men con afecto. “Siempre le estaré agradecida a Joan. Cambió mi carrera del todo”. Después de pasar un rato charlando con ella, corres el riesgo de quedarte embobada mirando, admirando como diría aquel, la curva que describen sus labios cuando busca la complicidad de quien tiene enfrente. Hendricks tiene una naturalidad especial para la socarronería. Domina la sonrisa de medio lado y la caída de ojos, y en la pantalla borda frases con segundas: “Es divertido cuando un personaje sabe que es gracioso, eso es algo que John Slattery hacía muy bien en Mad men. No es sólo que John sea gracioso, Roger Sterling era gracioso. Eso es muy divertido de ver, ese personaje que te da el guiño y el codazo, que se lo pasa bien. Trudy es así”.

La lianta de turno

Trudy es el personaje que interpreta en la serie que AMC España estrena el próximo lunes 23 de mayo. Hap and Leonard son dos amigos que van tirando con trabajillos de medio pelo hasta que la ex mujer de uno de ellos, Trudy, les propone una aventura que, imaginan, les sacará de pobres. Es un noir ambientado en los ochenta en el que Hendricks hace de la lianta de turno. No llega a ser una mujer fatal: “Ella tiene buenas intenciones, pero sale todo muy mal”. Cuenta que, desde el principio, todo fue muy natural con sus compañeros, James Purefoy y Michael Kenneth Williams: “Antes de empezar el rodaje, salimos a cenar para conocernos. Es muy fácil llevarse bien con estos tíos”. Cenas aquellas que son una fantasía seriéfila en toda regla: anda que no mola reunir en la misma mesa al Marco Antonio de Roma, el Omar Little de The wire y a la Joan Holloway de Mad men.

Cenas aquellas que son una fantasía seriéfila en toda regla: anda que no mola reunir en la misma mesa al Marco Antonio de Roma, el Omar Little de The wire y a la Joan Holloway de Mad men

Admite que no adivinó en su día que Mad men terminaría convirtiéndose en un alegato sobre la emancipación femenina: “Según fue avanzando la serie, Matt Weiner fue observando la interacción de las mujeres. Decía que le encantaba la dinámica entre Peggy y Joan, que una no podía existir sin la otra porque eran tan distintas. Se entusiasmó con la idea de contar esa historia y lo que suponía ser una mujer en ese entorno. Se convirtió en algo importante para él”.

Joan Holloway pasó de jefa de oficina a copropietaria de una agencia de publicidad en la ficción y, a la vez, liberó a Christina Hendricks de los papeles pusilánimes: “Había hecho muchas series, roles muy distintos entre sí, pero a veces hacía pruebas para papeles de abogada, de policía y siempre decían, “es demasiado amable, no creo que tenga la fuerza necesaria para interpretar esto”. Entonces hice a Joan y empezaron a llegarme los papeles de mujer fuerte. Y yo en plan, qué bien, puedo seguir haciendo los otros, pero ya saben que también puedo dar este perfil”.

Amor por los directores

De vez en cuando, hace películas que le ofrecen amigos como Slattery (El misterio de God’s pocket) o Ryan Gosling (Lost river): “Casi todas las pelis que he hecho han sido por mi relación personal con el director. Es un gran elogio que piensen en mí para hacerlo”. También abraza proyectos peculiares en televisión, como la desopilante Another Period (que emite Comedy central en España), un cruce entre Las Khardashian y Downton abbey: “Es tan rara. Pensé: esto va a ser muy divertido, me apetece hacerlo a diario. Se trata de jugar, no hay que pensar demasiado, puedes probar cosas nuevas, puedes experimentar”. A Hendricks siempre le ha salido a cuenta arriesgar.

“En la tele en abierto hay tantos cocineros en la cocina, tanta gente dando notas contradictorias e ideas a la narración…”. No le vale cualquier cosa, ni pierde la cabeza por colocar una protagonista en prime time. “Me han ofrecido algunos papeles y mientras lees tienes que tener en cuenta en manos de quién está ese guión. ¿Qué está haciendo tal o cual cadena? Puedes leer algo fabuloso y pensar, ¿qué van a intentar cambiar?”.

Me han ofrecido algunos papeles y mientras lees tienes que tener en cuenta en manos de quién está ese guión. ¿Qué está haciendo tal o cual cadena?

Se refiere al canal de cable AMC como “su casa” y destaca el lujo que supone para los actores trabajar en entornos más libres como la tele de pago: “Recuerdo que al principio de “Mad men”, Matt (Weiner) me dijo “no pasa nada si haces una pausa y lo piensas y respiras”. Y yo le solté, “¿en serio, puedo?”. No echa de menos la época en que era la tía buena con vocecita dulce en el enésimo drama de investigación: “En abierto siempre te piden que vayas un treinta por ciento más rápido de lo normal, hay que resolver pronto. Es un lujo como actor tener momentos reales”.

Fotograma de Christina Hendricks en Mad men.

De la peli de Ryan Gosling, dice que es “una verdadera pieza de arte”; de la de Slattery, que le daba vergüenza recordarle en el set de Mad men que le había ofrecido el papel meses atrás; de sus compañeros en Hap and Leonard, que ha sido un honor trabajar con ellos. Pasa gran parte del rato destacando las virtudes de la gente con la que ha coincidido y se emplea a fondo con el que ha sido su jefe durante más tiempo: “Matthew Weiner es un escritor fabuloso y un gran observador”.

Hasta el teatro le tira los tejos: “Me han ofrecido hacer un par de obras en Nueva York, aunque ninguna es musical”. En 1988, fecha en la que arranca Hap and Leonard, Hendricks pasó la edad del pavo en un instituto de Idaho donde ya tonteaba con el teatro de variedades. “Me encantaría volver a hacer musicales. Es genial la energía que te da cantar y bailar. Estás como colocada cuando acabas. Es tan divertido, no puedes parar de sonreír”. No hace mucho se atrevió con un Sondheim, una única representación de Company llena de estrellas de la tele de la que le encanta presumir: “Es tan distinto a todo lo que he hecho…”.