En 1985 el cine español cambió para siempre. Pepa Flores -la que había sido la estrella más importante del cine español durante décadas- decidía que Caso cerrado, la película de Juan Caño Arecha que estrenaba entonces y en la que coincidía con Antonio Banderas, sería la última de su carrera. Por entonces ya quedaba lejos aquella Marisol con la que se convirtió en una niña prodigio en 1960, cuando enamoró a todos en Un rayo de luz.

Marisol había crecido delante de toda España, había pasado a ser Pepa, y en aquel año acabó para siempre con el cine español. No quería saber nada de una industria que la utilizó como un juguete a su antojo. Había tenido suficiente. No era un retiro temporal del que saldría para rodar con los más grandes, era un retiro real. Y así lo ha cumplido hasta ahora. Nadie ha visto a Pepa Flores, y nunca acude a un acto público. Vive recluida en su Málaga natal, pero ni acudió a la exposición fotográfica sobre ella que tuvo lugar en La Térmica, ni tampoco a recoger el título de Hija Predilecta de Málaga.

De vez en cuando hace una excepción. A finales de 2016 apareció por sorpresa en el Teatro Cervantes. La ocasión lo merecía. Su hija pequeña, Celia, presentaba un disco dedicado a su madre, y Pepa Flores dejó a todos con la boca abierta subiendo al escenario y cantando Tómbola. La pregunta que todos tienen en la mente es si romperá su retiro este año otra vez el próximo sábado, en la ceremonia de los Premios Goya, donde la Academia de Cine le ha otorgado su premio honorífico.

Escenario del Martín Carpena en plenas obras. Academia de Cine

Allí estará su hija Celia, presencia confirmada por parte de la institución. Sin embargo, no se atreven a afirmar ni a negar si la artista subirá al escenario del Martín Carpena para recogerlo. Varios familiares lo han negado, y todo el mundo del cine hace porras sobre si irá o no. Mariano Barroso ha querido dejar claro que el premio se entrega por sus méritos, y que no existe ninguna condición en que hay que ir a recogerlo. “Se ha debatido mucho en la junta directiva. Es nuestro máximo reconocimiento y es para ella. Es un reconocimiento por su trayectoria, por lo que representa, más allá de que vaya o no vaya, que es una decisión de ella. Quién va a recogerlo se verá el día de los Goya”, dijo en la rueda de prensa en la que desveló datos sobre una gala que puede pasar a la historia.

Vaya o no vaya, la academia hará un homenaje para ella. Pepa Flores, nuestra Marisol, se lo merece. Será su hija Celia quien lo haga, acompañada de Amaia Romero, la cantante salida de Operación Triunfo y gran admiradora de la artista como siempre ha demostrado. Romero repetirá en unos Goya después de su accidentado debut en la pasada ceremonia en Sevilla.

Una espectáculo visual

Andreu Buenafuente y Silvia Abril repiten como maestros de ceremonia y ya han dejado tranquilos a los asistentes: no quieren ser Ricky Gervais. Irán a pasarlo bien y dar algún zasca, pero nada molesto ni irreverente, de hecho han destacado que la gala será un gran “espectáculo visual” que estará lleno de actuaciones musicales. Ambos han confirmado que habrá números de Jamie Cullum, Ana Mena, Rayden, el homenaje a Marisol y otro momento especial para la ciudad, la representación de un número de A chorus line, el musical de Antonio Banderas que llena el recién inaugurado Teatro del Soho y que cuenta con el nominado al Oscar como protagonista.

Es un reconocimiento por su trayectoria, por lo que representa, más allá de que vaya o no vaya, que es una decisión de ella. Quién va a recogerlo se verá el día de los Goya

Una de las novedades es que, por primera vez, los Premios Goya se podrán seguir en directo a través de unas pantallas instaladas en el exterior del Palacio Martín Carpena. En las inmediaciones del recinto estará situada también la alfombra roja para que el público tenga acceso a los nominados y profesionales de nuestro cine que estén en la gala. Una medida que llega después de la decepción de los fans el año pasado en Sevilla, que se quedaron fuera del acceso al recinto y no pudieron ver a los nominados e invitados.

Uno de los retos de esta edición es que han tenido que “inventarse un teatro dentro del Carpena”. Para ello se ha realizado una obra mastodóntica para construir una grada con capacidad para más de 500 personas. El espacio está presidido por un escenario de 580 metros cuadrados rodeado por una estructura autoportante de 10 patas que soportan un techo técnico de 20 toneladas a 15 metros de altura. Un esfuerzo porque todo luzca de lujo sin saber, todavía, si la mayor estrella, Pepa Flores, saldrá de su retiro para dejar una instantánea única e histórica.

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