Cuando uno hace historia, el siguiente paso siempre es complicado. ¿Qué hacer cuando uno recauda casi 20 millones de euros con una película y además gana el Goya? Eso es lo que le ocurrió a Javier Fesser, que aunque siempre había conquistado al público, con Campeones logró lo impensable, que un filme sin la ayuda de Telecinco ni Antena 3 se convirtiera en el mayor fenómeno del año. No sólo arrasó en taquilla y premios, sino que hasta hizo que la ley del cine cambiara y obligara a introducir personas con discapacidad en los rodajes para poder optar a una ayuda del Ministerio de Cultura.

Quizás el paso más normal fuera dar un paso atrás, aunque suene a oxímoron. Regresar a los orígenes, a ese humor de tebeo, visualmente apabullante que le consagró en El milagro de P. Tinto. Hay mucho de esa película en Historias Lamentables, el filme de Javier Fesser que llega este jueves a Amazon Prime Video tras ver retrasado el estreno en salas en varias ocasiones por culpa de la pandemia. Fesser deja claro que también llegará a cines, pero que en este contexto actual hay que hacer caso a eso de reinventarse o morir.

“Es un terreno nuevo en el que todo está por hacer y en el que estamos experimentando. Y como todo lo nuevo creo que es una grandísima oportunidad donde vamos a caber todos. Es verdad que las salas de cine pasan por un momento dificilísimo, pero creo que eso se va a recuperar. Nosotros experimentamos e invertimos el orden de las ventanas”, explica el director a EL ESPAÑOL, que ve este estreno mundial como una oportunidad y una “novedad excitante” que le permitirá llegar a todo el mundo a la vez. Eso sí, confirma que dentro de “seis meses” confía en que esté en cines. “Creo que hay espacio para todos, y yo como director y guionista creo que tenemos que trabajar para que las historias molen y las películas inspiren a la gente les apetezca seguir viéndonos”.

Historias Lamentables. Amazon

Su Historias lamentables es una suerte de Relatos salvajes cañí, pasado por el universo visual de Fesser. Cuatro relatos cortos llenos de alma y de personalidad. Desde ese inicial Rayito (el más flojo de todos), hasta el épico Excusas S.L, donde da rienda suelta a su poderío en la puesta en escena para contar la historia de una empresa dedicada a fabricar excusas y salvar a los corruptos y machistas de este país. En medio dos joyas, la odisea de un hombre que sólo desea ir a hacer una foto a la playa y acaba enfrentado a su pasado; y la enternecedora y a la vez provocadora historia que una a una desahuciada con un inmigrante. Fesser confirma ese don para reírse de todo sin ofender, una especie de humanismo surrealista al borde de la incorreción política.

Un guion que nace en 1988, de un largo que escribió y que recuperó en una mudanza. Lo leyó y pensó que no valía para nada, pero había “algo de ingenuidad, de inocencia y de un humor sin miedo a equivocarte” que le hizo reescribir esas Historias lamentables que beben de “los dibujos animados”, con unos personajes que para él “destapan las pequeñas y grandes miserias que todos tenemos y nos empeñamos en disimular. Vemos las nuestras en ellos y eso provoca empatía”.

Todos hemos imitado a Spielberg, y hasta, sin llegarle a la suela de los zapatos, es factible dar el pego, pero a ver quién se atreve a imitar a Berlanga

En la búsqueda de esas miserias que nos marcan como sociedad, Fesser conecta con Berlanga, y no tiene miedo de confesar que es “el director al que más le debo”. “Es inimitable. Todos hemos imitado a Spielberg, y hasta, sin llegarle a la suela de los zapatos, es factible dar el pego, pero a ver quién se atreve a imitar a Berlanga, que todo lo que cuenta parece que te lo esté contando a ti en primera persona. Berlanga se fijaba en personajes que nunca salían en los titulares de los periódicos, en los perdedores, y levantó en mi ese ánimo de buscar las historias grandes que se esconden en las aparentemente pequeñas. Sus películas, para mí, tienen una dimensión inmensa”, explica.

Con él también comparte que uno puede reírse de todo. “Creo que lo que no debe estar en el horizonte es una línea en la que tú estés pensando si la tienes que cruzar o no. Yo nunca he visto esa línea. Creo que cuando creas unos personajes los tienes que entender, aunque no sean como tú. Tienes que darles sus razones y tienes que acabarles queriendo, a todos. Y cuando quieres a tus personajes, por mucho que les putees, es imposible traspasar ninguna línea ni ofender a nadie, no es posible, porque en el fondo hay mucho amor en ese tratamiento, y cuando hay amor, por mucho que uses el humor, no puede haber otra lectura diferente”.

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