El cine de terror vive una nueva edad de oro. Cada año llegan a las salas unas cuantas películas que miran al género con una mirada novedosa y diferente. Muchas de esas visiones originales vienen dirigidas por mujeres. Las directoras han demostrado que el terror no es exclusivo de hombres, y nombres como Julia Ducornau, Jennifer Kent o Karin Kusama dieron un golpe sobre la mesa. Este 2020 han sido otras tantas compañeras las que lo han hecho.

La última en apuntarse en la lista, y una de las que lo ha hecho con más éxito, es la debutante Rose Glass, que con sólo 30 años ha realizado una ópera prima que ha encandilado a todo el mundo.Se llama Saint Maud, ya se puede ver en salas y es una de las experiencias más terroríficas que uno puede ver en cines estas navidades. Una obra que no recurre al susto fácil, sino que va generando un ambiente malsano gracias a esa protagonista, una enfermera obsesionada con la santidad y la culpa católica que quiere expiar sus pecados cuidando a una enferma de cáncer.

La represión, la locura, el miedo… todo contado desde los ojos de esta joven que desea ser santa y que lo logrará de las formas menos adecuadas. Un ejercicio de estilo que bebe del terror gótico pero cargado de personalidad, tanta que hasta los premios se han rendido a ella. Es el filme más nominado a los premios del cine británico independiente con 17 candidaturas. Un reconocimiento que la propia directora califica como “una locura”. “Como puedes ver estoy abrumada… y muy feliz”, dice con flema británica mientras muestra su cuarto destartalado en su charla con EL ESPAÑOL.

Saint Maud.

Todo en el año más extraño, con los cines cerrados casi todo el tiempo y sin poder disfrutar de todo ese éxito. “Es muy raro, porque se ha estrenado en este contexto de encierro y pandemia y contrasta todas las cosas dramáticas que han pasado con este éxito”, cuenta y reconoce que ese momento, en el que las superproducciones huyeron de los cines, fue su posibilidad de destacar: “los grandes estudios decidieron que sus películas se fueran al 2021, y entones las más pequeñas pudimos asomarnos y decir, ‘eh, aquí estamos, podemos brillar’". "

Por un lado es un momento dulce, pero sacar una película en estos momentos es un reto muy grande. No hemos podido ir a festivales, ni presentarla con público… pero bueno, aprovechamos el hueco que dejó el retraso de James Bond, y creo que hubo más atención por eso. Ir al cine se convirtió en algo económico y político, porque la gente se dio cuenta de que el cine estaba en peligro y teníamos que apoyarlo entre todos. Nosotros fuimos esa película que llegó esa semana y eso fue bueno”, añade.

Glass se muestra nerviosa, y hasta abrumada por su propio éxito, tanto que hasta varias veces dice que no sabe bien ni qué película le ha salido. Pero sí que lo sabe, y como ella misma define Saint Maud, su debut “es una mezcla de muchos temas y obsesiones que siempre han estado en mi mente y me interesan, como la alienicación, la psicología, el choque entre lo que pasa en nuestro cabeza y cómo es el mundo real, la sensualidad...”. Todo pasado por esa “culpa” que ella aclara que “no es específicamente culpa religiosa”, sino que este personaje se “acoge a la cristiandad y eso saca la peor versión”, pero cree que es algo con lo que todo el mundo se puede sentir identificado. “Todos podemos tener sentimiento de culpa, pero es obvio que la cristiandad, cuando se usa como un marco para crear miedo, tiende a exagerar todo esto”, zanja.

Los grandes estudios decidieron que sus películas se fueran al 2021, y entones las más pequeñas pudimos asomarnos y decir, ‘eh, aquí estamos, podemos brillar’.

Saint Maud se desarrolla en la actualidad, y lo sabemos porque los teléfonos móviles dictan sentencia, pero en su puesta en escena destila algo de terror atemporal, gótico. Rose Glass lo achaca a sus referentes del cine de los 60 y 70, pero también a una decisión deliberada de “que fuera una película atemporal, que esta historia pudiera pasar en cualquier época, que pareciera una burbuja fuera de la realidad, porque creo que la hacía más alegórica y metafórica, incluso algo parecido a una historia bíblica”.

Sobre la refrescante llegada de mujeres al terror reconoce que no sabe bien qué pensar. “Me preguntan mucho sobre esto, y la verdad es que no sé la respuesta. No hemos hecho nada especial, no es nada consciente, pero es verdad que hay muchas películas fantásticas hechas por mujeres en el género, y también por hombres. Estos años ha habido muchas propuestas interesantes que lo han cambiado, y creo que el terror se mueve hacia lugares muy interesantes donde están haciéndolo tanto mujeres como hombres, pero soy consciente de que estamos en un momento en el que se buscan más mujeres”, dice sobre esa revisión feminista del terror. Rose Glass ha llegado para quedarse, y ella lo tiene claro. No tiene miedo a los grandes presupuestos, y ya prepara un par de guiones para confirmar que su terrorífica visión sobre la santidad no fue un golpe de suerte.

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