Luis García Berlanga cumpliría este sábado 12 de junio 100 años. Para celebrar su centenario, el director dejó un regalo en forma de misterio, el contenido del legado que depositó en 2008 en la caja 1034 del Instituto Cervantes. Por fin se ha podido resolver el secreto, y como muchos apuntaban, era el guion de la cuarta parte de su trilogía nacional lo que había dentro junto a una biografía suya y un artículo en una revista francesa sobre El verdugo. Este manuscrito llamado ¡Viva Rusia! Agranda si cabe la leyenda de un director inimitable.

Su sombra es inmensa y será eterna. Su cine sigue radiografiando España de la forma más crítica y ácida posible, y obras maestras como Plácido o La vaquilla siguen sonando modernas y actuales. La vida de Berlanga daría para unas cuantas películas. Estaba llena de anécdotas e historias tan inesperadas como sus guiones. Estas son cinco de las curiosidades más sorprendentes del director.

Estuvo en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial

Berlanga, el segundo por la izquierda de la primera fila. El cineasta confesó que su ansia de aventura, animada por algunos falangistas, y el deseo de impresionar a una chica, le empujaron a la División Azul. Colección García-Berlanga

La biografía de Berlanga parece sacada de una de sus películas. Siendo sólo un adolescente se alistó de forma voluntaria en el Ejército Republicano. No tenía ni 17 años. Al principio la Guerra Civil fue para él “las vacaciones más maravillosas del mundo": gamberradas, bromas y primeras incursiones en los prostíbulos de su Valencia natal con su cuadrilla de amigos. "Como cualquier joven no comprometido de quince años viví la guerra como la salvajada que es, pero sobre todo como una juerga permanente, una juerga acompañada de ese afán por conocer y de leer todo lo que podía", reconocería en sus memorias.

Pero tal como contaba David Barreira en este periódico, pronto aquella experiencia se convirtió en "una puta carnicería y un auténtico desastre". Berlanga sobrevivió a la Guerra Civil, pero por si no hubiera tenido suficiente Guerra, también fue a la Segunda Guerra Mundial, ya que también se alistó voluntariamente en la División Azul, el ejército de voluntarios españoles que fueron a Rusia para ayudar a los nazis. Muchos dicen que fue por salvar a su padre, otros que fue por amor...

Fue uno de los fundadores de la Academia de Cine

Fotograma de 'Plácido'.

Para muchos, la Academia de Cine sólo es quien da los premios Goya cada año, pero la institución es mucho más. Y lo es desde sus inicios, desde aquella comida en el restaurante O’Pazo de Madrid el 12 de noviembre de 1985, cuando el productor Alfredo Matas reunió a personalidades de la industria para hablar de los problemas de su sector y de soluciones para el futuro. Entre ellos había dos de los mejores directores del momento (y de la historia de nuestro cine): Luis García Berlanga y Carlos Saura.

Junto a ellos también se encontraban los directores de producción Marisol Carnicero y Tedy Villalba, los actores José Sacristán y Charo López, los montadores Pablo González del Amo y José Luis Matesanz, el guionista Manuel Matji, el músico José Nieto, el director de fotografía Carlos Suárez y el decorador Ramiro Gómez. De la reunión saldría el germen de una asociación, avalada por ochenta y siete firmas de profesionales, que daría lugar el año siguiente al nacimiento de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. En 1986 quedaría fundada, y Luis García Berlanga fue uno de sus máximos defensores desde sus inicios, de hecho, fue presidente de honor toda su vida. Un cargo que sólo han ostentado él e Yvonne Blake.

Fan de 'Torrente'

Neus Asensi y Santiago Segura en Torrente.

Berlanga era un provocador. Nunca se sabía si las cosas que decía eran en serio o en broma, como cuando en 2006 aseguró que hacía más de 40 años que no iba al cine porque le daba “pereza salir a la calle”. A sus 85 años tenía una opinión negativa del cine. “Hoy día el cine ya no es cine", aseguró en aquella cita, y pidió una ley para defender del cine español como la francesa.

Todo aquello fue en el XI Congreso Internacional de la Asociación Española de Historiadores del Cine, en Córdoba, donde también dijo que tenía una película favorita del cine español reciente. No se acordó de Almodóvar, ni de Medem ni de ninguno de los directores que poblaban los festivales de autor, sino de Santiago Segura -que había participado como actor en varias de las obras de Berlanga-. Para él, Torrente era "una crítica más penetrante, ácida y feroz de la que hemos hecho otros realizadores. La definición más sincera de la miseria que es España. Este fue el primer filme que vi después de unos diez años". Segura ha asegurado muchas veces que Berlanga es su padre cinematográfico.

Dueño de una biblioteca erótica

berlanga

Cuando Luis García Berlanga falleció a los 89 años, sus herederos encontraron una sorpresa en la biblioteca privada del cineasta. Allí, entre otros muchos ejemplares y raras avis, hallaron en torno a 3.000 libros eróticos o dedicados a la pornografía. Muchos de ellos de un alto valor histórico al ser de una gran antigüedad. Revistas, libros, cuadernos, manuscritos inéditos, estampas e incluso primeras ediciones.

Berlanga había acumulado tal cantidad de ejemplares gracias a sus viajes por todo el mundo, donde se dedicaba a buscar y comprar rarezas para su biblioteca erótica privada, y secreta, ya que ningún miembro de su familia conoció su existencia hasta su muerte. Los herederos intentaron venderla en una subasta en 2018 por un precio de salida de 27.000 euros, pero nadie pujó por ella.

Impulsor de Ciudad de la Luz

Ciudad de la Luz.

Uno de los proyectos donde Berlanga se involucró mucho fue en la fallida Ciudad de la Luz, que nació como punta de lanza para convertir España en el plató del mundo, y acabó siendo un pufo de la Generalitat Valenciana que provocó una deuda millonaria y el cierre a cal y canto de todas las instalaciones.

Berlanga creía que había que reindustrializar el sector audiovisual español, y que Alicante podría ser un gran lugar, por clima instalaciones, y por su vinculación sentimental con el director. "Este proyecto ha convertido en realidad un sueño que durante 25 años ha sido para mí una auténtica obsesión", llegó a decir. Y se convirtió en una realidad de 800.000 metros cuadrados, diez platós, 8.000 metros de talleres y almacenes auxiliares, una zona acuática donde se rodó Lo imposible y un área de rodaje de exteriores de 220.000 metros, además de una escuela de formación. Ahora, todo está cerrado y el sueño de Berlanga se quedó en pesadilla.

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